Fages negó ser "la chica de los anteojos de sol"

Fages negó ser "la chica de los anteojos de sol"

La joven francesa, que lleva seis años viviendo en Salta, se presentó ante el tribunal y aseguró que no es ella quien aparece en la foto Los jueces citaron a un ex funcionario que fue jefe de Laure Fages y de Gustavo Lasi, uno de los imputados

24 Abril 2014
Laure Fages, una francesa radicada en Salta hace seis años, rechazó categóricamente la versión de Jean-Michel Bouvier, que el martes dijo que ella podía ser la protagonista de una foto misteriosa incorporada a la investigación del homicidio de Cassandre Bouvier y Houria Mounmi. Inesperadamente, Fages se presentó en el juicio oral para decir que no conocía a las víctimas y que ya había sido entrevistada por un abogado de la querella, Nicolás Durrieu. El debate también expuso que la joven, que hizo las veces de intérprete en 2011, fue inicialmente ofrecida como testigo por parte de los familiares de Moumni y Bouvier, dato que descolocó a la querella.

La diferencia física entre Fages y “la chica de los anteojos de sol” surge a simple vista. Pese a ello, el testimonio de la funcionaria de la Escuela de Administración Pública del Gobierno de Salta no resultó totalmente improductivo puesto que dio lugar a la citación de Francisco López Sastre, directivo de esa institución, ex secretario de Medio Ambiente del Gobierno de Juan Carlos Romero, ex cónsul honorario de Francia, y ex ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Juan Manuel Urtubey.

La decisión de interrogar a López Sastre fue avalada por todas las partes. Además de tener vínculos consolidados con el Estado francés, el funcionario en cuestión fue jefe de Fages y de Gustavo Lasi, uno de los cinco imputados en el caso, y residía en San Lorenzo, lugar donde aparecieron los restos de Bouvier y Moumni. Incluso trascendió que López Sastre y su ex novia Natalia Giacosa se vendieron recíprocamente un terreno en el barrio privado “Buena Vista”, urbanización conectada a un sendero que lleva al mirador de la Quebrada de San Lorenzo. El 29 de julio de 2011, a 25 metros de ese punto de interés turístico, unos visitantes hallaron los cadáveres.

Chau monotonía

La declaración de Fages supuso un giro sorpresivo para el juicio. “La mujer se comunicó cuando supo que había sido mencionada por Bouvier y nosotros la convocamos. Lo decidió el tribunal, que parece que no dispone nada”, anunció con ironía Ángel Amadeo Longarte, presidente de la Sala II del Tribunal de Juicio.

Pero aquella no fue la única ni la última sorpresa. Después del testimonio de Fages, el titular del estrado informó a las partes sobre el hallazgo de un correo electrónico enviado por la Embajada de Francia en agosto de 2011, que apareció en el juzgado de Instrucción que encabezaba Martín Pérez, el juez que investigó el caso (luego fue ascendido). El tribunal dijo que tal mensaje llevaba por asunto la palabra “lunettes” (“anteojos” en francés) y que informaba sobre unos lentes de sol encontrados en el mirador de la Quebrada en la época del crimen. El correo presuntamente incluía las fotografías misteriosas agregadas al expediente, que pertenecerían a la mujer que encontró las “lunettes”.

La novedad dejó tiesas a las partes, que vienen discutiendo el tema desde el 25 de marzo, día en que comenzó el juicio. El tribunal se comprometió a corroborar la información y la fuente del correo electrónico, y a identificar a “la chica de los anteojos de sol”. Aún faltaría saber si estos lentes son los mismos que un policía no identificado entregó en su momento a Jean-Michel Bouvier con el argumento de que pertenecían a su hija.

Si las sospechas de ese padre derivaron en la citación de López Sastre y en el rescate de un mensaje electrónico olvidado, los gritos de Hélène Kottak, la mamá de Bouvier, rompieron el clima monótono y formal del juicio. La señora se rebeló a viva voz -y en su lengua materna- contra la decisión que le impide presenciar el debate parada y con la mirada clavada en los rostros de los imputados Lasi, Santos Clemente Vera, Daniel Vilte Laxi, Antonio Eduardo Sandoval y Omar Darío Ramos. El martes, los jueces hicieron lugar a un planteo de los defensores, que esgrimieron que la conducta de Kottak -reiterada y sostenida desde el inicio del debate- intimidaba a los acusados.

Kottak se retiró molesta, seguida por sus abogados y su hija Aliénor. La escena obligó al juez a explicar que le había pedido que se siente al sólo efecto de mantener el orden. “Espero que lo entienda”, añadió.

SEIS TESTIGOS.- Dos licenciadas en Criminalística (Magalí Bava Cuggia y Paola Geipel), un veterinario (Oscar Alberto Luna), un experto en Informática (Sergio Appendino), un inspector de Medio Ambiente (Avelino Antonio Tisera) y una médica forense (Beatriz Nieto Díaz) prestaron testimonio ayer en el juicio oral del caso de las turistas francesas.

VIDEO.- Las licenciadas Magalí Bava Cuggia y Paola Geipel brindaron la declaración más extensa de todas. Ambas especialistas estudiaron la trayectoria y dirección de los disparos que mataron a Cassandre Bouvier y a Houria Moumni, el 15 de julio de 2011. Esa intervención les permitió concluir que la primera estaba arrodillada o en posición decúbito ventral cuando recibió el tiro mortal en la cabeza. Moumni, en cambio, habría estado erguida cuando la alcanzó el tiro por la espalda. Bava Cuggia y Geipel presentaron sus inferencias en un video. Antes de proyectar las imágenes, el tribunal preguntó a los familiares de las víctimas si deseaban retirarse de la sala, pero estos dijeron que querían quedarse (los padres de Mounmi luego salieron del recinto).

MÁS CONCLUSIONES.- Las testigos Bava Cuggia y Geipel dijeron que, de acuerdo a su criterio, las turistas francesas fueron ejecutadas en el lugar en el que aparecieron los restos (abajo del mirador de la Quebrada de San Lorenzo). Agregaron, además, que la joven que habría estado erguida (Moumni) rodó como consecuencia de la pendiente del terreno. También afirmaron que ninguna de las víctimas había sido asesinada a quemarropa, sino a una distancia intermedia de entre 3 y 5 metros. Por último, añadieron que, a diferencia de Moumni, Bouvier habría muerto de manera instantánea.

UNA FIRMA DESCONOCIDA.- La médica forense Beatriz Nieto Díaz introdujo otra duda en el juicio al afirmar que no le pertenecía una firma consignada en un informe. “El sello sí es mío”, precisó la profesional. Sin embargo, luego expresó que la rúbrica podría haber sido estampada erróneamente por un compañero de servicio. En el afán de aclarar el asunto, el tribunal decidió citar al profesional mencionado por Nieto Díaz para que aclare la situación.

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