Rock, japonés y el divertido trabajo de jugar

Rock, japonés y el divertido trabajo de jugar

La estimulación temprana refuerza talentos de los chicos. Tiziano estudia idiomas y a Felipe le gusta rockear .

ENTRETENIDO. Tiziano está leyendo un libro que le regaló su mamá, sobre mitología japonesa; una temática difícil de conseguir en Tucumán. la gaceta / fotos de inés quinteros orio ENTRETENIDO. Tiziano está leyendo un libro que le regaló su mamá, sobre mitología japonesa; una temática difícil de conseguir en Tucumán. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
14 Junio 2014
Tiene una cara suave y expresión seria, pero cuando habla se nota la dulzura de la infancia que todavía no se va. Tiziano Mamberto Virla tiene 11 años. No se siente grande, pero algunos de sus intereses parecen de personas adultas emprendedoras. Un día su mamá descubrió que su hijo del medio hablaba japonés. Por supuesto que no de manera fluida, pero ya entendía ese idioma tan diferente al nuestro, con cuatro tipos de escritura. Cualquiera podría pensar que ese interés nació de las historietas animadas como el manga o el animé, pero a Tiziano le fascina la cultura japonesa, y en especial la mitología (tan distinta a las historias clásicas a las que estamos acostumbrados en esta parte del mundo). Así fue como, con sólo buscar en Google, se inscribió en un curso a distancia y se pasó todas sus vacaciones de verano estudiando japonés. Dice que le resultó más fácil que el inglés.

- Estudiar japonés no es algo que hacen los chicos. Vos tenés intereses de grandes.

- No me siento más grande de lo que soy. No creo que haya muchos adultos que estudien japonés acá ¿o si?

A este pequeño hombrecito, bisnieto del rector de la UNT Eugenio Flavio Virla, también le gusta jugar al ajedrez, leer todo tipo de géneros y junto con un compañero de la escuela inició un emprendimiento gastronómico: cocinan y venden tomates confitados (los distribuyen mediante un delivery de delicatessen de su tía). “Él siempre fue especial. Se aburría en la escuela, porque lee desde los 3 o 4 años. Pero por suerte desde 2013 va al Gymnasium y está muy contento, porque son más abiertos y tienen talleres, como ajedrez, que a Tiziano le encanta. Ellos (por los niños) ahora tienen más herramientas para capacitarse que nosotros, como internet. En nuestra época sólo teníamos el barrio; aprendíamos en la calle”, comenta Natalia Trouvé, su mamá, que puso al alcance de las manitos de sus tres hijos una biblioteca heredada y música de casi todos los géneros.

A entrenar
La gran mayoría de los padres siente que sus hijos -en especial los primogénitos- tienen un talento que los hace diferente al resto. Sin duda, son especiales ante esas miradas particulares. Pero estos sentimientos terminan sirviendo de impulso para que niños (incluso algunos casi bebés) comiencen diferentes tipos de talleres, que en Tucumán se han multiplicado en los últimos años. Ya no es raro ver a un pequeño con una guitarra en mano o escuchar que el hijo de un amigo, de 10 años, aprende a diseñar páginas web con un Ingeniero en Sistemas. Es posible reforzar esos talentos con la estimulación temprana.

“El talento es entendido por la metodología Suzuki, no como algo innato, sino como un potencial enorme con el cual todos los niños nacen y que se puede desarrollar a un nivel muy alto dentro de un ambiente estimulante. La educación convierte el potencial en talento para la música o cualquier disciplina”, comenta María Andrea García Wilde de Sogno, que junto a Ana María Wilde de García fundaron el Colegio Educación del Talento, en Yerba Buena. La docente, que enseña este método desde 2001, señala que aún le sorprende la capacidad de aprendizaje de los chicos: “cada año nos damos cuenta que lo que enseñábamos a cierta edad, el niño lo puede aprender aún más temprano”. En este contexto, adquiere todavía más sentido una frase del fundador de esta corriente educativa, que dice: “Cada niño posee ilimitados brotes de talento. El desarrollo de esos brotes en maravillosas habilidades depende de cómo se los cultiva” . Desde hace unos años, en la institución se ofrece un taller de estimulación musical temprana, para niños desde los 6 meses a los 4 años.

Felipe Molina Leiva, de 1 año y 8 meses, no tiene vergüenza a la mirada de los adultos: apenas se asoma por la puerta pide una canción y agarra su guitarra. Cuando escucha La Bamba inmediatamente ofrece un show en medio de la sala de “Mi taller sónico”, que dirige el músico “Cachi” Pajón, en Barrio Norte.

En este taller cada niño se expresa de la manera que quiere: Lauti juega con dos triángulos y en el medio de ambos ubica su camioncito de plástico; Ezequiel no necesita entrar en calor para empezar a contonearse cuando escucha la música; Olivia prefiere tomarse un tiempo para entrar en confianza sentada en una silla en la esquina de la habitación. “Acá hacemos que jueguen, canten, bailen y dibujen; todo con actividades relacionadas con la música. Empiezan a los 2 años, y cuando llegan a los 5 ya pueden elegir ellos mismos qué camino van a tomar en la música”, explica Pajón, cuya trayectoria profesional (fue uno de los integrantes de “Los Peces Gordos”, por ejemplo) sirve como un imán para que los padres lleven a sus hijos a rockear. “Vienen muchos chicos a los que les gusta el blues o el rock, pero acá pueden tocar todo tipo de género”, advierte.

La consultora y psicóloga Mara Tomás, resalta una frase de Anna Freud, psicoterapeuta infantil, que dice: “jugar es el trabajo de los niños”. Tomando este principio, el programa Kidstalentum, en el que trabaja la especialista tucumana en su consultora, se preocupa por el desarrollo de las capacidades y emociones en los niños mediante juegos y actividades lúdicas adecuadas a la edad de los mismos.

“El programa Kidstalentum incluye también a los docentes y padres de los niños. De esta manera se busca potenciar las relaciones interpersonales entre alumnos, docentes y padres. Al involucrar a todos los actores, se fomenta un ambiente facilitador para el desarrollo de emociones y habilidades sociales”, explica Tomás.

La mamá de Tiziano hace una advertencia: hay que tener cuidado de no exponer a los chicos a nuestros deseos de éxito. “Los dejemos ser -agrega-, que se tomen su tiempo, y que siempre tengan las herramientas a mano”.

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