Charles Chaplin, una estrella que brilla desde hace 125 años

Charles Chaplin, una estrella que brilla desde hace 125 años

El actor y director nació en 1889, en una casa muy pobre. Poco tiempo después, se convertiría en el artista más valorado de Hollywood

16 Abril 2014
En marzo de 1978 se produjo un secuestro en el lago Lemán: los captores pedían 600.000 francos a cambio de devolver al rehén, que no era otro que el cadáver de Charles Chaplin. Dos meses después de su muerte, el cuerpo del actor protagonizó una aventura digna de alguna de sus últimas películas. Pero también la vida de Chaplin, de cuyo nacimiento hoy se cumplen 125 años, fue cualquier cosa menos tranquila.

Su verdadero nombre era Charles Spencer Chaplin y ese es, tal vez, uno de los pocos datos que de él se conocen con exactitud. Su lugar de nacimiento es un misterio: en la mayor parte de las biografías se dice que vino al mundo en Londres, pero ni los servicios secretos lograron encontrar su partida de nacimiento.

Sí se sabe, en cambio, que de pequeño era pobre, que su madre sufría una enfermedad psíquica y que su padre era alcohólico. Pero tenían un teatro y su primera actuación la hizo a los cinco años.

Por aquel entonces, Hollywood era un lugar polvoriento de Los Ángeles en el que se hacían películas. O mejor dicho, cortometrajes de unos pocos minutos. Chaplin apareció en algunos de ellos, pero ya en su segunda película interpretó a un vagabundo de anchos pantalones, zapatos deformados, bigote, bastón y bombín. Había nacido Charlie Chaplin.

Un caballero normal
Pronto se hizo cargo también de la dirección y en 1915 vio la luz “Charlot, vagabundo”, su primera obra maestra, un éxito que traspasó fronteras. “Soy conocido en partes del mundo en las que la gente ni siquiera ha oído hablar de Jesús”, afirmó. Y tenía razón. El actor nacido en la pobreza se convirtió así en la primera estrella mundial de Hollywood. Un cine de Nueva York proyectó durante nueve años seguidos sus películas, con una única interrupción: cuando se incendió.

“Todas mis películas se basan en la idea de ponerme en dificultades para después tratar de comportarme como un caballero normal”, explicaba, según reprodujo la agencia de noticias DPA. Y esa era la receta de su éxito: Chaplin era siempre el bueno, el simpático, el pequeño que, a pesar de todo, no se dejaba doblegar. Y que, al final, lo único que tenía era su dignidad.

Con “Vida de perro” y, sobre todo, con “El chico” logró emocionar a millones. Con “El circo”, “Luces de la ciudad” y “Tiempos modernos” rodó, entre 1928 y 1936, tres películas que hasta hoy muchos críticos consideran grandes obras. Eran filmes mudos en un tiempo en que el mundo entero se desvivía por las cintas habladas. Y cuando Chaplin dio el paso a la palabra, logró una de las sátiras más brillantes, “El gran dictador”, en 1940. Los nazis se vengaron con lo que para ellos era el peor de los insultos: afirmaron que Chaplin era judío. No era verdad, pero Chaplin ni se inmutó. Estaba ocupado con sus películas, en las que ya era actor, director, guionista, productor e incluso compositor.

Todavía haría otras dos películas hasta 1952, las últimas que produjo en EEUU. Es que al actor y director se lo veía cada vez con más desconfianza a ese lado del Atlántico. Durante una de sus estancias en Europa, el FBI le prohibió volver al país norteamericano. Chaplin se vengó con “Un rey en Nueva York”, en la que interpretaba a un ex monarca europeo invitado por el Senado estadounidense que se enreda en una manguera de incendios y acaba mojando a todos los políticos. La película, rodada en 1957, no pudo verse en EEUU hasta 1973.

Para esa fecha Chaplin acababa de recoger su segundo Oscar honorífico, pero apenas podía ya andar. Pasó sus últimos años en el lago Lemán, en Suiza, hasta que el día de Navidad de 1977 su muerte sacudió al mundo.

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