La noche maldita que San Martín pasó en Posadas

La noche maldita que San Martín pasó en Posadas

Los jugadores fueron golpeados por barras en la puerta del hotel misionero.

LA PASÓ MUY MAL. Alfonso ligó una piña en medio de los hechos del sábado. LA PASÓ MUY MAL. Alfonso ligó una piña en medio de los hechos del sábado.
POSADAS.- “Escribí, escribí en LA GACETA que nos quitaron la ropa y que le pegaron a un compañero”. Con esta frase, casi una súplica, pronunciada mientras subía al micro que llevaría al plantel de San Martín de regreso a Tucumán, un jugador expresó a este enviado su impotencia y su enojo por la situación que le tocó vivir.

No era para menos: minutos antes de la medianoche del sábado, frente al hotel donde se alojó el “santo” en Posadas, un grupo de barras golpeó a Alejandro Alfonso y a Aníbal Medina y le robó la ropa a Augusto Max y a otros futbolistas.

La excursión por Misiones terminaba de la peor manera, en las antípodas de aquel triunfo 1-0 sobre Guaraní a mediados de febrero, cuando el gol de César More le daba la mejor de las bienvenidas a Arnaldo Sialle, flamante entrenador.

Mucha agua corrió desde entonces bajo el puente “santo”. Y luego del 2-3 que convirtió al primer ascenso en prácticamente una misión imposible, la crisis futbolística de San Martín se agudizó con los hechos de violencia protagonizados por unos 40 hinchas que habían viajado desde Tucumán con la expectativa de ver a su equipo ganar. Tampoco lo vieron perder, porque pese a que partieron a las 20 horas del viernes desde La Ciudadela, arribaron a la capital de Misiones cuando se disputaba el segundo tiempo del partido.

Según fuentes consultadas por LG Deportiva, el micro se rompió en la ruta y además el chofer se equivocó el camino por lo que se demoraron aún más. En una de las paradas, en este viaje de “terror” protagonizado por miembros de distintas facciones de la barra, también hubo tiempo para enfrentamientos entre los “connotados” pasajeros.

Ya en Posadas, fueron directamente a la céntrica Plaza 9 de Julio a esperar la llegada del plantel. Entonces se desató la locura. Al bajar del micro los jugadores fueron increpados duramente por los hinchas, que sobre todo cuestionaban su “falta de actitud”. Un dato que no es menor: en el grupo había varios de los que visitaron al plantel durante una práctica a puertas cerradas en La Ciudadela, un preaviso que nadie escuchó.

También se habló de que les pidieron dinero para regresar a la provincia. Y discusión va, discusión viene, Alfonso terminó en el suelo. Algún otro jugador habría resultado agredido. Y metros más allá, Max fue despojado de su vestimenta.

“Cacho” Sialle reconoció a LG Deportiva que intentó interponerse entre barras y jugadores para desactivar la tensa situación, pero la calma recién llegó cuando al móvil de la Policía provincial que escoltaba al micro se le sumaron refuerzos y los efectivos sacaron a los barras del lugar.

Sensaciones
Un rato antes de la barbarie, San Martín había dejado escurrir como arena entre los dedos un partido que arrancó de la mejor manera, con un gol desde el vestuario de Luis Silba. “No supimos manejar el resultado y aprovechar los espacios, y como otras veces, pagamos un alto precio por algunas desatenciones”, reconoció el mismo Max. El volante también se quejó por el desempeño del árbitro Carlos Boxler: “No lo culpo de que perdimos, pero sí nos perjudicó todo el partido”.

Y Sialle se refirió al futuro, mucho menos promisorio de lo que pintaba en aquella noche misionera de su debut. “Hay que luchar, hay que pelear por la segunda opción de ascenso, por respeto a la institución, a su hinchada. No hay que bajar los brazos. Acá no se murió nadie, hay que seguir luchando con los brazos en alto, la cabeza arriba. Hay que terminar lo mejor posible”, afirmó.

Eso, se trata de terminar lo mejor posible. La sensación que quedó flotando en la cálida y húmeda Posadas es que, a menos que San Martín se reinvente a sí mismo a partir de este miércoles, se avizora un fin de ciclo para unos cuantos.

La irrupción de la barra y las caras de los jugadores al subir al micro para volver a casa, no hacen sino preanunciarlo.

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