“Las clases dominantes argentinas siempre se sometieron al imperio británico o al norteamericano”

“Las clases dominantes argentinas siempre se sometieron al imperio británico o al norteamericano”

El autor de Escritos imprudentes, como el hombre renacentista que es, aborda diversos temas: los best-sellers, los años 70, la inseguridad actual, el año de Cortázar, la música, el cine, los personajes y las tramas de sus novelas, la intervención de Estados Unidos en el mundo. “La civilización es la excusa del imperialismo”, sentencia

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13 Abril 2014
- ¿Creés que el nazifascismo tiene componentes capitalistas?

- Sí, por supuesto. El nazifascismo es una forma de capitalismo de Estado. Capitalismo de Estado es siempre un mundo de economía intervencionista, dirigista, que no deja el mercado liberado a su propia dinámica sino que interviene en el mercado para dirigirlo. Y el nacionalsocialismo fue una forma de capitalismo de Estado.

- ¿El nazismo ocultaba esa característica?

- Lo ocultaba un poco pero hay que tener en cuenta que Röhm, con las SA, intentó hacer una revolución a la izquierda de Hitler y lo aniquilaron. Incluso algunos adherentes de Hitler, como Goebbels, dijeron “no hicimos una revolución anticomunista para que nos lleven al comunismo”. Ahora, lo fundamental del régimen de Hitler era que le servía al capitalismo para frenar lo que llamaban “la ola roja”. Porque lo que más temían era que la Unión Soviética se devorara a Alemania. Entonces por eso apoyaron tanto a Hitler, antes de que Hitler se revelara descaradamente. Apenas antes. Cuando declaró la guerra dejaron de apoyarlo. Muchas empresas capitalistas, la General Motors, la Siemens, la Ford... Héroes norteamericanos como Lindbergh, el que cruzó el Atlántico. Henry Ford también, que escribió El judío internacional.

- ¿El soldado alemán hacía una diferenciación total con sus enemigos?

- Sí. También la hacía el soldado norteamericano, el soldado inglés. La guerra es eso; hacer una absoluta diferenciación con el enemigo.

- Hay una muy buena película de Fassbinder, con Hanna Schygulla. En ella se cuenta que en todo el frente, cuando se pasaba la canción, las acciones bélicas se detenían.

- Puede ser la imaginación de Fassbinder. Sí. Yo la conocí a Hanna Schygulla, pero ya gorda. Bueno, pero estábamos en el festival de San Sebastián y era hora de comer (reímos). Así que debe de haber engordado en esos días. Hay otra gran película de los juicios al nazismo, Juicio en Nüremberg.

- En la novela, ¿te molesta lo que llamaríamos la anécdota?

- ¿La trama? En absoluto. Puedo hacer una novela sin trama. Cualquiera puede. Pero para mí la novela debe obligatoriamente contener una trama. Todas mis novelas tienen una trama sólida, muy sólida. Porque eso es lo que me atrae mucho.

- Creí que ibas a decirme que tenía tanta importancia lo filosófico como...

- (Interrumpiendo) Lo filosófico y el lenguaje. Es decir, cómo escribís tu novela, con qué lenguaje. Yo fui alguna vez pianista y soy muy musical. La prosa para mí es música. Hasta que no siento que una frase es musicalmente perfecta, o apropiada, no la dejo. Tiene que ser musical, si no, no está bien escrito. Por eso le recomiendo mucho a mis colegas que escuchen música, pero no rock, reggaeton, cumbia. Eso es deplorable.

- ¿Y el rock sinfónico? ¿Pink Floyd?

- Eso es otra cosa. Eso es música. Sí, todo lo que sea sinfónico me gusta.

- ¿Creés que algún best-seller puede tener cierto valor?

- Bueno, sí, ¿por qué no? El nombre de la rosa es un libro interesante, valioso. El autor al menos se mató escribiendo ese libro. Hay libros que son best-sellers y no por voluntad del autor, sino del público. Hay autores que escriben best-sellers deliberadamente, pero eso nunca se puede saber. Hay un autor que viene y te dice “estoy escribiendo un best-seller” ¿Y vos cómo sabés que va a ser un best-seller? O como en el cine. “Esto no le va a gustar al público” ¿Y ustedes cómo saben que no le va a gustar al público? Pero, por lo general, los best-sellers que están en las vidrieras de los aeropuertos son lecturas de viaje... No son muy buenas literaturas.

