La Argentina puede terminar al tope del ranking global de inflación

La Argentina puede terminar al tope del ranking global de inflación

MIRANDO PRECIOS. El mes pasado, los alimentos y las bebidas subieron, en promedio, 2,4%, según el Indec. reuters (archivo) MIRANDO PRECIOS. El mes pasado, los alimentos y las bebidas subieron, en promedio, 2,4%, según el Indec. reuters (archivo)
20 Abril 2014
Los argentinos estamos condenados a vivir con la inflación a cuestas. El poder adquisitivo va cayendo a un ritmo más acelerado que las expectativas oficiales. Si bien el ministro de Economía, Axel Kicillof, plantea que, con el dato de marzo, la inflación tiende a disminuir respecto de los meses pasados. Pero, la vara está demasiado elevada. El 10% con el que cerró el primer trimestre del año es una clara muestra de que la suba sostenida de precios se mantendrá. Los economistas sostienen que, frente al contexto actual, el Índice de Precios al Consumidor Nacional urbano (IPCNu) terminará 2014 por encima del 30%, casi tres veces más que lo pautado por el Gobierno en el Presupuesto, antes de la devaluación de enero.

“En materia de precios las cosas van peor lo esperado”, advierte el economista Juan José Llach. “Con más de 12% en el trimestre -el IPC de Graciela Bevacqua dio 3,3% en marzo-, se requerirá una tasa mensual del 2% para cumplir el pronóstico del 34% para el año, algo todavía posible si hay más medidas estabilizadoras”, sostiene. Los resultados de las paritarias han promediado no menos de 30%, contra el techo del 25% soñado por el gobierno para, créase o no, lograr una caída del 10% del salario real, algo que sí ocurrirá con las jubilaciones, dice Llach.

Por su parte, la consultora Management & Fit (M&F) sostuvo que con la suba de precios del primer trimestre “el aumento en los haberes previsionales anunciado en febrero (11,31%, efectivo desde marzo hasta septiembre) casi se esfumó en términos reales, habiendo transcurrido sólo un cuarto del 2014”.

Según M&F, “la desaceleración de la inflación mensual se explica, en gran medida, por la dinámica económica”. “De todas formas, la inflación se mantiene en niveles demasiado elevados para pensar que la tormenta ya pasó. Si el ritmo de aumento de los precios al consumidor convergiera a 2% mensual de aquí en adelante, el denominado IPC-Congreso arrojaría una suba de 36% anual, mientras que el IPCNu mostraría un alza de 31%”, añadió. Según el informe, “se trata de tasas lo suficientemente elevadas como para dejar al país al tope del ranking de inflación mundial y para suscitar más pedidos de ajuste por parte del FMI”. “Para los próximos meses, es posible que la inflación continúe desacelerándose. Aunque costosa, la recesión es efectiva para disciplinar los precios”, explicó el reporte.

Incertidumbre

Menos estabilidad


Uno de los efectos más sensibles en un escenario inflacionario es la incertidumbre que esa evolución de precios genera entre los agentes económicos. Las empresas no pueden proyectar sus balances, como tampoco pueden llegar a establecer cuánto costarán los insumos de aquí a mediano plazo. Los costos de producción suelen elevarse e, indudablemente, este proceso afecta la rentabilidad. En las empresas se debilita la demanda de trabajo. Los últimos índices oficiales muestran un estancamiento en la generación de empleo. Además, se frenan las inversiones.

Retracción

Menos consumo


Con el deterioro del poder adquisitivo se achica el poder de compra de las familias y, por ende, se retrae el consumo. El ahorro es prácticamente un lujo en estos tiempos. La clase media ha consumido su capital y hasta ha prescindido de la adquisición de bienes durables. La compra de moneda extranjera es una conducta del pasado. Otro efecto de la inflación es el encarecimiento de la financiación a través de préstamos bancarios y del uso de las tarjetas de crédito. Esto es un efecto del incremento de las tasas de interés que aplican las entidades emisoras, como un modo de cobertura.

Más gasto

Retoque presupuestario


El Estado también pierde en un escenario de elevada inflación. Durante varios años ha sostenido en sus presupuestos los indicadores oficiales. No obstante, la expansión del gasto público ha sido un reflejo de que el aumento de los precios también impactó en las cuentas. Las erogaciones vienen creciendo a un ritmo superior del 30%, cuando la inflación del Indec marcaba una tercera parte de aquel reajuste. La recaudación impositiva, a su vez, fue incrementándose tanto por inflación como por presión fiscal. La presión de las paritarias obliga al sector público a redistribuir partidas presupuestarias para atender al mayor gasto salarial, a costa del plan de obras públicas que, tanto en forma directa como indirecta, generan más puestos de trabajo.

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