Hechos que se esconden detrás de los hechos

Hechos que se esconden detrás de los hechos

La renuncia de un papa provocó un cambio inesperado. La soberbia ante algunas señales anuncian fracasos

RATZINGER SE VA. La renuncia que deja enseñanzas. reuters RATZINGER SE VA. La renuncia que deja enseñanzas. reuters
Nos sacuden las consecuencias y apenas nos impactan surgen nuestras reacciones. Sin embargo hay hechos tan fuertes como sus desencadenantes. La sabiduría popular invocando dichos como “¡Chocolate por la noticia!” Es que los antecedentes son los hechos que subestimamos, ignoramos o dejamos que pasen inadvertidos, cuando suelen tener un peso mucho mayor.

Uno de los hechos trascendentales de este 2013 ocurrió el 11 de febrero. Ese día los argentinos se despertaron con la noticia de que Joseph Ratzinger renunciaba. Benedicto XVI reconocía que no tenía fuerzas ni se encontraba en condiciones de seguir siendo papa. Un hecho casi inédito en la historia de la humanidad, pero además una gran enseñanza. Escasean los hombres que reconocen sus flaquezas y más aún aquellos que en pos de los demás son capaces de dejar su lugar a otro. Pocos meses después llegó Jorge Bergoglio y nos olvidamos de aquella dimisión.

Ese hecho ocurrió en 2013. Alguien fue capaz de renunciar y de pensar que otra persona podría ocupar su lugar. No sólo lo anunció sino que además lo hizo. Tampoco es común ver a dirigentes cumpliendo con la palabra empeñada.

Seguramente el agobio y las presiones pueden haber incidido fuertemente para tomar tamaña decisión, pero la tomó y hoy Bergoglio puede darle un impulso diferente a la Iglesia. Hasta le hizo cambiar el humor y la actitud al kirchnerismo.

Elecciones decisivas

Algo parecido ocurrió con las elecciones en Tucumán. En este distrito el oficialismo tuvo un triunfo contundente en la Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO). Sin embargo, fue asimilado como una derrota. Los gestos de los principales referentes del alperovichismo fueron contagiando esa actitud y contribuyeron a que en octubre la sentencia de los tucumanos fuera que el oficialismo pierda un diputado nacional. Quedó sellado un gran triunfo del radicalismo y de sus socios conducidos por el radical José Cano. Pero en verdad fue una gran derrota del oficialismo.

No se trató del resultado de una estrategia electoral fallida. Fue la pérdida de confianza de la clase media y de la clase alta que decidió cambiar su apoyo. Esa decisión no se tomó de un día para el otro; se maduró lentamente.

Lo peor

Los peores sucesos del año y de muchos ocurrieron en sólo 48 horas. En esos dos días (nueve y 10 de diciembre) los ciudadanos odiaron y se defendieron de sus propios vecinos. La protesta policial derivó en saqueos que desnudaron el nivel de armamento que tenía la sociedad. La desconfianza, el dolor y el pánico se adueñaron del espíritu de los tucumanos.

Se necesitará mucho tiempo, pero también muchos gestos para renovar los lazos de solidaridad y de confianza entre los congéneres. Ese fortísimo golpe dividió a la sociedad y encontró a un Estado dubitativo que no halló una salida para la terrible crisis.

El año había comenzado tranquilo, con la ilusión de una posible reforma constitucional que asfaltara el camino de la re-reelección definitiva para todas las autoridades. Termina con la certeza de que a muchos les ha llegado el final de su carrera política.

El peronismo despide 2013 con la enseñanza de que todos juntos podrán seguir dominando el poder, sin embargo los massistas, los amayistas, los peronistas disidentes y los alperovichistas preanuncian un 2014 a los saltos.

Las incertidumbres políticas transmitieron desconfianza en la economía que ni con el cepo ni con los cedines pudieron apaciguar una inflación cada vez más incontrolable. El Gobierno nacional optó por cambiar figuras irritantes y ponerle otra cara a la gestión. Sin embargo, si se mira para atrás los problemas no fueron de los hombres sino los hechos que generaron.

Se va 2013 con señales claras de lo que nos duele y de lo que nos gusta, el rostro de 2014 dependerá de la prudencia, de la solidaridad y del respeto con que se interpreten los hechos que antecedieron a lo que vendrá.

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