- ¿Leés mucha ficción?

- Sí. Sobre todo de Argentina. Los libros que vienen de afuera no creo que sean obras maestras, además uno tiene que luchar con la traducción española, cosa que me irrita muchísimo. En cambio, un libro escrito acá, por un buen escritor... Ahora están surgiendo muchos escritores, habrá que ver si son buenos. Como con el llamado nuevo cine argentino, creo que se hicieron 200 películas en un año, pero eran directores que hacían una y después no hacían más. Vamos a ver qué pasa con la literatura. No hay demasiados escritores, pero eso es normal. No puede haber demasiados escritores. No todos tienen talento para escribir, eso es una verdad y listo, se acabó. No todos tienen talento para tocar el piano. No toques el piano si vos no avizorás que en algún momento vas a acercarte a lo que es Martha Argerich. O mirala a ella tocar un rato, escuchala y andate a tu casa después (lo dice con entusiasmo, pero también casi con indignación, que se adivina motivada por la falta de excelencia de estos tiempos). Repito, mirala a ella, porque es bellísima. Siempre la consideré la pianista más hermosa del mundo.

- Estoy por sospechar que la admirás.

- Sí, definitivamente. Ella está entre los cuatro mejores pianistas de la Historia.

- ¿Cuáles son los primeros?

- No, no hay primeros que ella. Ella está entre los cuatro. Los otros son Vladimir Horowitz, Claudio Arrau, Svjatoslav Richter, Rubinstein, Ashkenazi... Y no muchos más. En la actualidad, Sergio Tiempo y la invasión asiática (se ríe). Vienen los chinos, los japoneses... Y hay una coreana, de 24 años, que es extraordinaria.

- Está Lang Lang...

- Un payaso.

- ¿Por qué decís que es un payaso?

- Por las caras que pone cuando toca el piano (gesticula). Tiene buena técnica. Pero la otra vez lo vi en un show tocando un estudio de Chopin con una naranja.

- ¿Qué opinás de esas cosas circenses?

- Son basura. Porque éste es un mundo circense, sangriento y espectacular. El show de la sangre, el show de la tortura… ¿Vos viste la violencia que hay en las películas? Es inconcebible.

Guerrilla, poder y libros

- Vos siempre te manifestaste en contra de la violencia. Montoneros, no. ¿Pudo la guerrilla argentina tomar el poder?

- No, en absoluto. Tendrían que haberlo evaluado adecuadamente y darse cuenta de que no podían tomar el poder ni podían pelear seriamente contra un adversario que los superaba tanto en poder de fuerzas. Pero la guerrilla argentina tuvo una conducción por lo menos, digamos, muy escasamente inteligente, que sabía muy poco de estrategia militar. Y bueno, se largaron a una empresa imposible que terminó trágicamente. Nunca estuve de acuerdo con la guerrilla argentina. Una cosa era bajo las dictaduras. Pero a partir del gobierno de Cámpora no se justificaba la violencia. Esto está en mi libro Tomo II de Peronismo. Nada más que son 814 páginas...

- Si te mudás y tenés que dejar algunos libros, ¿de cuáles te desprenderías?

- (Se ríe). Una pregunta cervantina ésa. Fijate vos, cuando empieza la novela, el Quijote quema todos los libros, y vos ahora me preguntás cuáles dejaría de los míos en una mudanza. Me cuesta mucho desprenderme de los libros. Tengo una biblioteca enorme y en el caso supuesto que me presentás, no puedo contestarte. Es muy difícil.

- ¿En la época de la dictadura tiraste libros?

- Tiré libros, sí. Los de Lenin, Marx, libros de estrategia del general Giap, de Ortega Peña.

- Lo pasaste muy mal.

- Tuve cáncer cuatro meses antes de la dictadura. Ni te cuento.

- ¿Cáncer derivado acaso por eso?

- No, fue antes de la dictadura. Pero por ahí previendo eso. Me tuve que quedar acá con la dictadura y con el cáncer.

- De tu novela El mandato, ¿cuál es el símbolo que se puede establecer?

