Parece que él aflojo y que será ella, nomás

Parece que él aflojo y que será ella, nomás

El “affaire” Marianela-Rial, y los rumores que el chimentero esparció, habrían terminado de subir a la zarina al ring de la política para disputar la sucesión.

Pocas veces en el preludio de una campaña electoral decisiva, como la actual, se mezcló en un entrevero la política con la banalidad de la farándula. Fue la comidilla propia de todo pago chico, devorada con ansiosa curiosidad. Sacudió la pachorra provinciana, convirtiéndose en tema obligado de la política, de los hogares o del café. Alguien podrá ignorar qué ocurrió el 24 de Septiembre de 1812 y hasta quién fue Manuel Belgrano. Pero con total certeza nadie desconoce los rumores sobre presuntos romances políticos que vinculan a actores centrales del poder con Marianela Mirra. Las derivaciones políticas de esas habladurías están a la vista. Las de entrecasa quedan para la imaginación del lector.

En la TV farandulera y en las redes sociales, el chimentero Jorge Rial desparramó versiones por todo el país. La TV de Tucumán no dijo una palabra. Los canales y las radios, obvio, están bajo control dictatorial del mandarín y a su exclusivo servicio. Nada de malas noticias. Sólo las edulcoradas. Es la voz del oficialismo para todos y todas. Sin embargo, el chisme no quedó ahí. Se destapó, en paralelo, la corruptela dentro de la municipalidad de Yerba Buena. La sociedad pudo comprobar que con los dineros del Estado se retribuye a parientes de la modelo, designados por su influencia en el vértice del poder.

El intendente Toledo, para cuidar al patrón, se hace el distraído y descarga la responsabilidad en terceros. En tanto, se resiste a comunicar -como es su deber y como exige la oposición-, la nómina de contratados y las funciones de cada uno. Sería buen debut para la nueva jefe de gabinete, Dora Bianco, tras su acto de transfuguismo, tan duramente criticado por la oposición y por la propia fuerza de la que proviene.

Aquí, los rumores esparcidos por Rial (se hayan basado en un trasfondo de verdad, o no) tuvieron incidencia directa en la política. Dieron más brío a la decisión sin retorno de Betty Rojkés de heredar la poltrona que dejara su marido en 2015, si resultara electa. Con él, sin él o en contra de él, se sumergirá en la aventura. La senadora se eyectó, autopropulsada, después de su paso poco feliz por las cumbres del poder. Pretende imitar al matrimonio Zamora, de Santiago del Estero. Pero son dos casos en las antípodas.

Al voltear la Corte Nacional su ambición de eternidad, el santiagueño, en un pase de muleta rapidísimo, colocó a su esposa como delfín. Arrasó con casi el 70% de adhesión. Rojkés jamás alcanzaría ni la mitad de ese volumen, con el peronismo aldeano fragmentado, tal como lo está hoy. Zamora va en plena trepada de la pirámide del poder; Alperovich se desliza, en cambio, en un talud sin freno hacia el adiós. El tucumano se niega, además, a buscar otro mandato, previa reforma constitucional -sería la segunda en menos de una década-, ante el riesgo cierto de que la gente, por hastío, le dé la espalda.

En verdad, el affaire Marianela-Rial (y todo cuanto se dijo al respecto) a la senadora no le vino políticamente mal para su aventura. Le sirvió como puntal para afianzar su bulimia de poder. Alperovich siempre resistió su postulación. Sabrá por qué. Al parecer, tras el escandalete chimentero, él terminó aflojando. La versión de que el oficialismo enarbolaría a la primera dama en 2015, revolvió las aguas del peronismo, ya encrespadas por las fisuras intestinas y el cambio que se avecina con la reelección tapiada. El zar siempre tuvo debilidad por Juan Manzur, convencido de que su mansedumbre incondicional le permitiría manipular el poder fuera del palacio. Con su fracaso en las consultas populares recientes, “el tío Yamil” terminó sepultándose solo. Resultó más hábil atesorando propiedades y dinero para sí, que juntando votos.

Es investigado por presunto enriquecimiento ilícito en un proceso que avanza a paso de tortuga en el fuero federal. Manzur está desesperado por liberarse de esa amenaza judicial. No se rinde. Si lo deja la Presidente, renunciará en julio para volver a Tucumán a hacer campaña. Se topará con la senadora. La relación entre ellos siempre fue tensa. Y más ahora...

