La necesaria preservación de un edificio céntrico

La necesaria preservación de un edificio céntrico

15 Febrero 2014
Hace pocos días cumplió 101 años el edificio de la calle San Martín 730. Se inauguró, con una gran ceremonia, el 7 de febrero de 1913. Lo construyó el Banco Francés del Río de la Plata para sede de su sucursal en esta ciudad.

Nadie podía imaginar entonces las vicisitudes que aguardaban al que era entonces uno de los bancos más importantes del medio. Ocurrió que, en 1914, estalló la Primera Guerra Mundial, y meses después, en agosto de 1915, la sucursal anunciaba el cierre de sus puertas “a causa de los acontecimientos de pública notoriedad, y en salvaguarda de los intereses de todos los depositantes y accionistas”.

La novedad tensionó fuertemente la plaza, dada la enorme clientela que tenía el Banco Francés. El alivio vino poco después, cuando don Alfredo Guzmán compró el activo de la sucursal, incluyendo el edificio, para sede de una institución financiera que trabajaría durante largos años, hasta 1921.

Posteriormente, el inmueble fue adquirido por la Caja Popular de Ahorros , que se instaló allí hasta terminada la construcción de su moderno local, frente a la plaza Independencia. Pasó entonces a alojar a la Dirección General de Rentas, que posteriormente se trasladó a la ex sede del Banco de la Nación. Desde entonces, el edificio estuvo cerrado. Hace pocos años se ejecutaron trabajos, aparentemente significativos, en su interior, para habilitar una exposición. Todos pensaron que esto abría camino a una nueva etapa del vetusto caserón, pero no ocurrió así. Concluida la muestra, las puertas de San Martín 730 se cerraron de nuevo, hasta la fecha. Hace unos meses, alarmó a los transeúntes la caída de fragmentos de una cornisa, lo que determinó la colocación de andamios y de una estructura de protección en la parte superior. Claro que no se informó simultáneamente si se encarará la restauración que parece imperiosa cuando se advierte una profunda grieta en la fachada. Hasta aquí, una breve historia del uso del inmueble. Su arquitectura, del elegante molde académico francés, destaca a esas dos plantas enclavadas en el corazón de la City tucumana. Son linderas a la airosa construcción, de la misma época, que albergó al Banco Español y que hoy –remodelada sin afectar el frente- es un concurrido paseo comercial.

Parece obvio que un imponente edificio de esa edad, esas características y esa envergadura, forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad capital. Puesto que la piqueta ha derribado ya tantas casas valiosas sin miramientos, la del ex Banco Francés debe ser conservada. Así lo hemos sostenido, a propósito de la idéntica situación de abandono del inmueble que la enfrenta, y donde funcionaron el Banco de la Nación y luego Rentas.

En este caso, se trata de una propiedad del Estado, es decir que no requiere adquisición. El Estado puede y debe cumplir su obligación de preservar el patrimonio, encarando una restauración que conserve la fachada y que refuncionalice todo su interior, sin descartar asimismo su utilización comercial. Hay que recordar que, en ese sentido, pueden lograrse grandes resultados. Piénsese, por ejemplo, en las Galerías Pacífico de Buenos Aires, que convirtieron a la añeja construcción ferroviaria en un gran paseo comercial con la fachada original intacta.

El paso del tiempo es letal para un edificio de 101 años. Debe tenerse esto muy en cuenta, para encarar con premura una tarea que nos parece imprescindiblemente necesaria.

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