- La escribí en un momento pesimista, en 2000. Lo que se puede extraer es que éste es un país infértil, como el protagonista de la obra. El mandato tiene una trama muy dura. El padre le exige al hijo que le dé un nieto. Y el hijo no puede, fisiológicamente no puede, entonces le pide a su mejor amigo que embarace a su mujer. Imaginate, esto es muy terrible porque él empieza a odiar a su mujer, le pega...

- Y ella no es indiferente a este hombre.

- Claro que no. El elegido es un muchacho que a ella le gustaba mucho. Así que ésa es la trama.

- ¿Cuál sería la simbología? ¿El poder?

- El poder. O la incapacidad de hacer un país con las propias fuerzas. Este muchacho no puede tener un hijo con sus propias fuerzas, y le pide a un amigo, que vendría a representar países externos en el caso de la Argentina. La Argentina siempre ha sido fertilizada desde afuera. Gran Bretaña en el siglo XIX y Estados Unidos en el siglo XX. Nunca tuvo sus propias fuerzas para ir adelante. Las clases dominantes, sobre todo, siempre se sometieron al imperio británico o al imperio norteamericano. La metáfora de El mandato es que este muchacho no puede engendrar vida, entonces se lo pide a otro.

- Y ella queda embarazada.

- Claro, aunque él sabe que no es el hijo de él. Pero lo terrible de la trama es que el padre muere antes de que ella dé a luz. Entonces queda en evidencia que todo lo que se hizo fue inútil. Así que incendia el almacén y se suicida. Alegre, ¿no? Mis novelas no son muy alegres.

- Juan José Saer dice que la cosa alegre, feliz, no da lugar para obra de arte. Que lo que sí da lugar a obra de arte es lo reconcentrado, lo duro...

- Sabato dijo lo mismo, durante toda la vida. “Sólo del sufrimiento se aprende”. Pero el sufrimiento es un camino a la alegría. Cuando uno ha sufrido mucho, valora a la alegría. No creo que Sabato haya sufrido. Decía que era necesario sufrir, pero no creo que eso se haya dado en él.

- En tus novelas, ¿todo tiene un símbolo o hay actos al servicio de la literatura?

- Sí, hay actos al servicio de la literatura. No todo tiene un símbolo. Trato, y esto es una máxima de Ítalo Calvino; él decía “escribe de tal modo que cuando el lector llegue al final de la página, tenga ganas de darla vuelta”, que tenga ganas de ver cómo sigue. Y para eso hay que entretener al lector, y a la vez darle todo lo que uno pueda. Pero una trama tiene que ser interesante, tiene que apasionar al lector. Y eso que yo escribí un libro, La astucia de la razón, que es tremendo, doloroso, pesado. Empecé con una novela policial que tuvo mucho éxito, que es Últimos días de la víctima. Se filmó tres veces. No es poco.

- También se filmó Ni el tiro del final.

- También. La dirigió Juan José Campanella.

- Vos actuaste en el guión.

- No sólo yo. También estaban Juan José Campanella, Lynn Geller y Larry Golin. Este último dirigió Rocky Marziano. Ni el tiro del final se filmó en 1997.

- ¿Sabés cómo se hizo el tango (Desencuentro) de Ni el tiro del final? Se preparaba una obra teatral que tenía el título de Caramelos surtidos y necesitaban un tango que tuviera el pesimismo de Cambalache. Se la encargaron a Cátulo Castillo, que llevó la historia mucho más allá, tal vez hasta el máximo, porque ni siquiera le da la posibilidad al hombre de poder retirarse de la vida. Es un tangazo.

- Claro, es Cambalache II. (Canta) “Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir”. Qué grande. Yo estaba buscando el título de la novela. Tenía auto en esa época. Subo, enciendo la radio y escucho esa estrofa. Listo, le pongo Ni el tiro del final. Ahora, claro, tiene sus inconvenientes, no se puede traducir. Ni al inglés, ni al francés... En francés le pusieron La Ballade d’Ismael Navarro, y en inglés Not even the last shot, es imposible. Pero bueno, así será nuestro, porteño. Como Cátulo Castillo.

- Era un poeta. El tango tiene tantos poetas...

