La goleada llevó mucha paz a las tribunas de la Ciudadela

La goleada llevó mucha paz a las tribunas de la Ciudadela

San Martín levantó cabeza con un 4-0 sobre los de Ramallo, importantísimo para el ánimo.

TAMBIÉN BUSCARON DE ARRIBA. Rivero se eleva ante la marca de los rivales y las miradas de las figuras: Silba e Ibáñez. TAMBIÉN BUSCARON DE ARRIBA. Rivero se eleva ante la marca de los rivales y las miradas de las figuras: Silba e Ibáñez.
San Martín supo recuperarse en lo anímico y lo hizo a base de goles. El equipo tuvo chances claras y las aprovechó. El arquero Pave también fue un pilar clave.

La ausencia de Max se notó porque el “santo” no pudo controlar el medio campo. Los de Ramallo tuvieron vía libre en varios pasajes del partido y pudieron complicarlo seriamente.

Pusieron la cara. Pusieron el pecho, las piernas, el fútbol y muchos goles... No había otra porque solo así, de tan golpeado y dolido como llegaba (ya sin chances de primer ascenso), San Martín podía encontrar la paz que lo dejó en banda en Misiones. El 4-0 sobre Defensores de Belgrano de Ramallo, una goleada de desahogo, dio fe de esa bendición.

¿Que se iba a ir al descanso 2-0 arriba? No muchos lo imaginaron. Pero fue muy cierto el resultado en La Ciudadela. Y todo gracias a la contundencia y a un Gustavo Ibáñez que otra vez, como tantas, fue la voz cantante del equipo que tenía que salir adelante. Plantó bandera “Ratón”, por derecha, por izquierda; y empecinado en cambiar caras largas por sonrisas anchas, encontró el penal del que también se hizo cargo para abrir el marcador y anticipar la lluvia de goles.

Luis Silba fue su mejor camarada, otra vez dando la nota a base de sacrificio. Así, peleándola entre tres defensores, encontró el segundo “Tanque”, que sacó un misil rasante que se le metió abajo a Nelson Schomberger. Fue imposible el tiro del 9, como imposible estuvo Luis para los defensores de Ramallo. Un par de flaquezas en el medio, con 5 improvisado ante la ausencia del Augusto Max que corta siempre, quedaron tapadas por la inmensa tarea de Diego Pave, el 1 que cuando el rival se animó, voló y voló para tapar cada uno de los tiros que buscaban su red intacta. Como los delanteros, fue figura “Mostro”, sobre todo en el complemento, donde Defensores no tuvo aquella eficacia que sí encontró el anfitrión.

Y porque Pave apareció en momentos clave, para que no decaiga, llegaron los otros dos goles tan decorativos como importantísimos (en lo anímico). Lucas Chacana fue vital, reemplazó a Ibáñez y no desentonó: asistió en el otro gol de Silba (que gambeta mediante volvió a dejar pagando al 1) y cedió a Diego Méndez que bajó la persiana con una vaselina hermosa y sobre todo, pacificadora, porque sí: pudo ser una goleada tardía, pero no por eso dejó de ser importante.

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