Su majestad satánica, la cola
Salimos el miércoles a ver las colas. A las 5.30 estamos en Córdoba y 25 de Mayo, sede de Anses. Hay 100 personas sobre la 25 y una joven con un bebé sobre Córdoba. Algunas están desde las 12 de la noche, en busca de inscribirse por los $600 del plan Progresar Otras tienen que sacar número de cuit, otras van por asignaciones familiares y muchos trámites más. A las 5.45 sale un guardia de Anses y dice: “los que están para plan Progresar, hagan fila por calle Córdoba”. Sucede una corrida y peleas por el lugar en la cola.

A las 6 pasamos por Banco Nación. Ya hay 40 personas que quieren cobrar cheques, retirar tarjetas de plan Progresar o de plan Familias. A la vuelta, sobre 24 de Septiembre, hay tres colas: una de unas 100 personas para gestionar actas de nacimiento en el Archivo y otras dos para cobrar sueldos, en distintas veredas, en el banco Santiago. A las 6.30, en la vereda del Registro Civil de Villa Luján, hay personas (se entregan 40 números) que buscan renovar DNI o sacar partida de nacimiento. A las 7 hay 100 personas en la jefatura de Policía, buscando certificado de buena conducta. “Se dan 300 turnos por internet”, dice un policía. La mitad de las personas reclaman que no funcionaba el sistema y advierten que van a tratar de gestionar el turno personalmente. Aunque las corran.

A las 8 pasamos por la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales, de avenida Alem y Crisóstomo Álvarez. Hay 200 personas haciendo cola por Crisóstomo. Un policía sale de la puerta cerrada y reparte 150 números. “No habrá más”, dice. Una mujer que viene de Leales para averiguar por qué dejaron de pagarle el salario familiar dice: “Es el tercer día que vengo. El primer ómnibus sale a las 6 de Leales. No puedo llegar antes. Me voy a quedar a ver si puedo entrar”.

A las 9 volvemos a la Anses. La oficina es un infierno de gente y hay colas de una cuadra por 25 y de media cuadra por Córdoba. Un agente dice que llegan 2.000 personas cada día. A las 10 pasamos por el Registro Civil de Laprida y San Martín. La cola va por dentro y es circular. Un cartel dice “si vas a realizar el DNI de tu bebé, presencia del mismo”. Por eso había mamás desde las 5 con bebés en la vereda.

El miércoles no había colas en Muñecas al 400, la sede de la empresa Atos que reparte la tarjeta ciudadana, porque ese día cerraron la sede, desbordados por la demanda. Había gente varada que había hecho la cola temprano y que no podía viajar en ómnibus. El contrato que la Municipalidad hizo con Atos (que heredó el negocio de otra empresa que ganó la concesión mediante un acuerdo que ni pasó por el Concejo Deliberante) le permite tener pocos puestos de entrega de tarjetas. Y genera colas infernales de gente cautiva del sistema.

En 2007, ante la muerte de un jubilado en la fila de un banco, el entonces legislador bussista Carlos Canevaro presentó un proyecto que proponía multar a entidades que hagan esperar más de media hora al cliente. “No le llevaron el apunte”, dice. Pero no es que no hay elementos legales. Federico Moeykens, especialista en derecho del consumidor, dice que el Art. 8 bis de la Ley 24.240 especifica que “los proveedores deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios. Deberán abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias”. Colas como las de la Anses son estigmatizantes y obligan a la gente a exponerse públicamente. Haría falta que las asociaciones de consumidores, el defensor del Pueblo o el ministro fiscal acusen a los demonios que generan este infierno en el fuero Contencioso administrativo (cuando es el Estado el responsable) o en el fuero civil y comercial (cuando es privado). Con esa ley.

También serviría que el intendente Domingo Amaya, el gerente regional de Anses, Raúl Ferrazzano, la directora del Registro Civil, Carolina Bidegorry, el jefe de Policía, Dante Bustamante, los gerentes de bancos y todas las entidades donde se hacen colas (como el Subsidio de Salud) hagan un recorrido de madrugada por esas calles y se obliguen a hacer ellos mismos cada uno de los trámites infernales e indignos que obligan a hacer a la gente. A ver si aprenden a respetar al prójimo.

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