Esa fuente inagotable llamada Charly García

Esa fuente inagotable llamada Charly García

Biografía nada fácil de urdir sobre un músico al borde del desborde

SALIR A FLOTE CON EL MITO VIVIENTE. Charly García parece estar flotando todo el tiempo, a dos aguas, en la turbulenta convivencia de la genialidad, la locura y la autodestrucción. Como en esta foto, de Maxi Vernazza, que forma parte de la muestra “El Charly que yo conozco”.   SALIR A FLOTE CON EL MITO VIVIENTE. Charly García parece estar flotando todo el tiempo, a dos aguas, en la turbulenta convivencia de la genialidad, la locura y la autodestrucción. Como en esta foto, de Maxi Vernazza, que forma parte de la muestra “El Charly que yo conozco”.
13 Abril 2014

BIOGRAFÍA

NO DIGAS NADA

SERGIO MARCHI

(Sudamericana - Buenos Aires) 

El crecimiento de la edición de libros sobre música ha sido notoria en los últimos años: históricos, biográficos, críticos, analíticos. Desde una editorial como Gourmet Musical, pasando por la reimpresión de Rockología, la vasta obra de Sergio Pujol y un volumen como 10 discos del rock nacional presentados por 10 escritores, hasta clásicos internacionales como Henry Sullivan, Claude Chastagner, Simon Reynolds y Greil Marcus.

A fines de 2013 fue el turno de la reedición de No digas nada. Una vida de Charly García, por Sergio Marchi.

El libro, cuenta su autor, nació como un deseo del músico mismo, y después de cuatro años de seguirlo “por donde fuese”. Pero no pretende ser “una biografía” a secas; “su ambición es mucho más modesta”: contar la impronta genial de García que se impone en cada uno de sus pasos. Es cronológico, pero no de manera estricta: lo que suceda entre 1993 y 1997 (desde la propuesta hasta la publicación) será un presente al que se regresa constantemente.

A aquella edición original se le agregaron, para la versión 2007, unas 200 páginas, y el “Souvenir” con que abre esta nueva publicación es una especie de prólogo escrito un día después de que Charly tocara en el Teatro Colón.

Mito viviente

Hay que decir: no la tuvo fácil, Marchi. Debió cargar con un mito viviente todo el tiempo al borde del desborde o en el desborde mismo.

Por eso quizás sea más que notoria la presencia del narrador en los acontecimientos (incluso tocando la batería en algunos recitales), el acceso a la intimidad y la cotidianidad del músico, cumpliendo un rol de protagonista a la vez que socorrista emocional.

García: la relación entre genialidad, locura y autodestrucción; su formación musical, su condición de hijo y hermano; el anecdotario, los entretelones de su discografía, el hombre de respuestas agudas y ocurrentes; tierno, tímido, ansioso, ciclotímico, honesto, visceral, transgresor; sus dolores, su vacío, sus culpas.

Una persona como cualquier otra, pero atravesada por la notoriedad pública: sus propias ambiciones frente a las expectativas externas. “Un flaquito de Caballito (que) se defiende en el mundo como puede”.

Como bien apunta el autor, “el punto final de su historia aún no se ha escrito”. Charly es una imagen inagotable. Si estaba en llamas cuando se acostó, la pregunta que parece flotar continuamente es qué sucederá cuando se levante.

Marchi mismo lo dice: “¿qué nos queda a nosotros? Simplemente mirar, tratar de entender sin juzgar y, si se nos presenta la oportunidad, dar una mano”.

© LA GACETA

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Hernán Carbonel

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