La llamada del Señor

La llamada del Señor

Por PBRO. DR. Jorge A. Gandur

30 Junio 2013

En el Evangelio de hoy, alguien le dice a Jesús: "Te seguiré donde quiera que vayas". Si nosotros somos los que decimos esto, debemos estar atentos, porque el seguimiento de Jesús no es de cualquier manera. No podemos engañarnos. A Jesús no se lo sigue de palabras sino con obras.

El seguimiento de Jesús es para todos; podemos pensar que Cristo llama personalmente a unos cuantos elegidos, pero nos hemos olvidado que el llamado es universal.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. En el llamamiento divino hay quienes lo descubren y lo dejan todo; otros, agitados y turbados por las muchas ocasiones, no escuchan la voz de Dios. Los momentos son difíciles, las sombras de nuestras propias esclavitudes nos impiden seguir de cerca al Maestro.

Un maestro de espiritualidad sabía decir: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, a ninguno deja de llamar el Maestro, lo llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elección.

Para escuchar el llamado es necesario una conversión profunda; nadie puede escuchar si no conoce o ha oído la voz, y sobre todo la de Dios. Aun en las cosas de Dios, no buscamos agradar al Señor sino a nosotros mismos. Cuántas veces en Dios buscamos el afán de cosas materiales, el ansia de poder y el ansia de renombre.

Aun en el seguimiento de Cristo nos buscamos a nosotros mismos. ¿Acaso los Apóstoles no se peleaban por saber quién era el más grande entre los que seguían a Jesús? De la actitud egoísta surgen los pretextos para seguirlo, como lo muestra el Evangelio de este domingo; el Señor lo invita a seguirlo, pero éste le dice: 'Déjame enterrar a mi padre'. El joven rico, frente al pedido de dejarlo todo, se retira entristecido.

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El camino de la conversión que nos lleva a apartar de nosotros todo lo que nos aparta de Dios para responder con generosidad y perseverancia, que es lo que se ve en la respuesta de Eliseo: abandonó el arado, ofreció en sacrificio bueyes, dio de comer a todos y se puso en seguimiento de Elías.

Esta es la generosidad del cristiano que se prodiga en su trabajo para servir a los demás, que se olvida de sí mismo para pensar en las necesidades que otros tienen, que no hace falta tener bienes materiales; basta una sonrisa, un gesto de comprensión.

Reflexionemos
Santa María, que supo responder a la invitación de Dios a ser su madre, nos ayudará siempre a ser fieles a lo que el Señor nos pide y llenarnos de luz en el cumplimiento de su voluntad.

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