20 Abril 2014
Otra vez los ladrones eligieron actuar en el centro de la capital. Y, en este caso, se cobijaron bajo la tranquilidad del Jueves Santo para llevarse $ 100.000 de las oficinas administrativas de una empresa que comercializa la marca “Jugos Yap”, ubicadas en Catamarca al 200, informó la Policía.
El informe oficial detalla que el robo ocurrió alrededor de las 18.30. En ese momento los empleados Gabriel Ledesma, Liliana Suárez y Marisa Carrizo organizaban la contabilidad de la distribución del día cuando un sujeto -que simuló ser un cadete que tenía un paquete para entregar- llamó a la puerta.
Los administrativos, según sus declaraciones, no vieron ningún comportamiento extraño en el mensajero y lo dejaron pasar. Pero cuando entró a la oficina, el ladrón sacó un arma de fuego y los amenazó.
“Los encañonó y les ordenó que se queden quietos. Después los maniató con unos precintos que, al parecer, traía con él”, explicó el comisario Ricardo Fresneda, a cargo de la seccional 1ª.
Según la Policía, hubo un segundo asaltante que intervino en el robo, quien habría ingresado cuando los empleados estaban reducidos. Pero las víctimas no pudieron aseguraron haber visto a otra persona. “Por el estado de shock en el que quedaron, no sabían si eran uno o dos asaltantes”, contó el comisario.
El asaltante no tuvo que romper una caja fuerte o abrir una caja registradora porque los billetes estaban casi a la vista. “Minutos antes de que se produjera el robo, otro empleado que no trabaja en la oficina había llevado una caja de cartón en la que estaba todo la plata que se llevaron. Las víctimas contaron que este empleado dejó la caja debajo de una mesa que hay en el local y que después se fue”, concluyó Fresneda.
La investigación de la causa quedó a cargo del comisario Hugo Cabezas, jefe de la División Delitos contra la Propiedad de la Dirección General de Investigaciones.
El informe oficial detalla que el robo ocurrió alrededor de las 18.30. En ese momento los empleados Gabriel Ledesma, Liliana Suárez y Marisa Carrizo organizaban la contabilidad de la distribución del día cuando un sujeto -que simuló ser un cadete que tenía un paquete para entregar- llamó a la puerta.
Los administrativos, según sus declaraciones, no vieron ningún comportamiento extraño en el mensajero y lo dejaron pasar. Pero cuando entró a la oficina, el ladrón sacó un arma de fuego y los amenazó.
“Los encañonó y les ordenó que se queden quietos. Después los maniató con unos precintos que, al parecer, traía con él”, explicó el comisario Ricardo Fresneda, a cargo de la seccional 1ª.
Según la Policía, hubo un segundo asaltante que intervino en el robo, quien habría ingresado cuando los empleados estaban reducidos. Pero las víctimas no pudieron aseguraron haber visto a otra persona. “Por el estado de shock en el que quedaron, no sabían si eran uno o dos asaltantes”, contó el comisario.
El asaltante no tuvo que romper una caja fuerte o abrir una caja registradora porque los billetes estaban casi a la vista. “Minutos antes de que se produjera el robo, otro empleado que no trabaja en la oficina había llevado una caja de cartón en la que estaba todo la plata que se llevaron. Las víctimas contaron que este empleado dejó la caja debajo de una mesa que hay en el local y que después se fue”, concluyó Fresneda.
La investigación de la causa quedó a cargo del comisario Hugo Cabezas, jefe de la División Delitos contra la Propiedad de la Dirección General de Investigaciones.
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