La secesión y la sucesión dentro del peronismo, ligadas umbilicalmente entre sí, son asuntos aún irresueltos por el César, en tanto se dispersa la tropa y el almanaque engulle el tiempo electoral con celeridad. No se sabe cómo terminará el embrollo, ni hacia dónde derivará la enredada situación actual. Con la tribu retobada, dividida y a punto de la estampida, Alperovich se metió en un callejón sin salida. Se suma, para mayor de sus males, la obsesión de su cónyuge de cargar la candidatura en 2015. Cristina no eligió aún su sucesor y el mandamás local duda dónde depositará sus fichas y por quién. Errar el disparo puede resultar un mal negocio en el tramo agónico de su larga era.

Alperovich comunicó a su feligresía que a fin de año definirá todas las candidaturas, encuestas en mano. En tanto, soba el lomo a las “viudas del poder” (legisladores, intendentes, concejales y delegados rurales que quedarán a la intemperie), consolándolas con la promesa de que algo tendrán, después de 2015. No hay convicción del triunfo, si su consorte tirara el carro. Rojkés quiere sentar en la intendencia a Hugo Cabral, defensor del Pueblo. Es más, hasta podría acompañarla en la fórmula, sustituyendo a los avejentados y gastados rostros de siempre del peronismo. De Alperovich, Cabral tiene el guiño para zambullirse en la pelea política.

Con el intendente las cosas están cada día peor. Al distanciamiento político se agregan, ahora, las diferencias financieras. Amaya abandonó el cascarón y comenzó a asomar, amenazante, en el horizonte como candidato a la silla mayor. En rutas y sitios estratégicos aparecieron pintadas “Amaya, 2015”. El lanzamiento de suave despegue enfureció al César. En operaciones sin mucho ruido camina el interior con sus personeros y habla con los popes lugareños. Estos expresan en voz baja su disconformidad con el mandamás, pero su rebeldía no va más allá. Temen las represalias, con la consecuente poda de víveres.

Para evitar la diáspora, el gobernador los somete garrote en mano y con la billetera. Es su modo de gobernar. En vez de buscar un arreglo, tensa la soga con el alcalde, a menos de que sea su estrategia para negociar después. En sus oídos le bisbisean la conveniencia de acordar con Amaya para no perder la manija del poder. ¿Aceptará el lord mayor, después de tanto maltrato recibido? El jefe del ayuntamiento no bajará su candidatura, ni aceptará fungir de partenaire de la primera dama. No lo tienta tampoco ninguna butaca del Congreso Nacional.

A pesar de que es plenamente consciente de la debilidad de la primera dama, todo pinta que será ella nomás la candidata. Dentro del peronismo hay dirigentes que se tirarán a retranca o trabajarán para otros, porque consideran que no es la mejor expresión política para el choque en 2015. Uno de esos focos de resistencia está en la Legislatura. En la vereda de enfrente se topará con José Cano. La gente de Sergio Massa busca un acuerdo con él, pero todo está en aguas de borrajas todavía.

Como si se tratase de dineros privados, el contador retacea fondos a la municipalidad, con el avieso propósito de sitiar a Amaya por hambre y sed. Por el Pacto Social recibe 60 millones por mes, desde 2012, y gasta 52 en la planilla salarial. Pide su actualización. Para ejecución de obras le quedan migajas. El gobernante y el alcalde se enrostran deudas recíprocas, sin ponerse de acuerdo en el monto. Mientras el gobierno nacional refinanció al de la provincia su deuda a plazos generosos, Alperovich pretende cobrar casi 600 millones, más intereses al Ayuntamiento. Abajo, las espadas mayores de ambos espacios, Germán Alfaro y Sergio Mansilla, intercambian munición gruesa, defendiendo al patrón de cada uno. Detrás, resalta el trasfondo político.

En línea con Alperovich, la Corte Suprema, en una muestra más de su atadura al poder de turno, negó el ascenso a Carlos López, secretario del Juzgado de Instrucción de la V Nominación. La promoción fue pedida por los camaristas Pedro Roldán Vázquez y Alfonso Zótolli. Denegaron la petición Antonio Gandur, Antonio Estofán y René Goane. Extraña la oposición del último supremo cortesano. Se ve que no es pariente de él, porque si hubiera sido, seguramente, hubiera aprobado el ascenso. Goane inundó los Tribunales con sus familiares, como informó LA GACETA recientemente. Podría haberse excusado. Votaron en contra Claudia Sdbar y Daniel Posse. López padece la represalia de la Corte por una Carta de Lectores que publicó en LA GACETA.

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