La angustiante ayuda del semiólogo

La angustiante ayuda del semiólogo

Prometía ser una pelea sin cuartel. De un lado, la planificación periodística. Del otro, la noticia quemante. La urgencia embistió de entrada, con la difusión del índice oficial de inflación, un homicidio en Aguilares, el juicio por el asesinato en Salta de las turistas francesas, y la pelea entre el alperovichismo y el amayismo. Las producciones propias no se amilanaron. Respondieron con el suplemento especial sobre las elecciones de la UNT, las calles de Concepción infestadas de baches, y el estadio de hockey, que pasó de sueño a pesadilla de clubes tucumanos. ¿Qué priorizar en la portada? Entonces alguien evocó a Eliseo Verón, que en Construir el acontecimiento enseñaba que los medios no reflejan la realidad, porque no hay un “original de la realidad” que reflejar. No reproducen realidad -advirtió el semiólogo argentino-, sino que la producen. Alumbrar la tapa, de pronto, fue más sencillo. El peso de la responsabilidad, por lo mismo, se hizo menos llevadero.

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