Guardá tus mails para tus nietos

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“Una carta es una partitura”, escribe María Teresa Andruetto, en “Lengua madre”, una novela en la que ronda el papel que juegan las cartas como guardianas de la memoria. En la obra, la hija de una militante de los años 70 que creció con su abuela trata de reconstruir la imagen lejana de su madre “espiando” un manojo de cartas que ha llegado a sus manos como una suerte de testamento. Imposible inventariar los miles de intercambios epistolares que en la historia han servido para reconstruir el momento en el que esas cartas habían sido escritas. La “Lengua madre” de Andruetto no es un capricho: a partir del siglo XVIII fueron particularmente las mujeres las que utilizaron ese género que invita a la confesión, al tono íntimo. Ese es uno de los mayores méritos de la carta: el narrador se muestra desnudo y en primera persona, y nos hace vivir el pasado en tiempo presente. ¿Qué hubiera pasado con ese inmenso archivo si (apenas tres entre miles de ejemplos) Alberdi y Sarmiento;o Scott Fitzgerald y Zelda, o Manuela Sáenz y Bolívar -hubieran vivido en la era del email o del más fugaz Twitter? Pocos rastros habrían quedado de esas épicas. En un ensayo al que titularon “Perdiendo mi revolución: ¿cuántos de los recursos compartidos en redes sociales se han perdido?”, dos informáticos norteamericanos analizaron eventos significativos de los últimos años, y chequearon si los tuits que en su momento conmovieron el mundo - la Primavera Arabe, entre ellos- han sido preservados en archivos digitales o si han dejado de existir. Sólo el 20% de esa información había sido archivada. Las crónicas que dieron cuenta de esa información plantean adónde tendrán que buscar nuestros tataranietos las huellas de nuestro presente. Se sabe que millones de datos son guardados por gigantes “almacenes informáticos” privados, que cobrarán por mostrar la información que haya quedado. Pero, se sospecha, nuestros bisnietos no podrán reconstruir las novelas familiares o de afectos que tejemos por  chat, por mail o vía Facebook. Ellos no podrán reconstruir nuestras historias desandando la escritura en el papel, como sí lo hizo Julia, el personaje de “Lengua madre”. 

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