Dejá de ser víctima y hacete cargo de vos

Dejá de ser víctima y hacete cargo de vos

Es frecuente culpar a otros por las cosas malas que nos pasan. Dos logoterapeutas explican que el origen de esta conducta suele estar en el miedo infantil a perder el amor de los padres. Pero ese comportamiento, por lo general, nos impide el crecimiento personal

Dejá de ser víctima y hacete cargo de vos
“Me hiciste enojar”, “me hiciste caer”, “me hiciste tirar la fuente”, “es culpa tuya”, “yo no tuve nada que ver” son frases corrientes, que se escuchan con demasiada frecuencia, mucha más de lo que sería deseable, tal vez. Es que difícilmente las personas estén dispuestas a asumir la responsabilidad de su manera de reaccionar, de responder o de hacer las cosas. “Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella”, decía el cantante y poeta Facundo Cabral. Y asumir nuestras acciones, errores incluidos, o culpar a otros hace la diferencia entre vivir como gente responsable o hacerlo como víctimas. ¿Cosechamos lo que sembramos o quedamos a expensas de lo que siembran los demás?

Cuando las cosas nos salen bien, generalmente, las vivimos y las exhibimos como un logro, como la consecuencia o el resultado de nuestras acciones. Pero cuando salen mal, suele pasar que ponemos la responsabilidad fuera de nosotros. ¿Por qué?

“Generalmente, por miedo. Y nos viene desde chicos. Es el miedo a perder el amor, la mirada atenta del otro, del papá o de la mamá, de los amigos cuando somos adolescente. Desde pequeños tomamos el ‘no’ como algo negativo, como falta de amor. Y a todos nos gusta recibir amor”, explica Mariana Soledad Luna de Esper, del Centro de Logoterapia de Tucumán.

La especialista continúa: “cuando somos chicos y ensuciamos o rompemos algo sabemos que si decimos ‘fui yo’ nos van a retar. Y como no queremos perder el amor de mamá, decimos que fue otro. Los chicos ven que la mamá se enoja si el perro ensucia, si alguien tira un vaso, y también con ella misma cuando algo le sale mal. Se dice a sí misma ‘soy una idiota’, ‘soy una bruta’. Y bueno, los chicos aprenden por lo que observan”.

Efectos del miedo

En conclusión, del miedo a ser reprendido o castigado surge el impulso de sacarse de encima la responsabilidad de lo que se hizo. De manera que el comportamiento de los adultos influye decisivamente en la conducta de los niños. Mariana, que es mamá de una nena de 2 años, cuenta: “cuando mi hija se cae, yo no le pego ni lo reto al piso. Le digo ‘mi amor, tenés que mirar por dónde caminás; nadie te hizo daño, vos tenés que fijarte’. Esto es tratar de que el niño se dé cuenta de que puede cometer errores, y es normal que lo haga, de que si se cayó es porque no prestó atención, y si le duele, es lógico”.

Y en este punto, entra en juego otro factor que suele ser generador de ciertos sufrimientos cuando los niños crecen. La logoterapeuta María Yolanda Véliz de Esper, directora del Centro de Logoterapia, lo señala: “es importante que si un niño se cae y llora, se lo deje llorar, porque está expresando su dolor físico con el llanto. Si uno le dice ‘ya está, ya está, no llorés’, le estamos enseñando a sofocar las emociones, y eso que queda guardado, sale de cualquier modo, y por lo general, con violencia”.

“No me valoran”

Mariana recuerda el caso de una paciente suya, a la que para esta nota llamaremos Marta. “Marta me decía que su jefe no la valoraba, que él pensaba que ella no hacía nada. Empecé a pedirle que me describa la situación y se dio cuenta de que ella estaba tan absorba en sus pensamientos referidos que cuando su jefe pasaba cerca, más de una vez, efectivamente, ella no estaba haciendo nada. De tanto construir internamente una realidad, terminás llevándola afuera”, reflexiona la logoterapeuta.

“Otro caso muy común -agrega- es cuando nos gusta una persona. Si yo misma me estoy diciendo ‘no me mira’, ‘no le intereso’, etcétera, es probable que me comporte con indiferencia hacia ese persona y esta termina por no interesarse en mí”.

Desde la emoción

“Esto ocurre cuando damos respuestas emocionales, que no son eficaces; son una reacción”, apunta María Yolanda, que cree que vivimos en una cultura de no responsabilizarse, de no arriesgar. “Es común escuchar personas que afirman ‘No me está yendo bien porque... vos viste cómo está el país’ o ‘Me separé porque... vos viste cómo están las mujeres ahora’. Es más fructífero preguntarse por uno mismo: qué he logrado yo”, agrega.

“La solución aparece cuando me doy cuenta de que mi vida depende de mí. Y me decido a cuidarla protegiéndola mediante la práctica de determinados valores, de mi dignidad, de mi honorabilidad, de mi palabra. A partir de ahí voy a ir tomando decisiones”, añade la especialista.

Agrega que en la vida nunca dejamos de aprender. “Nuestro mejor maestro es el error. Por lo general no se aprende de lo que se hace bien sino de lo que se hace mal; del dolor se aprende más que de la felicidad. Y al elegir un camino con responsabilidad, vamos protegiendo nuestra vida”, concluye.

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