“No dejo la música, pero se terminan las giras”

“No dejo la música, pero se terminan las giras”

El cantante catalán trae su romanticismo inoxidable y se ríe de sus aventuras en Tucumán.

13 Marzo 2014
No siempre la voz hablada se parece a la voz cantada. En el caso de José Gómez Romero -más conocido como Dyango- al teléfono es inconfundible. “Estudié música desde los ocho y hasta los 20 años. Estudié trompeta. Y también soy violinista”, sorprende.

- También traías unas cuerdas vocales sólidas...

- Terminando los estudios de trompeta me encantaba el canto: empecé a estudiar. Luego, prácticamente me dediqué a la canción. Estamos hablando de hace unos 50 años.

- Siempre en la canción romántica.

- Considero que no hay otra cosa que yo pueda cantar. Existen el rock y la cumbia, pero yo he sido fiel a un estilo, que es el que sé hacer: el de la canción melódica, a lo largo de 52 discos que grabé.

- Te hiciste escuchar en Iberoamérica...

- El primer éxito grande se me dio en Argentina antes que en España. A raíz de una canción -“Lejos de los ojos”- que fue Disco de Oro (1968) y subió por toda América hasta México y Estados Unidos.

- ¿Cómo explicás tu empatía con nuestro país?

- Con Argentina tengo un eterno agradecimiento por lo bien que se me ha tratado, por el cariño que se me ha dado, por cómo han tratado mis canciones, y he tenido la suerte de ser uno de los cantantes predilectos de los que llegaban de afuera. No digo en qué orden porque a veces eres el número uno y a veces no existes. Pero este país ha querido siempre a Dyango. Demasiado incluso. A nivel de que he estudiado tango y he cantado mucho la música rioplatense. Además, ahora que me estoy retirando creo que soy el único que ha calado de veras en el corazón de los tangueros.

- Territorio cerrado el del tango...

- He cantado mucho tango; es para mí una fuente de sorpresas; grandes poetas que hicieron maravillas. He llegado a conocer a Troilo; fui íntimo del Polaco Goyeneche y he establecido una comunión muy grande con la gente del tango.

- Esta gira se llama “Gracias y adiós”, pero es un hasta luego porque seguiremos cantando tus canciones.

- ¡Ese es el premio! Pero fíjate que hacer tantas giras por tantos países... Llega un momento en que te haces mayor y te das cuenta de que no has disfrutado de tu familia. He descuidado mis cosas. Hace años me compré una casa hermosa, que no he vivido. Tengo esa, cerca de Barcelona, y otra en la Costa Brava. Esto (la carrera) ha sido muy bonito pero ha sido ya. No voy a dejar la música, voy a seguir grabando, pero se terminan las giras. Estoy mayor aunque no lo parezca (se ríe socarronamente). Quiero viajar por placer. He viajado tanto y siempre por trabajo...

- Tenés distintas “casas” lejos de la tuya.

- Mira, en Buenos Aires hay un hotel, en la zona de Plaza de Mayo, donde me alojé siempre. Allí he pasado parte de mi vida: son como mi familia.

- Te habrás hecho querer no sólo por tus canciones. ¿Se siente eso?

- Me quieren en todos lados pero como en Argentina no. Por eso el agradecimiento: primero para mí y luego para el público. No he fallado nunca. He venido todos los años. A veces he estado hasta cuatro meses. Para mí ha sido un honor y una alegría. Hasta en las épocas de vacas flacas, Argentina me recibió siempre con los brazos abiertos. Aquí he vivido de todo: el Rodrigazo, los milicos, los cacerolazos y también las alegrías de un país fantástico.

- Todo te es familiar, hasta la comida. ¿Qué te gusta?

- Por supuesto, la carne de vaca. Pero te hartas de tanta carne, y comes pasta, y también te cansas. Lo que no me harta nunca es la ensalada de remolacha, cebolla y radicheta, porque no se consigue esa verdura en España.

- A Tucumán viniste varias veces...

- Tengo muchos recuerdos de Tucumán. Para mí fue importante ver a mi gran amigo, Palito Ortega, en la gobernación. Mucho antes viví una aventura que no puedo olvidar. Pedí prestado un carro tirado por caballo, tomé las riendas y llevé a pasear a mi mujer hasta el río.

- ¿Sería un mateo? ¿O un sulky?

- ¡No! Era un carro de transporte de carga. Otra vez, paraba en un hotel frente al parque 9 de Julio. Una noche se me ocurrió hacer un asado con un amigo y mi mujer en una de esas parrillas del parque. Fui a comprar el carbón y la carne. Hice el asado en medio de la oscuridad y empezaron a rodearnos los mosquitos... ¡Aquello fue una cosa! (se ríe divertido). Después me acuerdo de que cerca de de una plaza, en la zona de Tribunales, se comían unos sándwiches riquísimos. Había varios bares juntos... Uno trata de pasarlo bien, ya que estás tanto tiempo afuera. Muchas veces canté en Floresta. ¿Ahora, dónde?

- En el Sheraton, en un salón para 1.300 espectadores.

- ¡Qué bueno despedirme de Tucumán en un lugar bonito!

MAÑANA

• A las 22, en el hotel Sheraton (avenida Soldati 440). Las entradas se venden en Su Crédito (San Martín 850).

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