Yeah Yeah Yeahs y su deliciosa picadura

Yeah Yeah Yeahs y su deliciosa picadura

Yeah Yeah Yeahs y su  deliciosa picadura
Los Yeah Yeah Yeahs pueden construir canciones chiquitas desde un loop ("These paths") o edificar catedrales rematadas por un coro gospel (el megahit "Sacrilege"). El rango sonoro de "Mosquito" es tan amplio como la versatilidad de Karen O, la más brillante de las hijas artísticas de Shirley Manson. Por momentos divertido, por momentos llamativamente profundo, el cuarto disco del trío pica cuando debe y a fondo. Como todo mosquito capaz de mantener la autoestima rockera por las nubes.

Dr. Octagon rapea y Karen O lo sostiene en su red ("Buried alive"). Antes, ella se había puesto cachonda, cantando sobre mosquitos que revolotean entre las piernas. "Slave" habla de relaciones perversas, apuntaladas por la imaginativa percusión de Brian Chase.

Hay momentos de gran belleza en "Mosquito". "Subway" es un melancólico viaje en tren. La voz de Karen O se filtra entre orquestaciones oníricas, al igual que en "Always". Los Yeah Yeah Yeahs trepan más arriba aún y clavan la bandera: "Despair" los descubre rockeando, felices, en la terraza del Empire State. "Wedding song" es un caramelo ("estoy haciendo historia con tu nombre en mis labios...") La guitarra de Nick Zinner lidera la sinfonía, pero es Karen O -una vez más- la sirena que (nos) conduce. Prohibido atarse a los mástiles.

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