El estado de abandono de la Sociedad Sarmiento

El estado de abandono de la Sociedad Sarmiento

17 Abril 2014
Ellos representan la memoria, la identidad, un pedazo de historia. Mientras en otros lugares son venerados, se los cuida, se los mima, en otros, sucede lo contrario. Algo similar ocurre con el patrimonio cultural, para unos constituye la joya de la familia, para otros una especie de trasto antiguo que molesta y ocupa lugar. Los viejos no tienen demasiada suerte en la tierra tucumana, y menos los edificios valiosos, por su arquitectura o por su contenido espiritual. Tanto que año a año, “la piqueta” de Damocles se balancea peligrosamente sobre alguno de ellos con mucha posibilidad de éxito.

Aunque la cultura ya estaba desparramada en el territorio tucumano, la Sociedad Sarmiento, fundada el 17 de junio de 1882, se convirtió rápidamente en su motor. Poetas, pensadores, músicos, intelectuales confluyeron en ese lugar, donde se gestó el nacimiento de la Universidad Nacional de Tucumán.

Una crónica publicada en nuestra edición de ayer, da cuenta del deterioro penoso en que se halla el interior de la sede (humedad, revoques caídos, pisos agrietados), así como del estado de abandono de los más de 80.000 ejemplares que yacen en anaqueles cubiertos de polvo. El recinto es habitado por algunos estudiantes que lo emplean como lugar de estudio.

En 2006, la UNT firmó un convenio por el que se comprometía a restaurar el edificio de Congreso 65, y a colaborar en el mantenimiento del fondo bibliográfico. La Sociedad Sarmiento conservaba el usufructo y en caso de desaparecer, cedía la propiedad del inmueble que pasaría a la UNT, así como su patrimonio. “La Sociedad ya ha pagado su compromiso, que consistió nada menos que ceder a la Universidad el valiosísimo edificio en forma de donación. A cambio, la casa de estudios se comprometía a restaurarlo, mantenerlo y proteger el acervo bibliográfico de la biblioteca. Es muy doloroso ver que nada de eso haya ocurrido y que el edificio se encuentre en el estado calamitoso en que se halla”, dijo Raúl Torres Zuccardi, ex presidente y actual vocal de la comisión directiva.

El rector Juan Cerisola dijo que se hicieron reparaciones en los techos, los desagües pluviales, la infraestructura eléctrica, se reacondicionó el salón de lectura, se resguardó las antiguas farolas que adornaban ese solar, y admitió que hay tareas pendientes y de gran envergadura. “Hemos puesto al personal de la Biblioteca Central de la UNT en la recuperación y catalogación de las distintas colecciones que tiene la Sociedad Sarmiento. Por otro lado, es bueno recordar que es la Universidad Nacional de Tucumán la que sostiene al personal que presta servicio en este histórico lugar”, afirmó.

Más allá de las palabras, la realidad muestra la lenta agonía de una institución señera en la cultura de los tucumanos, cuyos visitantes son cada vez más ocasionales. En junio, la Sociedad Sarmiento, diseñada por Domingo Selva, autor de la Casa de Gobierno, cumplirá 132 años. En su salón disertó en octubre de 1916 el filósofo español José Ortega y Gasset y en 1931 brindó un concierto el gran pianista Arthur Rubinstein. Pero también allí, en 1906 Juan B. Terán -por entonces su presidente- diseñó el sueño de que Tucumán tuviese una universidad.

Por el bien de la cultura, de la historia, de la identidad y de la misma comunidad, sería más que positivo si la próxima administración universitaria se ocupara con mayor compromiso de devolverle la vida a la Sociedad Sarmiento.

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