Por Roberto Delgado
13 Abril 2014
Tiene 86 años. El 5 de abril a la mañana caminaba por avenida Aconquija al 1.800 y de la nada un perro que estaba echado cerca de una señora que barría la vereda saltó y le mordió el muslo derecho. Pantalón roto, mucha sangre. La señora llamó a la familia, llevaron adentro al perro.
Un policía motorizado lo asistió, pidió una ambulancia y tomó los datos de la familia. Un señor de la casa dijo: “por favor, nosotros lo llevaremos al Centro Carrillo”. Sacó el auto, le puso cartones en los asientos para que la sangre no le manche el tapizado y se fueron al centro asistencial. La médica limpió la herida, recetó un calmante y la vacuna antirrábica. Firmó la orden del PAMI. En la farmacia el dependiente lo conocía y le advirtió que el remedio pedido era carísimo ($ 680) y que había otro de $ 80. Que vuelva a consullar a la médica.
Volvió, y regresó a la farmacia con la nueva receta. Rengueaba un poco. “No voy a hacer denuncia policial. Se portaron bien conmigo”, dijo. ¿Y el perro? Lo llevaron adentro de la casa. ¿Cuántos casos hay de este tipo en las calles tucumanas? La veterinaria Rossandra Molina estima que en la capital y Yerba Buena debe haber unos 65.000 perros, entre domiciliarios y callejeros. Sabemos que hay ordenanzas municipales y hasta una ley provincial sobre perros peligrosos, pero ahí están. Los peligrosos y los tranquilos y sufridos que, como el protagonista de “La llamada de la selva”, pueden dejar salir a escena al lobo escondido.
En otras partes con menos animales familiares y escasos perros callejeros se pone el acento en el seguro de responsabilidad civil. En Francia las familias pagan 36 euros por mes por seguros contra este tipo de accidentes, que se hacen cargo de estos siniestros. Acá esperamos una buena acción de los responsables -como los del sábado 5- o nos resignamos a la queja por la ineficacia de la norma, con el ruego de que no ocurra una tragedia. La verdad es que no debería quedar sujeta a una acción judicial o a la buena voluntad de sus dueños la responsabilidad civil del perro.
Un policía motorizado lo asistió, pidió una ambulancia y tomó los datos de la familia. Un señor de la casa dijo: “por favor, nosotros lo llevaremos al Centro Carrillo”. Sacó el auto, le puso cartones en los asientos para que la sangre no le manche el tapizado y se fueron al centro asistencial. La médica limpió la herida, recetó un calmante y la vacuna antirrábica. Firmó la orden del PAMI. En la farmacia el dependiente lo conocía y le advirtió que el remedio pedido era carísimo ($ 680) y que había otro de $ 80. Que vuelva a consullar a la médica.
Volvió, y regresó a la farmacia con la nueva receta. Rengueaba un poco. “No voy a hacer denuncia policial. Se portaron bien conmigo”, dijo. ¿Y el perro? Lo llevaron adentro de la casa. ¿Cuántos casos hay de este tipo en las calles tucumanas? La veterinaria Rossandra Molina estima que en la capital y Yerba Buena debe haber unos 65.000 perros, entre domiciliarios y callejeros. Sabemos que hay ordenanzas municipales y hasta una ley provincial sobre perros peligrosos, pero ahí están. Los peligrosos y los tranquilos y sufridos que, como el protagonista de “La llamada de la selva”, pueden dejar salir a escena al lobo escondido.
En otras partes con menos animales familiares y escasos perros callejeros se pone el acento en el seguro de responsabilidad civil. En Francia las familias pagan 36 euros por mes por seguros contra este tipo de accidentes, que se hacen cargo de estos siniestros. Acá esperamos una buena acción de los responsables -como los del sábado 5- o nos resignamos a la queja por la ineficacia de la norma, con el ruego de que no ocurra una tragedia. La verdad es que no debería quedar sujeta a una acción judicial o a la buena voluntad de sus dueños la responsabilidad civil del perro.
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