Una multitud honró a María y Zecca pidió trabajar por una Iglesia misionera

Una multitud honró a María y Zecca pidió trabajar por una Iglesia misionera

Miles de personas participaron del acto cívico-militar con el que se recordó la Batalla de Tucumán en la plaza Belgrano, de la procesión y de la misa frente a la Catedral. El arzobispo dijo que no se puede vivir la fe de manera aislada y que es necesario transformar esa fe en un compromiso familiar y político orientado a construir el bien común de la comunidad.

EL CENTRO DE TODA LA ATENCIÓN Y LAS PLEGARIAS. La imagen de María avanza sobre una camioneta; atrás, militares, funcionarios y los fieles. EL CENTRO DE TODA LA ATENCIÓN Y LAS PLEGARIAS. La imagen de María avanza sobre una camioneta; atrás, militares, funcionarios y los fieles.
25 Septiembre 2013

Con un mensaje muy en sintonía con los discursos que viene pronunciando el papa Francisco, monseñor Alfredo Zecca se dirigió ayer a una multitud reunida para ofrendar su fe a la Virgen de la Merced. El jefe de la Iglesia en Tucumán arengó con su discurso a los sacerdotes y a los laicos. Les pidió que se embarquen en la tarea de enaltecer la función principal de la Iglesia que es "misionera por naturaleza". Zecca aprovechó la oportunidad y el contenido de su homilía para anunciar la creación de una Fazenda de la Esperanza, una comunidad eclesial destinada a recuperar a los jóvenes "esclavos de las adicciones".

Como todos los años, la larga ceremonia de devoción a la Virgen de la Merced y de recordación de la Batalla de Tucumán comenzó en la plaza Belgrano, escenario de esa lucha indispensable para la libertad de la Argentina. El cielo regaló a los tucumanos un sol benevolente que abrigó la fe a lo largo de las 15 cuadras que emprendieron en procesión desde allí hasta la Plaza Independencia, donde se celebró la tradicional misa.

El acto protocolar, presidido por el intendente Domingo Amaya, se redujo a una media hora en la que se realizó un resumido desfile militar y se escucharon las palabras de Guillermo Usandivaras, secretario del Instituto Belgraniano de Tucumán. "No voy a ahondar en fechas por todos conocidas -dijo el estudioso. Sólo propongo hacer una reflexión acerca de por qué los tucumanos ganamos la Batalla, hace 201 años, cuando las fuerzas realistas nos duplicaban en número de hombres. Fue la convicción fuerte de nuestro pueblo para presentar pelea lo que nos deparó este éxito que tuvo consecuencias importantísimas para la historia de nuestro país. Esto nos deja la reflexión de que un pueblo unido jamás podrá ser vencido", exclamó Usandivaras y la multitud presente estalló en un aplauso.

"Abuela, qué hermosa que está la Virgen", exclamó Eduardo Máximo Herrera después del acto. Al pequeño de siete años le brillaban los ojos al ver la imagen de la Virgen cargada por miembros de las fuerzas armadas y luciendo un manto inmaculado bendecido por el propio sumo Pontífice, el argentino Jorge Bergoglio. Junto a su abuela, Marina Castro, el jovencito emprendió la caminata hasta la Iglesia Catedral.

Puentes
Un puente de fe se tendió entre la plaza Belgrano y la Independencia. Más de 10 cuadras con sus veredas ocupadas por fieles escoltaron a la Virgen de la Merced, generala del Ejército Argentino, en la procesión que más gente convoca en nuestra provincia. Los tucumanos saludaban desde los balcones al tiempo que la multitud vivaba a la Virgen María, a la Patria argentina y a Tucumán.

El día en el que se abrazan la fe, la devoción y la historia de la liberación de nuestro país, otro puente fue tendido en nuestra provincia: entre el discurso de Usandivaras y el de monseñor Zecca se escucharon ciertas similitudes que casi con seguridad no fueron deliberadas de antemano.

La fe como compromiso
"No se puede vivir la fe aisladamente -expresó el arzobispo. No hay fe sin verdad, dice el Santo Padre. La fe, lejos de ser un impedimento para la construcción de la sociedad civil, es un incentivo para transformar esa fe en un compromiso familiar, político, para construir el bien común de la provincia, del mundo.

"Nuestro compromiso de hacer una sociedad más justa, más fraterna, más humana interesa mucho a Dios. Y la pertenencia a un pueblo es fundamental. La gente vive así, en comunidad, junto a los hermanos. Por eso, qué importante esta tarde esta multitud que nos hemos reunidos. Que importante para expresar la pertenencia a la Iglesia y a este pueblo tucumano. Porque formamos una comunidad", concluyó Zecca en el altar montado frente a la Catedral.

Tucumán, abrazada a Colombia en la fe

Un grupo de estudiantes secundarios de Colombia vivió en carne propia una de las fiestas más importante del calendario litúrgico y patriótico de Tucumán. Los jóvenes se sorprendieron por la multitud que siguió a la Virgen de la Merced en procesión y se llevaron la impresión de un Tucumán unido y devoto.

"Es muy interesante ver cómo se entremezcla la historia del país con una historia religiosa. Nosotros sabíamos que el Ejército Argentino depositó toda su confianza en la Virgen para ganar una batalla, pero no nos imaginábamos que fuera a haber tanta gente", confesó Sofi Torres, y contó que el pueblo de Paujil Caquetá, cerca de su Florencia natal, tiene como patrona a la Virgen de la Merced, al igual que Tucumán.

Los jóvenes colombianos estarán hasta el 13 de octubre de intercambio cultural en el Instituto San José, de Bella Vista.

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Las Carando viven la fiesta desde arriba

El año pasado, el balcón de esa casa en la esquina de 24 de Septiembre y Catamarca cumplió 110 años. Sus dueñas, las hermanas Carando, repiten el ritual desde que nacieron: el Día de la Virgen de la Merced y de la Batalla de Tucumán, un batallón de familiares llega a la casona para vivir desde las alturas la procesión que más fieles convoca en nuestra provincia.

"Hace mucho tiempo que no veíamos tanta gente. Esta es una fecha muy especial, que nos une a los tucumanos y también a la familia. Nosotras somos todas muy devotas de la Virgen, es la herencia de nuestro padre, Elsio Carando", cuenta Marta, una de las cuatro hermanas de la familia. Ella fue la encargada de cumplir una promesa que le hizo a la Virgen de La Merced cuando su papá tuvo una complicación de salud. Elsio descansa en paz, pero dejó una montaña de fe en esa esquina.

Las otras hermanas son Leonor, Stella Maris y Elsa. Esta última vive en Río Cuarto, en la provincia de Córdoba, pero su familia asegura que cada 24 de septiembre ella está presente aunque sea por teléfono.

"Para nosotras es una fecha muy especial, que nos remite a nuestra infancia, a nuestra juventud, a nuestro papá que nos transmitió su devoción y la convicción de que nada es imposible si uno tiene fe", asegura Stella Maris. La sonrisa iluminada de las tres hermanas de ojos celestes contagia alegría y devoción por María.

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