"Necesitamos una cura de austeridad"

"Necesitamos una cura de austeridad"

La definición de Lucía Piossek alimentó la discusión propuesta por LA GACETA, en la que cinco intelectuales cruzaron ideas y opiniones. la participación de los jóvenes.

UNA TARDE DIFERENTE. Hourcade, Piossek, Rougés, Hynes y Garmendia hablaron sobre el Bicentenario de 2016 y sobre las deudas al cabo de 30 años de democracia, entre muchos otros temas. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO UNA TARDE DIFERENTE. Hourcade, Piossek, Rougés, Hynes y Garmendia hablaron sobre el Bicentenario de 2016 y sobre las deudas al cabo de 30 años de democracia, entre muchos otros temas. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
28 Octubre 2013
"¿Por qué no está el país a la altura de las individualidades fabulosas que produce?", pregunta Lucía Piossek de Zucchi. "Hay una vocación permanente por destruir todo lo que precedió -analiza Marcos Rougés-. Cada vez que una facción toma el poder se preocupa por voltear lo anterior. Pasa desde la época de Rosas. Qué bueno sería tomar lo mejor de las gestiones anteriores y no empecinarse en refundar la Argentina cada cuatro años". "Por no refundirla", acota Lucía con una sonrisa.

Las ideas van y vienen. Planean sobre el debate convocado por LA GACETA e invitan a pensar más allá del resultado electoral. Catalina Hynes tiró un concepto central, tan simple como contundente. "Estamos grandes", afirma. Es una invitación -más bien un imperativo-; implica mejorar la sociedad a partir del involucramiento, de la participación.

Promediando el domingo de elecciones, masitas secas y refrescos de por medio, Juan Carlos Hourcade se ilusiona con un parlamento poblado por nuevas voces. Reconoce los avances al cabo de 30 años de democracia, pero anhela mucho más. Por ejemplo, una democratización de los partidos políticos.

Entonces Santiago Garmendia subraya su condición de hijo de desaparecidos y sostiene que hay rasgos de la cultura autoritaria, herencia de la dictadura, que se mantienen presentes. "No podemos conformarnos con un piso muy bajo, como el por lo menos. Por ejemplo, nos acostumbramos a decir por lo menos no estamos en dictadura. No. Es tiempo de motorizar nuestro deseo para ser mejores, y para eso tenemos que marcarnos metas ambiciosas", apunta.

Dos liberales de cuño alberdiano (Rougés y Piossek), un democristiano impregnado de la doctrina social de la Iglesia (Hourcade) y dos pensadores identificados con posiciones de izquierda (Hynes y Garmendia) encuentran consensos y discrepan con altura. No difieren tanto como podría suponerse, pero tampoco se privan de marcar diferencias. Bienvenidas sean.

A Lucía Piossek le interesa enviar señales optimistas. "Nos vendría bien una articulación mayor y muy efectiva entre la dirigencia política que planifica y ejecuta y el sector académico que investiga -enfatiza-. En Tucumán contamos con un gran capital de investigadores que deberían ser consultados. Y esa academia también debe actuar sin esperar a ser llamada".

Cuando ella habla el grupo la escucha con admiración. En pocos días cumplirá 88 años. Impecablemente maquillada, los anillos y pulseras plateadas hacen juego con el negro del vestuario. Es el momento en el que toca el tema de la riqueza individual de los argentinos. Se refiere a Martha Argerich, a Daniel Baremboin, a Borges y a Messi, a María Elena Walsh y al papa Francisco. "Esa gente salió de un país que tiene una gran potencia. No es un país mediocre, no es un país cualquiera, pero está un poco asfixiado".

Según Hourcade, el déficit educativo juega en contra. Se refiere a un sistema hipercompetitivo que enseña desde el jardín de infantes que el éxito pasa por lo individual. "Necesitamos ir a una pedagogía que enseñe a trabajar en equipo", resume.

Las críticas al sistema político -más bien a los políticos- resultan inevitables. La consigna es encontrar instancias superadoras. A Rougés lo preocupa el cambio de paradigma de las sociedades. "Hace 100 años había un sentido de trascendencia, la idea de que uno dejaba algo para la posteridad. Eso ha cambiado. Interesan el aquí y el hoy -remarca-. Por eso el éxito electoral se construye sobre promesas incumplidas. El objetivo es hacer la fortuna personal. Esa visión cortoplacista explica uno de los problemas de nuestra democracia".

Hynes alimenta el concepto con dos elementos inherentes a la realidad argentina de las últimas décadas: la represión de los años de plomo y el neoliberalismo individualista y salvaje de la década menemista. "Entonces no es casual que los mejores no quieran involucrarse en política", ejemplifica.

Faltaba el agregado de Hourcade: "hay una cuestión ligada con los caudillos que viene desde el fondo de nuestra historia y es nefasta. Fíjense que en el mundo hay figuras como 'Pepe" Mujica, Mandela o el papa Francisco que no rompieron la brecha con el pueblo al que representan. Hablan de la Honorable Legislatura... Honorable era cuando los legisladores no cobraban".

