Los radicales de Massa
La publicitada decisión del gobernador José Alperovich de no reformar la Constitución y, por ende, de no pelear por un cuarto mandato al frente del Poder Ejecutivo provincial genera un antes y un después en el concierto político local. Con la abdicación del monarca tucumano, el peronismo se encamina a ungir a su sucesor. Y de que mediara una interna partidaria, o no, para elegir al heredero dependerá exclusivamente del Partido Justicialista, institución que el matrimonio gobernante alquiló en 2003 para vestir el ropaje de Perón y Evita.

Hace días trascendió que el titular del PE intentará, como la mayoría de los gobernantes famélicos de poder, buscar asilo interno en una banca del Senado nacional, como lo hizo su predecesor, el denostado Julio Miranda. ¿Pero por cuál espacio intentará llegar Alperovich a la Cámara Alta? ¿Tendrá plafón político necesario para acordar con los peronismos de Daniel Scioli o Sergio Massa a nivel nacional? ¿O bien se resignará a seguir bajo el paraguas del cristinismo decadente? Porque en Tucumán, algunos actores que buscarán gobernar en 2015 ya comenzaron a copar la casilla del medio de esos dos peronismos, hasta ahora antagónicos. Mientras el amayismo aceita su relación con el sciolismo para ser nominado como el candidato a gobernador por ese espacio, el massismo nacional busca apuntalar al legislador Gerónimo Vargas Aignasse para un cargo expectante en la provincia. Y aquí surge el primer problema: si el mandamás provincial llegara a tener una puerta abierta en el massismo como lo deslizó a LA GACETA el diputado José Ignacio de Mendiguren, esta posibilidad chocaría de bruces, en un futuro no muy lejano, con el hecho concreto de que un sector del radicalismo -el ala neoliberal del centenario partido, precisamente- selle una alianza política con el ex intendente de Tigre. No es una coincidencia que, semanas atrás, el presidente de la Juventud Radical, Agustín Romano Norri publicara una frase muy sugestiva en la red social Twitter. “Calma radicales, no vaya a ser que terminemos juntos en Tucumán...”, había escrito el joven dirigente. Romano Norri no hizo otra cosa que blanquear las negociaciones que vienen manteniendo radicales y massistas para rubricar un acuerdo en Tucumán.

En este esquema de alianzas, el diputado José Cano jugará un rol preponderante. El padre de la criatura aliancista a nivel nacional entre Massa y un sector del radicalismo no es otro que el histórico operador de la UCR, Enrique “Coti” Nosiglia, quien en la década del 80 fue el artífice de llevar a Raúl Alfonsín a la presidencia. El “Chueco Mazzón” que tiene el radicalismo conoce a Cano desde cuando este era un mozo militante de la Franja Morada. En el rompecabezas del “Coti”, el radical Ramón Mestre -es el actual intendente de la ciudad de Córdoba- encaja como el indiscutido candidato a vicepresidente de Massa, en una eventual fórmula presidencial. Si este esquema prospera, Cano, quien por estas horas camina por las blancas arenas de Punta Cana, podría ser -nada más y nada menos- que el postulante de Massa para la gobernación local. Por eso, no es para nada descabellado que, el próximo año, las paredes de San Miguel de Tucumán aparezcan pintadas con la leyenda “Cano, gobernador, Vargas Aignasse, intendente”.

Este año que comienza será clave y ya no habrá tiempo para las especulaciones políticas. Según trascendió, el intendente Domingo Amaya tendría pensado blanquear su filiación política con el sciolismo, a principios de marzo. Mientras tanto, algunos amayistas ya comenzaron a preparar el terreno. El 5 de febrero es el día que eligió Scioli, en Mar del Plata, para lanzar su candidatura a presidente. Está previsto que una comitiva de dirigentes amayistas viaje a “La Feliz” para participar de ese evento y afianzar lazos.

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