Un jardín para cultivar mirando a 2016

Un jardín para cultivar mirando a 2016

12 Agosto 2013
Los cambios climáticos han modificado el reloj biológico de los árboles. Los lapachos blancos y rosados suelen florecer en agosto, pero este año empezaron a colorear la ciudad durante la primera quincena de julio. Asombroso. La belleza se propaga a calles, avenidas y parques por obra y gracia de esos lapachos en flor que tanto bien le hacen a la salud física y espiritual de los tucumanos. El tema obliga a retomar un tópico repetido en este espacio y en numerosas columnas y artículos de LA GACETA: el de la importancia del arbolado urbano. Y a la vez propone un desafío -uno más- de cara al Bicentenario de la Declaración de la Independencia que celebraremos el 9 de julio de 2016. ¿Por qué no fijarnos como objetivo que la provincia, en especial la capital, se transformen en ese jardín que tanto añoramos y del que todavía se habla en el resto del país?

Es cierto que en San Miguel de Tucumán y en Yerba Buena se aprecian políticas orientadas a cuidar y aumentar el patrimonio verde. También es cierto que suelen resultar insuficientes, muchas veces por directa responsabilidad de los vecinos. El vandalismo es un mal endémico en Tucumán y los espacios públicos suelen ser las víctimas predilectas de los desaprensivos. Así será imposible parquizar los accesos a la capital, condenados a recibir, a diario, toneladas de basura.

Como siempre, son los ejemplos los que permiten aproximarse a un ideal, pero sobre todo demuestran que no hay imposibles. Curitiba (Brasil) es la ciudad más verde de América Latina. Tiene 16 parques, 14 bosques y más de 1.000 espacios verdes públicos, todos estrictamente protegidos por la ley. No hay forma de que el cemento avance sobre ellos. Hay plantados un millón y medio de árboles a lo largo de rutas y caminos. Es más, la ONG Conciencia Eco revela que un rebaño de ovejas deambula por los parques y así mantienen el césped corto. Hablamos del sur de Brasil, no de las organizadas sociedades escandinavas o centroeuropeas.

Si de nuestro país se trata, un informe realizado por el equipo de Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (Ices) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indica que Rosario es la ciudad argentina con más metros cuadrados de espacios verdes por habitante. Segunda en esta escala quedó Mar del Plata.

La densidad poblacional de la capital tucumana es todo un problema. En 2007 la UNT certificó que apenas el 4% de la superficie de la ciudad correspondía a espacios verdes, mientras que el municipio informó en agosto de 2011 que durante los siete años anteriores la superficie de espacios verdes había aumentado de 300 a 742 hectáreas. Esfuerzos reales y valorables, aunque lamentablemente lejos de lo que Tucumán y sus habitantes necesitan.

Hay jardines pensados, delineados y conservados de muy diversas maneras. Los japoneses los utilizan para meditar en pleno contacto con la naturaleza. Los franceses se asemejan a obras de arte. Algunos están tapizados de flores, otros de exuberancia tropical. Están los silvestres y los que rezuman pulcritud y elegancia. Y también está el jardín de una república, el rincón capaz de regalar belleza, de inspirar los mejores sentimientos.

En los tres años que nos separan de los fastos del Bicentenario bien podríamos los tucumanos calzarnos los trajes de jardineros y dedicarnos a cuidar el verde en cada centímetro cuadrado de nuestra geografía.

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