Garmendia pone el acento en el acceso a la política de quienes sólo están interesados en los beneficios que le reporta. En quienes dicen lo que los ciudadanos quieren escuchar. "Hay ideólogos que van marcando caminos (menciona a Feinmann y a Rozitchner), pero más abajo las cosas no cambian -recalca-. Es difícil cambiar esa lógica más allá del maquillaje". "Son especialistas en cambiar el discurso", añade Hynes. "Eso habla de la deficiencia doctrinal de los partidos -completa Hourcade-. Ahí no se habla de ideología, así que los diputados y senadores terminan decidiendo los temas por sí mismos". Resignada, Piossek desliza: "cuesta saber lo que piensa cada uno".

¿Qué mejor que una metáfora para espiar el futuro con un poco de confianza? "Mi jardín era un desastre, pero llegó la lluvia y reverdeció -dice Lucía Piossek-. Argentina precisa que los talentos ocultos puedan manifestarse. Y para eso necesitamos una cura de austeridad, de antifarándula".

¿Qué les pide a los diputados?

Catalina Hynes: "Que hagan leyes pensando en el pueblo trabajador. Y también que se cumpla efectivamente lo que pregona nuestra Constitución: la abolición de la esclavitud. Porque en Capital Federal, por ejemplo, hay unas 30.000 personas en trabajos esclavos. Y en Tucumán somos especialmente sensibles al grave problema de la trata de personas".

Juan Carlos Hourcade: "En primer lugar la defensa de la institucionalidad. Los que están en el Congreso tienen un papel fundamental en este tema. Y también creo que, de una vez por todas, hay que tomar la decisión política real de eliminar la pobreza en la Argentina, porque sí se puede. Esto es un problema de política y no de falta de bienes".

Lucía Piossek: "El funcionamiento correcto de todos los poderes del Estado".

Marcos Rougés: "Creo que es básica la preservación del federalismo, que en la práctica no existe. De hecho, todos los organismos que se dicen federales tienen sus oficinas en Buenos Aires".

Santiago Garmendia: "El debate de cómo implementar políticas vinculadas a temas sobre bioética, conservación del medio ambiente y en la transferencia tecnológica. Creo que es fundamental que no se acepten cosas impuestas sino que sean debatidas a fondo".

¿Qué anhela para 2016? 

Santiago Garmendia: "Volver a motorizar el deseo de ser un mejor país, una mejor sociedad; elevar el techo de nuestras expectativas; implementar políticas que apunten a reducir las asimetrías de la pobreza".

Marcos Rougés: "No se trata de refundar un país, sino de consolidar un país que tiene 200 años de existencia. Cambiar esa costumbre de no empujar todos en la misma dirección, asumir que cada Gobierno pasado también es parte de lo nuestro".

Lucía Piossek: "Que funcionen mejor las instituciones y que se encaren, consultando a investigadores de la UNT y del Conicet que han estudiado el tema, políticas para erradicar la pobreza. Y que se reconozca lo bueno que hayan hecho otros. Goethe decía 'conservaré lo existente'".

Catalina Hynes: "En Tucumán pediría el fin de la impunidad, que seamos todos iguales ante la ley. Que la ley funcione igual para el hijo del ministro y para el ciudadano común".

Juan Carlos Hourcade: "Que se termine el clima de crispación que aqueja al país, y que se manifiesta hasta en el hecho de que un partido de fútbol no pueda ser visto por las dos hinchadas. Que se asuma en serio la lucha contra la pobreza y contra la droga".

¿Funciona el voto a los 16?

Juan Carlos Hourcade: "Se decidió de la noche a la mañana. No se motivó en lo más mínimo a los jóvenes, salvo en las escuelas públicas, donde sí hubo una bajada de línea bastante fuerte. Ni siquiera se les explicó lo que significan las PASO y por eso mismo, muchos chicos no votaron. Las razones: 'la política es sucia', 'tenía fiaca'. En el fondo nunca se pusieron a pensar si debían votar o no".

Catalina Hynes: "A mí me gusta que se vote a los 16. Hay chicos que tienen las cosas muy claras. Pero es verdad que fue decidido de arriba para abajo. No fue producto de la exigencia de los estudiantes secundarios federados que salieron a la calle a pedir que los dejen votar. Es una decisión que tuvo mucho de electoralista".

Marcos Rougés: "Lo que no me gusta de esto es que haya dos sistemas de voto: uno obligatorio y otro voluntario. Si uno considera que el voto obligatorio es bueno, debe serlo para los de 18 y también para los de 16, porque si no genera distorsiones y ensucia el régimen democrático quitándole valor".

Santiago Garmendia: "Hay avances importantes que han ampliado los derechos. El voto a los 16 años y el matrimonio igualitario son un ejemplo. Lo que pasa es que muchas veces se demoniza mucho a los jóvenes. Y sinceramente yo no creo que los jóvenes lo hagan peor que lo que lo hicieron los adultos".

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