La violencia, el golpe que más duele en San Martín

La violencia, el golpe que más duele en San Martín

Alfonso habló de la trompada que recibió porque lo peor de la visita a Guaraní no fue la derrota.

ASÍ PASARON EL DOMINGO DE PASCUA. El plantel llegó a la provincia a la siesta y se dirigió al estadio para hacer trabajos regenerativos y charlar con los dirigentes. ASÍ PASARON EL DOMINGO DE PASCUA. El plantel llegó a la provincia a la siesta y se dirigió al estadio para hacer trabajos regenerativos y charlar con los dirigentes.
¿Hay algo peor que perder un partido de fútbol? Sí. Infinidades de situaciones y sensaciones. Una de ellas, lamentablemente para aquellos que hacen de un juego una cuestión de vida o muerte, es la violencia; aquella que tantas formas tiene para manifestarse y que el sábado golpeó de lleno al plantel de San Martín.

El hecho afectó a todos por igual, porque no hubo jugador “santo” que haya podido pasar un domingo de Pascuas en paz. Sin embargo, el que peor la pasó, de verdad, fue Alejandro Alfonso. Justo él, el lateral derecho que casi no pudo mostrarse en el torneo y que una vez que fue titular (incluso cumpliendo un buen papel) tuvo que volverse de Misiones no sólo con el dolor de la derrota 3-2 con Guaraní Antonio Franco, sino con el que tenía en su rostro por una trompada cobarde que le acertaron en medio del caos.

“Yo estaba a un costado, recién llegaba. Ahí recibí el golpe, de atrás, y cuando me di cuenta estaba en el piso”, contó el jugador tras una práctica regenerativa, teñida del bajón que significó quedar fuera de la lucha por el primer ascenso, custodiada por efectivos de la policía en el playón del estadio y llena de charlas referidas a cómo seguirá la historia después de que los barras increparan al equipo en el búnker de Posadas.

“Lo que pasó fue una cosa que no se esperaba. Estábamos llegando al hotel donde nos alojábamos para cenar y nos encontramos con un grupo de hinchas que manifestaron su enojo por la derrota y que nos exigieron otro tipo de comportamiento en la cancha. Después de eso llegaron los empujones”, recuerda “Ale”. “Me caí porque el golpe me agarró desprevenido. No sé ni quién fue, pero dicen que se trata de alguien que trabaja en el club. Yo no lo conozco. Y bueno...” suspira. “Por suerte no pasó a mayores, o sea más de que lo que pasó que ya fue grave. Porque para mí fue grave”, insiste, con razón.

“Pero bueno, ya está”, se cansa de repetir el 4 que, como todos, escuchó las palabras tranquilizadoras de la dirigencia tras el entrenamiento dominguero, luego de un viaje en el que se imaginaron hechos peores, que por suerte no pasaron. ¿Hubo miedo? “Y... Por ahí. Es que en el viaje de vuelta se decía que acá en Tucumán había sido una revolución grande lo que ocurrió y que a lo mejor nos podían llegar a estar esperando de nuevo. Pero por suerte estuvo todo bien y no pasó nada. La historia terminó ahí. Los dirigentes ya nos dijeron que nos quedáramos tranquilos y que ellos se van a encargar del tema”, reafirma Alfonso.

A “Ale” le tocó figurar en la peor, hacerse amigo de los micrófonos en una situación dolorosa, pero promete sacar fuerzas para seguir: “es que no queda otra. Hay que entrenar, pensar en el miércoles (contra Defensores de Ramallo) y tratar de olvidar lo que pasó”.

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