Las colas son un tormento para el ciudadano

Las colas son un tormento para el ciudadano

16 Abril 2014
Nacieron con la intención de poner algún orden y se fueron convirtiendo en una tortura ciudadana, de la cual es difícil escapar, salvo que se tenga alguna amistad o se goce de una situación de poder. Aunque existen en otras partes del mundo, parecen formar parte de la idiosincrasia argentina. Las colas son las dueñas de las madrugadas y de las mañanas tucumanas.

Diariamente miles de comprovincianos se constituyen por la gestión de algún trámite en el Registro Civil, Anses, Archivo General de la Provincia, la Policía (certificado de buena conducta), el Subsidio de Salud o en el Hospital Padilla. Luego prosiguen en los bancos, en el correo, especialmente entre el 5 y el 15 de cada mes, así como en algunas obras sociales, como el Subsidio de Salud o el PAMI.

Pero el hecho de realizar estas también llamadas líneas de espera no se agota cuando se logra ingresar al local en cuestión. Sucede que casi nunca hay personal suficiente para atender a la gran demanda y la infraestructura es insuficiente; por ejemplo, los bancos, en general, carecen de baños públicos.

“Es un martirio tener que andar esperando a la intemperie, sobre todo con la lluvia. Uno dormita un poco, claro, pero tampoco se puede hacer mucho. Además, somos gente grande. Creo que habría que cambiar el sistema para dar turnos. Los empleados atenderían con menos problemas y no sería tan asfixiante para ellos”, se quejó un vecino de La Ciudadela. Un albañil de 60 años que había comenzado la cola a las 4, dijo: “Hacer un trámite en cualquier parte siempre es humillarse entero. No nos queda otra que esperar. Lo más grave del asunto es que no tenemos baño al alcance en toda la espera”.

El Subsidio de Salud es uno de los más criticados por los afiliados. “Concurrí a sacar una chequera de orden de consulta y cambio de recetarios (no me explico que estos tengan fechas de vencimiento); fue aproximadamente a las 14, pero he tenido que salir ya que por las interminables colas era imposible hacer el trámite. El que concurre es por necesidad de alguna autorización por enfermedad, pero al llegar y ver ese espectáculo desde que habilitan la atención y el cierre, los afiliados se enferman más, ya que en la mayoría de los casos no es una, sino tres colas que hay que efectuar”, escribió Mario Rivet Vozza en nuestra Sección de Cartas de Lectores. Mientras Celia Katz contó: “Hacer autorizar un pedido médico y comprar una chequera se convierten en un calvario en el Ipsst. A las 13.30, de 12 cajas habilitadas para trabajar, sólo tres atendían al público. Intenté hablar con el jefe de cajeros para preguntar el porqué de la situación, pero ya se había retirado, lo mismo que la tesorera. No había libro de actas para dejar asentada la queja de manera formal”.

¿Por qué no diseñar, por ejemplo, un sistema de atención durante las 24 horas? ¿Por qué el Estado no se ocupa de este asunto? ¿Acaso no es su responsabilidad? ¿Acaso no debe velar por la salud de los ciudadanos?

A ningún representante del pueblo parece interesarle el drama cotidiano de miles de sus representados que reciben este trato inhumano. Tal vez deberían experimentar en carne propia este padecimiento y mezclarse con la gente para sensibilizarse y obrar en consecuencia. Quizás así estas indignas colas emprendan la retirada y el ciudadano se sienta respetado.

Comentarios