Ellas le dan otra cara al arbitraje tucumano

Ellas le dan otra cara al arbitraje tucumano

Valentina y Alejandra Cruz y Agustina Carrizo están a punto de recibirse en la Escuela de Árbitros de la LTF.

AMBICIOSAS.  Valentina y Alejandra Cruz junto con Agustina Carrizo contaron sus proyectos en el arbitraje argentino.  LA GACETA AMBICIOSAS. Valentina y Alejandra Cruz junto con Agustina Carrizo contaron sus proyectos en el arbitraje argentino. LA GACETA
26 Mayo 2014
“No hay dudas de que hemos ganado espacios en el fútbol, pero ahora vamos por más”, asegura sin anestesia Valentina Cruz. Su hermana Alejandra, después de reírse, agrega: “nos estamos preparando para seguir avanzando”. “Y ojo que no falta mucho para que un encuentro oficial de Primera sea dirigido por una terna femenina”, advierte Agustina Carrizo. No se sorprenda, las tres chicas están a un paso de recibirse en la Escuela de Árbitros de la Liga Tucumana de Fútbol. Como ellas dicen, están puliéndose para hacer historia.

Las tres son dueñas de orígenes que sirven para entender por qué se decidieron ingresar al ingrato mundo del arbitraje. Las Cruz, por ejemplo, recuerdan las visitas que le hacían a su abuela en La Banda, Santiago del Estero. Allí estaba la canchita del barrio donde su tío Mariano Brandán tenía la difícil misión de controlar los encuentros de hacha y tiza. Carrizo, en cambio, mamó fútbol desde muy chica porque en su familia se vive este deporte de una manera muy especial.

Las chicas debieron saltar una barrera muy alta para hacer lo que les gusta. Aquella pared construida con esa especie de ladrillos llamados prejuicios, miedo y vergüenza, y levantados sobre un firme cimiento por todos conocido: “lo que dirán”. Pero en los tres casos, el apoyo de sus respectivas madres se transformó en un huracán que hizo desaparecer todas las trabas que se les habían presentado.

 “Al principio nos cuestionaron porque pensaban que el arbitraje no era para nosotras. Nos dijeron todas las contras, pero seguimos adelante. Y hoy son los que más nos ayudan. En mi caso, esperan que termine la guardia para llevarme y cumplir con mis obligaciones”, cuenta Valentina, de 24 años y radióloga.

Alejandra, obstetra de 21 y novia del árbitro Nelson Bejas, cuenta sonriendo una anécdota que pinta a la perfección el apoyo familiar: “A veces, por alguna u otra razón, no puedo entrenar y mi papá se entera. En el acto me dice: ‘pero hija, al menos andá a correr sola para que estés bien’”.

Agustina (21) es empleada de comercio y explica que a ella también le costó al principio, pero ahora cuenta con el apoyo de todos sus seres queridos. “Están pendientes de lo que hago.  Primero me preguntan si me designaron para dirigir algún encuentro y después cómo me fue. Mi novio Ariel Décima, que juega en Atlético Concepción, me ayuda un montón con el tema de las reglas y el comportamiento de los futbolistas”, relata.

Las chicas, pese a que aún no se recibieron de la escuela, comenzaron a entender lo duro de esta carrera. Lo sorprendente es que lo conocieron cuando dirigieron partidos de divisiones formativas de la Liga. “Nuestra primera designación fue en un duelo entre Lastenia y San Martín, en las inferiores. Para nosotras fue duro por culpa de los padres que estaban en las tribunas”, cuenta Agustina.

Alejandra agrega que hoy por hoy es más difícil dirigir un encuentro de las categorías más chicas. “Los padres se ponen muy agresivos y esa actitud o conducta se las contagian a sus hijos. Por eso es más fácil ser asistente de los partidos de Primera B que de las formativas”, destaca.

Y Valentina tiene otro ejemplo para demostrar por qué. Ella integró una terna femenina con Leyla Argañaraz (la primera árbitra tucumana en dirigir un encuentro de Primera) y Romina en un amistoso en Simoca, donde se enfrentaban Alto Verde y Unión, los dos equipos del pueblo. “Ese es un clásico de verdad. La cancha estaba llena, pero nos trataron de maravillas. Bueno, en realidad como se trata a todos los árbitros en cualquier estadio del país. De todas maneras, el clima que vivimos allí no es tan complicado como el de las inferiores”, destaca.

Las chicas, como le gusta que las llamen en la charla con LG Deportiva, tienen menos de seis meses para recibirse de la escuela en donde cuentan con el apoyo de todos los instructores y de Argañaraz -a quien la ven como modelo-. No se pueden olvidar de Florencia Romano, la tucumana que puso de rodillas al mismísimo Julio Grondona, presidente de AFA, para que las mujeres pudieran dirigir partidos de Primera.  

Valentina comenta que lo más duro de la carrera es el primer año, cuando aprenden las reglas. “En el segundo reforzamos esos conocimientos con muchas más prácticas”, explica. “Vamos a seguir estudiando, preparándonos para dirigir competencias a nivel nacional, como el Argentino B o A”, responde Alejandra. “Seguiremos trabajando a full para lograr cumplir nuestro sueño: dirigir un Atlético-San Martín en uno de los estadios repleto de gente”, concluye Agustina. Y habrá que ir anotando, porque las chicas hablan en serio.

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