Pozo vacante
El escándalo de los pozos construidos y sin habilitar en Concepción y en El Timbó apenas comienza a asomarse. Bastó una pequeña investigación para que saliera a luz un sistema enmarañado de manejo de esas obras necesarias, pero invisibles (un pozo de agua o las cañerías que trasladan el líquido no se ven, y por lo tanto no se sabe si están bien o mal hechas, ni con qué tipo de materiales), en una provincia que padece cada vez más los problemas de sequía (el año pasado fue tremenda) y de suministro, más pérdidas por cañerías vetustas o desbordadas.

Primero llamó la atención el pozo de El Timbó, hecho con fondos nacionales del plan Más Cerca; costó $ 2 millones ($ 300.000 el pozo y $ 1,7 millón las cañerías adyacentes) y no sirve: abajo, en la napa, hay agua salada. El Pozo estaba ahí desde hace un año, hasta que fue expuesto públicamente. El argumento del Gobierno fue que no se podía saber que había sal abajo (era evidente, ahí están las salinas de El Timbó), pero eso fue desmentido por los empleados del Departamento Perforaciones, que dicen que ellos hicieron estudios e informaron que el lugar estaba lleno de sal. Pero el Departamento Perforaciones (que hace pozos a un costo de $ 100.000, según explicó el titular de la Dirección del Agua, Juan Sirimaldi), ha sido sacado del juego y casi no hace trabajos, porque en el plan Más Cerca se prefiere hacer las obras con empresas privadas, a un costo de $ 300.000 por pozo. Esta diferencia hizo que el año pasado la entonces legisladora Silvia Elías de Pérez (UCR) denunciara el plan Más Cerca ante la Justicia Federal, por presuntos sobreprecios.

Al Gobierno ni se le movió un pelo: dice que como es plata de la Nación, a Tucumán “no le cuesta un centavo” (lo dijo el secretario de Obras Públicas, Oscar Mirkin). Y como el dinero del Más Cerca entra de la Nación a un fondo fiduciario del que la Provincia reparte a las comunas rurales, que depende del Ministerio del Interior, no es controlado por el Tribunal de Cuentas. O sea, se hace lo que se quiere. Por eso el pozo del El Timbó estaba terminado, entregado y supervisado pero era inútil, hasta que saltó el escándalo. Ahora anunciaron obras para volver potable el agua de esa construcción, así como las tareas que les faltan a tres pozos de Concepción, que estaban listos pero sin conexión con la red de agua.

Hay otras formas de hacer pozos por fuera del plan Más Cerca, igualmente complicadas. Una es con la Corporación Andina de Fomento, que depende del Banco Mundial. La Provincia hizo el convenio por la Ley 8.398, para que se hagan 83 pozos en la zona Este. Ya se licitaron 10, a un costo de casi 16 millones de pesos, supervisados por el Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento (Sepapys). Esta área depende de la Secretaría de Obras Públicas, de Mirkin. También se hacen pozos con fondos del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (Enohsa), que a nivel provincial se canalizan por el Ministerio de la Producción, que los redirige a la Sociedad Aguas del Tucumán. Así se hizo un pozo en Villa 9 de Julio. A la SAT la controla el Ersept, pero su titular, Sergio Sánchez, dijo que ellos no tienen mecanismos ni recursos humanos para recorrer la provincia y detectar si alguien hace pozos en forma irregular.

No se sabe cuánta plata se ha volcado en estas obras invisibles. El ex secretario de Obras Públicas, Carlos Salmoiraghi, dice que el sistema es un caos y favorece la corrupción, mientras las obras que realmente deben hacerse -consolidación de cuencas, acueductos de Vipos y Anfama, presa Potrero del Clavillo- están en veremos.

Ahora comienzan a aparecer los pozos sin uso -en San Pablo hay uno, entre Alderetes y El Timbó hay otro. Sirimaldi dijo que en la última década su repartición hizo 82 pozos; no sabemos cuántos más se construyeron en forma privada ni qué estudios de factibilidad se hicieron, ni si alguna vez se pensó ponerlos en uso, después de haber gastado millones en ellos. No importa si es plata provincial o nacional: es un gasto que pagan todos los ciudadanos, sin saberlo, y sin saber quién se beneficia.

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