La pesadilla de Cecilia por una vereda rota

La pesadilla de Cecilia por una vereda rota

Sortear baldosas flojas para no tropezar y caminar mirando al piso. Estas son algunas de las quejas de los peatones de la Perla del Sur, que a diario transitan incómodamente por aceras desniveladas y rotas. La Municipalidad ha hecho innumerables intimaciones a vecinos, pero muy pocos arreglan los daños

EL LUGAR DEL DOLOR. Cinco meses después del accidente que puso en riesgo su embarazo, Cecilia volvió a pisar la acera en la que se cayó. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll EL LUGAR DEL DOLOR. Cinco meses después del accidente que puso en riesgo su embarazo, Cecilia volvió a pisar la acera en la que se cayó. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
Se agacha suavemente. Mira de cerca los daños en la vereda. Se queda pensativa. “No había vuelto desde aquella vez”, murmura Cecilia Guillén. Y brota una lágrima. Es una mezcla de dolor y de enojo, dice. Hace cinco meses, cuando estaba embarazada, iba por el mismo lugar donde se encuentra ahora: la acera de Juangorena al 1.300, a una cuadra de la plaza principal de Concepción. No advirtió que faltaban varias baldosas, que estaba sobresaliendo la raíz de un árbol. Trastabilló y cayó al piso. Quedó ahí, envuelta en un ataque de pánico. Apenas llegan a su memoria retazos de aquel accidente. Se acuerda de los vecinos horrorizados, tratando de ayudarla. Vuelve el sonido de las sirenas. Y todavía le duele el golpe.

Fue a fines de noviembre del año pasado. Ha borrado de su recuerdo el día exacto. Sí rememora que era una mañana como cualquiera. No había llovido. No hablaba por celular ni se distrajo saludando a algún vecino. No tenía tacos en los pies. Tampoco caminaba muy rápido. Su embarazo de ocho meses y su módica estatura no se lo hubieran permitido.

Cecilia es abogada y todos los días va de a pie desde su estudio hasta el Centro Judicial Concepción. Son dos cuadras y media. Pero aquella vez ella sólo pudo hacer la mitad de ese camino. El hecho puso en riesgo el bienestar de su bebé y eso le cambió todos los planes: pasó el último mes de embarazo inmovilizada en una cama, atemorizada, y no tuvo más opción que ir a una cesárea. “Por el golpe se me fisuró la bolsa y corría peligro mi embarazo”, detalla la joven profesional, que tiene 30 años.

“Fue lo más feo que me pasó en la vida. Estuve ocho horas internada; el bebé no se sentía. Ya no me pude levantar más de la cama, hasta el dos de enero, que nació Ana Victoria”, cuenta Cecilia.

Han pasado cinco meses. Y la vereda sigue tan rota como entonces. Como muchas de las aceras de Concepción. La Municipalidad ya ha intimado a más de la mitad de los habitantes del área central de la ciudad para que las arreglen. Pero no ha servido de mucho. Por las pasarelas angostas y dañadas no queda más remedio que ir enfrentando peligros: huecos, raíces de árboles, pendientes demasiado pronunciadas y baldosas resbaladizas.

Las motos se suman a los obstáculos que deben sortear los peatones. “Hay tantos de estos vehículos en la ciudad que los estacionamientos se ven desbordados y los conductores no tienen mejor idea que dejarlos sobre las veredas”, se queja Beatriz Cuencas. Tiene 27 años, es docente y corre con menos suerte que la mayoría de sus vecinos de Concepción. Una discapacidad motriz la obliga a caminar con muletas. Para ella, un cordón puede ser una montaña. Y tropezar con los desniveles es igual a terminar en el hospital.

Basta con caminar alrededor de la plaza principal para ver que las aceras de La Perla del Sur son únicamente para aquellos que pueden esquivar motos estacionadas y postes atravesados, para aquellos que pueden saltar los huecos que dejan las baldosas rotas y para aquellos que pueden hacer equilibrio en superficies resbalosas.

Gilda Rocha no salió ilesa de esta aventura cotidiana. Se cayó en la vereda del Colegio de Abogados del Sur, en España al 1.500. El resultado fue un esguince en el pie, 30 días con férula y una recuperación lenta, que incluyó varias sesiones de fisioterapia. El accidente de Gilda, que es mediadora del Poder Judicial de Concepción, al menos sirvió para que arreglaran ese tramo de la acera. Ahora camina mucho más atenta. “Las que más miedo me dan son las veredas inclinadas sin baldosas antideslizantes. No se cómo no controlan esas cosas”, se queja.

Sin peatonales, caminar por la vereda de la calle más céntrica de Concepción, la San Martín, también es una odisea. “Me caí varias veces, ¿sabés porque tengo este pantalón grueso? Porque ya me lastimé las rodillas varias veces”, dice María Liliana López, de 56 años, vecina del barrio La Madrid.

Poco cuidadosos
Las ordenanzas establecen con claridad que el mantenimiento y reparación de las veredas es responsabilidad de los propietarios de cada vivienda. Sin embargo, y pese a las constantes intimaciones que hace el municipio de Concepción, son muy pocos los que cumplen con reparar sus aceras. “Muchas veces, cuando ya las veredas están intransitables las terminando arreglando nosotros. Nos pasó con la comisaría frente a la plaza Mitre. Estaba todo destruido, era un peligro”, explica el intendente, Osvaldo Morelli.

Sentado en el sillón de su despacho, el jefe comunal reconoce que el mal estado de las veredas complica a los transeúntes. “Mis queridos vecinos no son cuidadosos en el mantenimiento de las veredas. Son ellos quienes deben preocuparse. Tenemos innumerables intimaciones por el mal estado de las aceras”, enfatiza.

Carrera de obstáculos
Pudo superar el pánico y la alegría por la llegada de su bebé la alejó por un tiempo de las veredas. Pero ahora que Cecilia Guillén tuvo que retomar el trabajo camina siempre con la mirada fija en el piso. Tiene miedo de volver a caerse. Sufre el doble cuando lleva a su pequeña en el cochecito. Porque cualquier paseo, por más corto que parezca, se convierte en una verdadera carrera de obstáculos.

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