Delbonis aportó un shock de confianza con su éxito

Delbonis aportó un shock de confianza con su éxito

El argentino venció por 4-6, 6-3 y 6-4 a Paolo Lorenzi.

FESTEJO. Federico Delbonis se llevó el trofeo de San Pablo. FESTEJO. Federico Delbonis se llevó el trofeo de San Pablo.
Todas las miradas del tenis argentino apuntaban sus ojos hacia la final disputada por Federico Delbonis en San Pablo. Su partido contra el italiano Paolo Lorenzi estaba inusualmente cargado de expectativas. Quizá fuera injusto antes. Seguro fue reconfortante después. El dulce sabor del triunfo por 4-6, 6-3 y 6-4 fue aun más dulce por el momento en que llegó. En el contexto individual, a los 23 años, Federico apenas está comenzando una temprana madurez. Su segunda final ATP entregó su primer título, mojón siempre simbólico para la carrera de cualquier tenista. Dotado de un muy buen servicio, gran drive y muy interesantes condiciones físicas y técnicas (aunque distantes de las de Nalbandián, Coria o Del Potro) para el pupilo de Gustavo Tavernini, que trabaja en lo físico a las órdenes de Horacio Anselmi y Facundo Vitale, esta consagración, que incluyó destacadísimos triunfos sobre Nicolás Almagro y Thomaz Bellucci, significa la confirmación de andar el camino correcto en la dirección indicada. Y, sin dejar de considerar lo que implica para su carrera en términos de dólares y ranking, lo más saliente del título es que lo proyecta como el valor más destacado del inevitable recambio. Desde este concepto se salta al contexto general. Nuestro tenis, golpeado por lesiones, derrotas e incertidumbre en los últimos meses, busca algo y alguien de qué y de quién agarrarse para cambiar la onda. ¿Un golpe de efecto? Me gusta más un shock de confianza. Sabemos que una victoria llama a la otra y que las rachas son contagiosas. Ojalá, en San Pablo, haya nacido una gran racha. Personal y general. Para Federico Delbonis. Y para el tenis argentino.

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