- El tango tiene un corpus literario y poético extraordinario, que los jóvenes deben descubrir. Pero bueno, tienen que sufrir un poquito en la vida, crecer... El tango es extraordinario.

- Hay dos cosas que me enferman de fanatismo, el tango y el flamenco. A pesar de que no le tengo simpatía a ciertas costumbres del pueblo español. La tauromaquia, por ejemplo.

- Sí, es difícil (se ríe). Barcelona es un poco más amable.

- Sí, pero eso de tirar cabras vivas desde los campanarios...

- Bueno, los militares las tiraban desde los aviones. Y no a las cabras. Eran personas. Así que nosotros no tenemos buen ejemplo para dar.

- Tenés razón, no se me había ocurrido eso. Apenas si tocamos el tema de la filosofía. ¿La filosofía es subversiva?

- Depende. Hay filósofos del régimen y filósofos como Sócrates. A Sócrates le hacen tomar la cicuta por pervertir a los jóvenes. A los ideólogos de los 70 los perseguían por envenenar el alma de los jóvenes. Y a los curas palotinos los matan también por envenenar el alma de los jóvenes.

Latinoamérica y Estados Unidos

- Dijiste que la realidad latinoamericana no puede ser interpretada por Europa, y eso provoca que tampoco pueda modificarla ¿Le interesa a Europa que la realidad latinoamericana se modifique? ¿Le interesa a los Estados Unidos?

- Depende a qué sectores. Estados Unidos quiere que la realidad latinoamericana se modifique en beneficio de Estados Unidos. Por eso Estados Unidos interviene y está dispuesto a intervenir, y ha intervenido, en los procesos latinoamericanos. Ahora están muy atentos. Estos populismos de izquierda no le gustan nada. Gobiernos estatistas, dirigistas... que intervienen en el mercado y son los que apoyan a todas las rebeliones que se están preparando, ¿no? La del dólar es la principal. Un golpe, digamos, de mercado, como el que tiró a Alfonsín. Acá les va a resultar más pesado.

- El personaje de Carter, ¿cuándo salió?

- Joe Carter se me ocurrió en un verano. Mi mujer se había ido no sé a dónde, y yo iba a estar dos meses solo. En el verano me entusiasma escribir porque no me gusta ir a las playas. Es cambiar una locura por otra, salvo que sea una playa muy tranquila, pero ha dejado de gustarme. Ya es mucho tiempo, desde chiquito que voy al mar... Entonces pensé que tenía que escribir algo. Y me puse a escribir cuentos de Carter. Y yo me reía tanto, me divertía tanto... Me juntaba con dos amigos y se los leía, y nos divertíamos los tres. Hasta que empecé a escribir cosas más ambiciosas con Carter. Entonces escribí Carter en Vietnam y Carter en New York. Joe Carter es una especie de Mike Hammer del siglo XXI. Mike Hammer era un detective de los 50 que peleaba contra el comunismo. Joe Carter pelea contra el fundamentalismo islámico. Es el detective del después de las Torres Gemelas. Y bueno, es cruel, sádico, asesino, homofóbico, racista. En realidad son novelas antiimperialistas las dos. Y Carter en Vietnam en realidad es una novela de amor.

- ¿Es casado Carter?

- Se casó varias veces. A veces va a visitar a alguna de sus ex mujeres. Hasta que una de ellas, en medio de ese encuentro, le dice que se volvió a casar y nada menos (el “nada menos” es por Carter) que con un negro. Entonces se va y la deja.

- Como pintura de un personaje es muy clara. ¿Pensás seguir con la serie o se acabó ahí?

- No, siguió. Después escribí, para darle fuerza a la serie, una novela de 500 páginas que se llama Días de infancia. Una novela que a mí me gusta mucho. Pero no fue muy leída porque es difícil, y la gente ya no quiere cosas difíciles.

- Por eso no tiene gran éxito el cuento a pesar de que algunos consideran que debe ser el género ideal para este siglo. Para cierto público es fatigoso porque cada siete u ocho páginas el género obliga a cambiar de ámbitos, personalidades...

- La gente tiene mucha fiaca, quiere sentarse y ver televisión basura. Re-contra basura, menos el Canal Encuentro y algo de Canal 7. En Encuentro hago Filosofía aquí y ahora. Vamos por la octava temporada. Ganamos dos Martín Fierro. Hablo en plural siempre porque yo bajo la línea pero somos varios los que lo hacemos.

