Bicentenario devaluado
A todo se le agrega la palabra “bicentenario”, pero pocas cosas tienen la impronta trascendente que implica. Por ejemplo: los planes Procrear se llaman “bicentenario” y hasta ahora han hecho renegar a los beneficiarios, que, con créditos acordados y sin posibilidad de conseguir terrenos, ven cómo la inflación les devora sus sueños. También la ordenanza municipal 4.835, sancionada para financiar obras con vistas a la fiesta patria, ha sido modificada hace un mes para que todo lo que se haga, como el “shopping a cielo abierto”, sea hecho sin licitación ni rendición de cuentas. La palabra bicentenario está devaluada.

¿Pasará con el bicentenario de la Independencia lo que sucedió con el de la Batalla de Tucumán, que sólo dejó la revalorización de la plaza Belgrano? ¿Se cumplirá el triste vaticinio de que para la Nación fue importante el 25 de Mayo de 1810, fiesta porteña, y no el 9 de Julio, fiesta federal? La historia deja sus dudas: el caudillo José Gervasio Artigas era independentista pero antiporteño y no estuvo de acuerdo con el Congreso de 1816. Por él no participaron el Litoral ni Santa Fe. A propósito de esta figura, el escritor y director teatral Carlos Alsina enfatiza en la necesidad de discutir el significado de la independencia. ¿Se dará esa discusión? Diputados acaba de aprobar una ley que le da importancia al “Congreso de los Libres” y la declaración de independencia de Artigas, el 29 de junio de 1815. ¿Cómo impactará eso en Tucumán?

Para el centenario, la provincia estuvo sola, porque el presidente Victorino de la Plaza no simpatizaba con Tucumán. Igual se hizo mucho: el Museo de Bellas Artes, el Tranvía rural, el Gimnasio Sáenz Peña, la casa del Obispo Colombres (en 1916 estaba por ser demolida), la escuela Belgrano, el Congreso Americano de Ciencias Sociales; la ampliación de la Casa Histórica; el Museo Etnográfico; el Congreso Interprovincial de Tejidos y Bordados; el busto de Garcilaso de la Vega en el Camino del Perú y Mate de Luna; la primera reunión nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales; los frescos del Salón Blanco; y también desfiles y festejos desde junio a noviembre. Se recopilaron textos de autores tucumanos y se publicó el Álbum del Centenario. Una comisión estudió las propuestas que la gente exponía a través de LA GACETA.

Y ahora, ¿qué hay? Buenas voluntades, muchas reunidas por iniciativa de la Fundación Lillo: el Arzobispado, la Sociedad Rural, la FET. Algunos lanzaron sus ideas: el Arzobispado planea el Congreso Eucarístico (cuya fecha depende de la visita del Papa); la FET está embarcada con la peatonal a cielo abierto; la Junta de Estudios Históricos piensa en el Parque Norte, la Academia de Ciencias Morales prepara una edición como la del Centenario. Pero a nivel oficial, poco y nada. Alperovich dijo que espera propuestas y apenas si mencionó la idea de un museo (sin dejar de mencionar, por cierto, los lineamientos estratégicos que lanzaron el año pasado, llenos de promesas proselitistas reeditadas ahora como plan quinquenal). Su esposa sugiere hacer un billete con la figura de Alberdi.

De obras conmemorativas y significativas no se habla. Alguien mencionó hace años al arquitecto César Pelli pero no se sabe que alguna comisión haya planeado convocarlo, así como no se conoce la organización de congresos y actividades de debate económico, social y hasta ideológico, con vistas a aportar significado profundo al bicentenario. Como lo que hizo Córdoba con su Centro de Interpretación en Parque Sarmiento. Tampoco se ha pensado en la fiesta. Guillermo Monti se imaginó en un panorama (LA GACETA, 29/11/13) cómo sería un festejo de una semana con muchísimas figuras del arte y la cultura que abarquen desde Charly García hasta Martha Argerich, con la idea de unión. A dos años, ¿todavía se puede organizar algo así?

La próxima semana vendrán cinco presidentes de visita. Tal vez es demasiado pedir que en un encuentro tan sorpresivo surja el debate del bicentenario. “Debemos pensar en grande”, dijo hace meses el presidente de la FET, Pedro Omodeo. Pero para pensar en grande hace falta sumar grupos diversos y convocar a la gran tormenta de ideas, que hasta ahora no se ha hecho. Mientras el tiempo se acorta y la plata también.

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