El Patrón del Mal no tiene la culpa

El Patrón del Mal no tiene la culpa

¿Cuántos se dan vuelta hoy cuando a sus espaldas alguien grita la palabra “hágale”? ¿Usted sabe qué es un berraco? ¿Alguna vez en su vida conoció a alguien apodado “Chili”? A esta altura del partido, la gran mayoría se habrá dado cuenta de quién hablamos. Sí, a más de 20 años de su muerte, Pablo Emilio Escobar Gaviria renació.

Todos hablan de él. En las redes sociales es uno de los más nombrados, merced a una “narconovela” (rara denominación) “El Patrón del mal” que hace furor. Hasta el cura Juan Carlos Molina, titular de la Sedronar, lo comparó erróneamente con Robin Hood ya que, según su particular visión, uno de los capomafias más viles del mundo, mientras hacía el mal ocupaba el rol del Estado para sus acólitos.

El problema pasa por achacarle a una serie de televisión un problema lejos de ser resuelto en Argentina y en el mundo como el narcotráfico. Que ahora los chicos jueguen a ser sicarios de un cártel de droga sí merece una larga charla de sobremesa. Pero creer que hay más narcos por una novela es como apoyar que los asesinos de Columbine estaban influenciados por la música de Marilyn Manson.

Hoy la TV está copada por Escobar y Avenida Brasil y sinceramente es muy difícil mantener una conversación con alguien en la calle si no ha visto alguna de las dos. Al menos hasta que regrese Tinelli y todos sean especialistas en pasos de baile, acostúmbrese a que en vez de llamarlo por su nombre, quienes lo rodean le lancen el ya molesto “berraco” cada dos o tres palabras. Como si ya no tuvíéramos suficiente con los verdaderos narcotraficantes que nos rodean.

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