Barreras urbanas que segregan a discapacitados

Barreras urbanas que segregan a discapacitados

30 Octubre 2013
Debería ser para todos, pero no lo es. Por olvido, por negligencia, tal vez por indiferencia o insensibilidad, lo cierto es que hay ciudades que les hacen complicada la vida a quienes tienen impedimentos motrices y deben recorrerla en silla de ruedas. Otro tanto les sucede cuando estas personas deben abordar un taxi; subir a un ómnibus es simplemente un sueño imposible o entrar a un baño en un bar o restaurante.

Hace unas semanas, una periodista y un fotógrafo de nuestro diario acompañaron a Clara, que recorre el microcentro en una silla de ruedas con motor. Harta de la indiferencia de los funcionarios, colgó en la parte trasera de su vehículo el cartel: "Menos discursos, más obras. Necesitamos rampas sin cordón y baños para discapacitados. La discapacidad es una realidad. No nos ignoren". En la ochava de Mendoza y 25 de Mayo, dos jóvenes la ayudaron a subir a la rampa mal construida mientras los autos casi la rozaban. En la esquina de Maipú y Mendoza, no hay rampas; una mujer, un hombre y una agente de Tránsito la socorrieron. "Por ejemplo, no puedo ir la Caja a pagar los impuestos. Tampoco al súper que está en la 25 de Mayo al 300 ni a un restaurante. Hay muy pocas rampas. Y de las que existen, algunas están mal hechas. Las de Mendoza y 25, por ejemplo, están elevadas del pavimento y no las puedo subir. Es ridículo. Así como están no nos sirven. A eso hay que sumarle otra cosa: usted o cualquier otra persona puede ir a un café tranquilamente. Yo no: si voy a una confitería es mejor que no tome líquido, porque generalmente hay que subir escaleras para llegar a los baños. Y yo no puedo", se quejó.

En nuestra sección Cartas de Lectores, una vecina se preguntaba: "¿Qué pasa con la 'inclusión' cuando se encaran trabajos para modificar cordones en las veredas y hacen rampas? Por ejemplo, se realizaron modificaciones de los cordones y agregaron rampas en la esquina Maipú y Corrientes, pero en vez de hacerlas más accesibles lograron el efecto contrario".

Encontramos con mucha frecuencia pozos en las veredas, alcantarillas sin rejilla, cables sueltos, cajas de aire acondicionado y ventanas cuyas persianas invaden el camino en las aceras, transformadores, semáforos con grandes mochilas, cestos, papeleros y postes de luz o de carteles. Hay rampas con mucha pendiente, sin piso antideslizante o muy estrechas. En algunas partes, estas suelen estar bloqueadas por autos estacionados, como ocurre con la que está a media cuadra en la plaza San Martín, sobre la calle Bolívar.

Pero no solo deben enfrentar estos obstáculos en las calles, las personas con discapacidad tampoco tienen acceso a los museos, a los teatros, a la mayoría de los edificios, incluyendo las reparticiones públicas.

Existe una legislación específica, la ley nacional 24.314 que prescribe la prioridad de la supresión de barreras físicas urbanas y del transporte para brindar accesibilidad a las personas con movilidad reducida. Da la impresión de que en la Municipalidad no se conocen las normas universales para la construcción de rampas. Tampoco se entiende que se sigan habilitando edificios sin sus rampas que respondan además a un mismo modelo. Sería interesante si el intendente y sus colaboradores recorrieran silla de ruedas el centro en las horas pico. Tal vez de ese modo tomarían conciencia de las dificultades que padecen estos ciudadanos y que la ciudad es de y para todas las personas.

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