- Para Joe Carter, ¿te inspiraste en alguien? ¿Por qué le pusiste Carter, que es un gran defensor de los derechos humanos? ¿Tiene alguna relación?

- No, no tiene ninguna relación. Quizás irónicamente. Él se ofende cuando lo confunden con Jimmy Carter. Dice “yo no tengo nada que ver con ese idiota. Yo soy un asesino, aquél era un demócrata”

- Si no hubiera sido por aquel demócrata...

- Acá habría sido doble la matanza. Carter hizo mucho por pararla.

- ¿Se venden mucho los libros de Joe Carter?

- Mirá, se venden relativamente más que otros, pero la ficción no vende. El libro de ficción que más vende está en el puesto 31.

- En el primer puesto, ¿qué género está? ¿Autoayuda?

- Y, autoayuda, best-sellers de afuera. Estos de John Grisham y todos estos tipos. Así es el mercado, vienen de afuera propagandeados con que “vendieron 65 millones en Europa”, y acá la gente se entera de eso y se larga a comprarlos. De cualquier manera, mis ensayos se han vendido muy bien. Después hay novelas clásicas como Últimos días… que están en los programas de los colegios...

- ¿No has tenido mucha suerte con la ficción?

- Sí, si me filmó Aristarain.

- ¿Pero aparte de Últimos días…?

- En La sombra de Heidegger tuve mucho éxito y en Timote: secuestro y muerte del general Aramburu.

- ¿ Aramburu murió tan dignamente?

- Parece que sí, y no veo por qué no. Lo contaron inclusive los montoneros. “Voy a proceder, general”. “Proceda”. Hasta encontraron cartas donde él decía “Estoy en manos de unos jóvenes bienintencionados, lo que significa que hay que apoyar a la juventud con gobiernos democráticos”. En fin, parece que había cambiado. Digo esto porque él dictó el decreto N° 4.161 que prohibía nombrar a Perón, Evita, al Partido Justicialista.

- ¿Él lo había firmado?

- Él, Rojas, Álvaro Alsogaray, Toranzo Montero...

- ¿Qué opinás de la frase “Civilización o barbarie”?

- Esa frase estructura a la Historia argentina. Y en realidad a través de esa frase se puede entender al mundo. Hoy en día Estados Unidos dice que está llevando la civilización a Irak, Afganistán, y pronto a Irán y a Siria. La civilización es la excusa del imperialismo. Los invadimos, los conquistamos, pero les traemos el progreso, la civilización, el agua corriente, la electricidad... Está muy mal el mundo.

- ¿Joe Carter es una especie de Mc Cain rústico?

- Sí, Joe Carter es republicano a muerte. Sí, claro.

- ¿Qué dice Joe Carter de Chávez y de Fidel Castro?

- Y, los mataría, los colgaría.

- ¿Habla de ellos?

- No, todavía no. Tengo que hacer Carter en Buenos Aires. Lo tengo que traer aquí. No sé si conté, pero es previsible, que Carter es muy antisemita.

- ¿Vos tenés raíces judías?

- Sí, claro. Por parte de mi padre. Por parte de mi madre, católicas. Todo un lío. En realidad para los judíos soy católico, porque nací de madre católica.

- ¿Entonces sos católico?

- Yo no soy nada. Soy un filósofo. Mandé al diablo a todo eso. Aunque Dios siempre me atrae, ¿no? Un personaje absoluto.

- Al dividir la obra en páginas pares e impares ¿No quedás a merced de una tipografía? Yo he leído que vos, en una de tus obras, tratás una cosa en las páginas pares y otra en las impares.

- Sí, los capítulos empiezan en páginas impares. Pero ni pensé en eso que me decís. Eso es Días de infancia. Es una novela muy compleja porque cada capítulo es una sola frase. Entonces cuando termina eso le digo al lector que no siga del mismo lado sino del otro, para que tenga un momento de respiro.

- Cortázar en Rayuela hacía algo similar, salteando las frases. 2, 4, 6, 8... Entre paréntesis, ¿qué te parece el movimiento ese de que hay de empezar a negar a Cortázar como buen escritor?

