Esa gente que tiene la llave

Esa gente que tiene la llave

Está aquel que se juega. Innova. Crea. Crece (y deja crecer). Que no impone pero sí convence. Que te seduce sin venderte espejitos de colores. Que sorprende y se deja sorprender. Que da oportunidades, aun cuando no necesita hacerlo. Que no se queda en la oportunidad perdida. Que no se guarda lo mejor de sí. Que aprende, coteja, debate, resuelve, ayuda, motiva, facilita, sonríe, dinamiza, discierne con fundamento, sienta posición con conocimiento. Que vive a pleno, en alineación con el mundo, sus habitantes y la naturaleza.

Está la gente que enseña en cada acto, en cada gesto, en lo simple y en lo complejo, sin afán de influenciar a nadie. La que trata a los demás con respeto, con cariño. La que te invita a su casa y te hace pasar el mejor de los momentos. La que te reprende en voz baja y sin bajezas, instándote a seguir adelante aprendiendo del error. La que le canta a la vida, no le teme a la ropa de colores nuevos, mira a los ojos y comprende, convida un café en el afán de insuflarle nuevos ánimos al que está caído, es amable y solidaria, fiel y compañera. La que cocina con sabores del corazón y que cuando habla te hace sentir la paz de una mañana de feriado con llovizna.

Esas personas están a tu lado, al teléfono, en la calle, en el negocio del barrio, en un taxi de cualquier día, en el bar trayéndote el pedido que hiciste. En la escuela, en el banco de una plaza, haciendo cola para cualquier trámite, andando en bicicleta en una senda. Están donde quieras encontrarlas. Fijate bien, levantá la mirada. ¿Encontraste una? Enhorabuena entonces y dejate llevar. ¿No pudiste? Esforzate un poquito, sacale las anteojeras a tus pensamientos. Sólo así podrás entender que esa gente tiene la llave de una puerta que todos deberíamos saber cómo abrir.

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