De “limpiador” a paria
El poder consiste en mentir, y mentir a lo grande, y conseguir que todo el maldito mundo esté de acuerdo contigo. Una vez que están de acuerdo con lo que en el fondo saben que no es verdad, los tienes atrapados... (...) Todos mentirían por mí, todos ellos. Tendrían que hacerlo. ¡Si no, sus propias mentiras, todo lo que mantiene a Ciudad del Pecado se derrumbaría como un castillo de naipes! (El corrupto senador Roark, en “Sin City”)

¿Hasta dónde llegará la investigación del asesinato de Paulina Lebbos?Ahora se están tomando muestras de ADN de 12 personas sospechadas en el caso (ayer fue César Soto, ex novio de la víctima, hoy será el barrabrava Gustavo “Gordo” González; y el lunes será el turno de Sergio Kaleñuk, entre otros; y Gabriel Alperovich solicitó postergar la medida) para que sean comparadas con pelos hallados en el cuerpo de Paulina. Si la prueba diera positivo en algún caso, sería una bomba; si diera negativo, no sería el fin, según dice Alberto Lebbos: “peor era la parálisis de la causa”, opina, y explica que en el año que lleva la investigación del fiscal Diego López Ávila, se ha avanzado mucho: hay dos personas detenidas por haber tenido, supuestamente, el teléfono de Paulina después del crimen, y se ha visibilizado la sospecha de que hay un gran encubrimiento del caso, que él viene denunciando desde hace ocho años. “Esto ya ha sido destacado en el juicio a los policías de Raco por la misma fiscala Juana Prieto de Sólimo”. Y añade: falta que quede clara la responsabilidad del fiscal Carlos Albaca, que hasta ahora ha venido zafando de los pedidos de juicio político y de investigación penal en su contra, pese a los informes de la fiscala Marta Jerez sobre su desastrosa pesquisa de siete años con el caso y del Cuerpo de Auditores de la Corte, que determinó que su fiscalía es un caos en el que una causa demora en llegar a juicio, en promedio, cuatro años, cuando lo correcto sería que demore tres meses.

Pese a todo, Albaca ya va camino a su jubilación con $ 52.776,24 mensuales (según denunció el diputado José Cano), mientras el sistema judicial y político se quedan en silencio, como si todos le tuvieran el miedo que parecen haber tenido los fiscales de instrucción, que en mayo no querían hacerse cargo de la denuncia en su contra por irregularidades de la investigación. Tuvieron que obligar al fiscal de Cámara Carlos Sale a asumir la denuncia, y en pocos días el juez Juan Francisco Pisa la rechazó por “falta de fundamentación y de una relación fáctica circunstanciada”. Pisa salvó a Albaca y luego se excusó de seguir en el caso Lebbos “por violencia moral”.

¿Por qué le temen a Albaca? En Tribunales siempre se dijo que era un tipo difícil con quien nadie se metía y que su fiscalía es hermética. Por eso no le hicieron auditorías en dos décadas. Dicen que siempre se jactó de que no necesitaba el sueldo de la Justicia, porque ha heredado posesiones de su familia. “No es una cuestión de dinero, sino una cuestión de poder”, dice Emilio Mrad, el abogado de Lebbos. “Si Alejandro Noguera (el primer fiscal del caso) fue el primer encubridor, Albaca es el gran pisador del poder”. Como el “limpiador” que encarna Harvey Keitel en “Nilkita” y en “Tiempos violentos”, el fiscal ha quedado como el tipo que tira la tierra bajo la alfombra y que no acepta que nadie critique su tarea. En su descargo ante la Comisión de Juicio Político de la Legislatura, hasta les mojó la oreja a su jefe, el ministro fiscal Luis de Mitri (que también se jubila con él) y a los miembros de la Corte Antonio Gandur y Antonio Estofán, porque dijo que ellos conocían las vicisitudes del caso.

Aunque su rol quede impune, no la estaría sacando tan barata. Se cuenta que para el controvertido fiscal es difícil salir a la calle porque ya ha tenido momentos de disgusto con la gente, el año pasado en el ingreso a un show en el club Central Córdoba y hace un mes y medio en un restaurante. La imagen pública que está dejando podría llegar a convertirlo en un paria mientras el caso Lebbos se mantenga en la vidriera. Un paria impune.

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