- Ah, ¿hay un movimiento? Bueno, será reacción a tanta alabanza, ¿no? Siempre irrita un poco, no es para tanto. A mí las novelas de Cortázar no me gustan y me parece que Rayuela es un gesto deliberadamente vanguardista de la que no me acuerdo nada. Sí, eso tengo que reconocerlo, hay grandes cuentos como La noche boca arriba, El perseguidor y muchos otros. Como cuentista es muy bueno. Como militante político era medio babieca. Medio ingenuo. Eso de “Nicaragua violentamente dulce” es una pavada. A mí me revienta que transformen a los escritores en dioses. “El año cortazariano”, ¿pero están locos? ¿Qué es eso del año cortazariano? ¿Por qué tenemos que tener un año cortazariano, me querés decir?

- ¿Qué opinás del silencio del Gobierno ante dos temas importantes, como lo son la inflación y la inseguridad?

- Bueno, la inflación es real pero también es cierto que está contenida. Y para contenerla hay que poner el cerco, impedir una disparada del dólar que se produciría si se liberara la posibilidad de usar los dólares. Si el dólar se va a los caños, los pobres empezarían a morirse de hambre. E inseguridad no hay tanta, es como en todos los países. Andá a Estados Unidos, México... Acá no hay matanzas. En Brasil sí hay matanzas. Eso es inseguridad. Entra el Ejército en las favelas y mata a cien personas. No estoy de acuerdo con la rebaja de las penas ni con el gatillo fácil, por supuesto. Además la inseguridad es producto del hambre y de la falta de trabajo, y eso se generó en la década del 90. Que este Gobierno no lo haya arreglado en diez años, es parte de su deuda.

- ¿Y de Milani?

- Eso me molesta menos. Por ahí el tipo hizo una autocrítica, era muy joven también. Tenía cuántos, ¿19, 20 años durante el Proceso? Que investiguen bien y si lo tienen que echar, que lo echen. Echaron a tantos milicos...

Cine

- De cine no hablamos tanto. No quería tocar un tema que podía dar lugar a rispideces. Sylvester Stallone...

- ¿Qué rispideces? Es un idiota... Pero Rocky I era buena, muy buena. Las otras fueron muy malas. Rambo era directamente fascista.

- ¿De cine europeo cuál te gusta?

- Truffaut, Visconti, algunas películas de Fellini, Amarcord, por supuesto, Dino Rissi. Los grandes actores, Sordi, Mastroianni, Manfredi, Gassman. Ahora no los tienen más, y eso es serio.

- Esta pregunta la he hecho más de una vez, ¿cómo se puede recuperar un país, cinematográficamente, que haya tenido tantos golpes como Italia?

- La única forma de recuperarse es modificar el sistema de exhibición. Mientras el mercado sea de Estados Unidos no creo que se solucione nada. Acá no hay cines para exhibir arte, ni siquiera cine argentino. Todas las salas las copan los grandes monstruos que mandan de Estados Unidos. Desde Harry Potter hasta toda esta pavada de los chicos vampiros y de los dragones y de todos estos muñecoides que aparecen... hasta películas como Gran Piano, no sé si se estrenó todavía, que es una pavada. Entonces las salas de exhibición están copadas por Estados Unidos. Habría que hacer una reforma que tendría que ser revolucionaria, quitarle las salas y darle las principales al cine argentino. Pero el cine argentino tendría que hacer buen cine. No que cualquier pibe vaya al Instituto a pedir crédito y hace su película. Con cuatro amigos y una cámara en mano va a un carrito de chorizos, pone la cámara ahí y empieza a filmar. Tendrían que volver directores como Aristarain, Olivera...

© LA GACETA

Asher Benatar - Literato, dramaturgo y artista plástico

PERFIL

José Pablo Feinmann nació en Buenos Aires, en 1943. Es licenciado en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, donde fue profesor. Condujo diversos ciclos televisivos. Es columnista del diario Página/12. Escribió 21 ensayos, 14 guiones de cine y 13 novelas. Entre sus libros pueden mencionarse Últimos días de la víctima, La sombra de Heidegger, La sangre derramada, Escritos imprudentes y los dos tomos de Peronismo.

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