El italiano que corta el cerebro en rebanadas para digitalizarlas

El italiano que corta el cerebro en rebanadas para digitalizarlas

El Observatorio Cerebral de San Diego (EEUU) recibe piezas humanas, las estudiarlas y elabora un mapa microscópico

EN EL AUDITORIO. El científico Jacopo Annese expone su proyecto para crear una biblioteca de cerebros. la gaceta / foto de miguel velardez EN EL AUDITORIO. El científico Jacopo Annese expone su proyecto para crear una biblioteca de cerebros. la gaceta / foto de miguel velardez
Para hablar en público, Jacopo Annese utiliza dos cerebros. El de siempre, que solo él sabe lo que piensa, y otro que carga en la palma de su mano derecha. A simple vista parece del tamaño de una pelota de handball. La pieza reluce un blanco brillo y en su corteza resaltan cientos de surcos como si fuese un mapa de ríos.

El científico mueve la mano hacia arriba y abajo para mostrarlo desde todos los ángulos. Lo que carga en su mano es un cerebro impreso en 3D con el tamaño y las formas exactas de una pieza humana. Los cerebros de verdad, extraídos de donantes humanos, están en su laboratorio bañados en una solución de formol y azúcar para endurecerlos. Ese proceso puede tardar varios meses. Luego congela las piezas para escanearlas en alta resolución. De cada ejemplar, Jacopo corta más de 3.000 delgadísimas láminas, que son puestas sobre un panel de vidrio para ser digitalizadas. Su mayor objetivo es concretar un mapa microscópico de cerebros. La idea es que la investigación sirva para tratar de develar los enigmas del Alzheimer, del Parkinson, entre otras enfermedades.

Jacopo se mueve sobre una tarima. Expone ante más de 30 periodistas de Iberoamérica. Camina con el cerebro en la mano. Bromea, sonríe y habla con pasión sobre su especialidad. Vestido todo de negro, desde los zapatos hasta el saco y la camisa, parece más un yuppie que un científico.

Nació en Italia y se radicó en Estados Unidos. Ocupa el cargo de Director del Observatorio Cerebral de la Universidad de California en San Diego (UCSD) y es un neuroanatomista con especialidad en biología y zoología. En su espacio de trabajo, inaugurado en 2010, hay más de 60 cerebros. Cada uno tiene su propia historia con la ficha completa del donante. Allí figuran el expediente médico, las resonancias magnéticas y, en algunos casos, el test de inteligencia de la persona. Entre los frascos de formol, Jacopo Annese tiene el cerebro de su mejor amigo. También conserva el de un profesor universitario, y el de un premio Nobel. Cualquiera puede ser donante. Su anhelo es acumular 10.000 cerebros en un plazo de 10 años, completamente caracterizados, para empezar a obtener datos.

“En vez de enterrarlos o cremarlos esperamos que las personas prefieran preservarlos, porque mientras haya más información y mayor sea el banco de datos tendremos más potencia estadística”, asegura.

En el laboratorio utiliza una máquina para cortar el cerebro en miles de láminas, como si fuesen rebanadas de pan, pero del ancho de un cabello humano, en un proceso que puede demorar hasta tres días seguidos. El científico pretende obtener cerebros de diferentes condiciones para crear una suerte de atlas a fin de estudiar una enfermedad y saber qué pasó antes de morir.

En lista de donantes (no reciben dinero a cambio) hay más de 200 participantes que firmaron un consentimiento en acuerdo con sus familiares. A Jacopo le hubiese gustado obtener obtener el cerebro de Gabriel García Márquez para su colección de estudio en el laboratorio de San Diego. Desde un año antes de la muerte del Nobel colombiano, el científico expresaba en público su anhelo. Sin embargo, no llegó a tener un contacto directo con los familiares del escritor que, en abril pasado, fue cremado en una ceremonia íntima en la ciudad de México.

El semillero
La Universidad de California de San Diego es uno de los ombligos de la ciencia. De allí egresaron muchas celebridades entre las que se cuentan a Nick Woodman, el fundador de GoPro, las cámaras de video más versátiles que se hayan inventado hasta ahora.

Jacopo deja el cerebro en una silla y continúa su disertación como si estuviese charlando entre amigos. Tiene tanto entusiasmo por su trabajo, que podría pasar días y noches hablando de cerebros sin interrupción.

Una resonancia magnética muestra una visión global del cerebro, pero en su laboratorio pretenden entrar en cada diminuto resquicio del valioso instrumento del cuerpo humano. Cada delgada lámina del cerebro produce un terabyte de información (1.000 Gigabyte). El cerebro, en su totalidad, puede generar 1 Petabyte (el equivalente a unos 13 años de video ininterrumpidos).

Al final se encienden las luces de la sala, Jacopo levanta el cerebro que había dejado en una silla, saluda al auditorio, y sale por un pasillo, mientras recibe el aplauso. Camina relajado, como quien no tiene apuro, con una mano en el bolsillo y, en la otra, uno de sus dos cerebros.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios