Uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años le teme a sus compañeros

Uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años le teme a sus compañeros

Una encuesta mostró que el 46% sufre violencia indirecta; el 11% la padece mucho y en forma constante. El 57% de las víctimas se calla. Docentes y padres son los últimos en enterarse. "Deben estar atentos y actuar rápido", alertan tres especialistas"El fenómeno es grave. Ocurre cuando los adultos no están. Puede generar depresión, ansiedad e incluso llevar al suicidio", dice una psicopedagoga

20 Mayo 2013

Insultos, burlas, menosprecio, agresión verbal y física. La violencia escolar es un fenómeno recurrente en los establecimientos primarios y secundarios. La vieja problemática -hoy llamada bullying- plantea un gran desafío a docentes y padres: tienen que aprender a distinguir el fenómeno y entender sus implicancias.

Una encuesta realizada por el Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA reveló que uno de cada cuatro alumnos de entre 10 y 18 años le tiene miedo a alguno de sus compañeros. El 46% sufre violencia indirecta a veces, y el 11% la padece mucho constantemente. Los más chicos son víctimas de agresión física directa y verbal. En el secundario, el acoso es indirecto: murmuraciones, amenazas, robos, insultos, rechazo social y aislamiento.

El 32% dijo sufrir a veces agresiones físicas y el 62% agresiones verbales. Pero también hacen autocrítica: el 62% admitió haber maltratado a sus compañeros a veces; y el 6%, en forma continua.

"El bullying es un término importado que sirve para explicar un proceso de abuso e intimidación reiterada por parte de un niño o adolescente hacia otro que no tiene posibilidades de defenderse. Implica siempre una situación de vulnerabilidad en quien lo sufre y una relación desigual entre el agresor y su víctima", define la psicóloga y estudiosa del tema, Silvina Cohen Imach.

El acoso psicológico y/o físico, es moneda corriente en los centros educativos: un alumno ejerce poder sobre otro de un modo sistemático y con la intención de dañarlo. El hostigador (antes llamado "matón") mantiene el poder y el control sobre la víctima y parte de los compañeros (con burlas, insultos, robos, amenazas, golpes, rumores que ridiculizan o aíslan). La víctima funciona como chivo expiatorio del grupo, y el resto de los compañeros (los espectadores) contemplan la escena de agresión y callan.

Al menos tres factores inciden en el bullying: el aprendizaje de la violencia como modo de resolver los conflictos; las instituciones escolares que no se comprometen; y la falla o ausencia de la intervención del adulto. "Doble ciego: el adulto -docente, tutor, preceptor, o padre- no ve que no ve. Es hora de empezar a ver lo que sucede a nuestro alrededor y escuchar los gritos del desamparo adolescente. No se puede seguir tolerando el doble ciego, al que no ve que no ve", enfatiza Cohen Imach.

La encuesta mostró también que los maestros y padres son los últimos en enterarse del problema. Además, que el 57% de los niños se calla y del resto, el 70% le cuenta a sus amigos, luego a los padres y finalmente al docente.

"Creemos que el bullying se aprende. Por lo tanto, también puede desaprenderse. No se trata de etiquetar ni humillar a los estudiantes que acosan, sino de ayudarlos a abandonar esa manera de comportarse", explica Candelaria Irazusta, psicóloga del Departamento Infantojuvenil del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco). Para que los chicos abandonen esa mala conducta, Irazusta insta a los adultos responsables a asumir la existencia del problema -que es más frecuente de lo que se cree-, y a darle la importancia que tiene. "Los adultos deben intervenir rápido para detener el malestar crónico, porque crece y puede tener consecuencias indeseables", enfatizó.

"El bullying es una especie de tortura metódica y sistemática"

El maltrato escolar verbal, psicológico o físico en forma reiterada y durante un tiempo prolongado, es también conocido como acoso u hostigamiento escolar (por el término en inglés: bullying). Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es la emocional, y los principales protagonistas son niños y niñas de 12 a 14 años, en proceso de entrar a la adolescencia, describió la psicopedagoga y estudiosa del tema, Norma Dilascio. "El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar, es una especie de tortura metódica y sistemática", definió la especialista. Bullying es una palabra inglesa que significa intimidación y se la usa para designar la persecución y las agresiones escolares.

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"El fenómeno aumenta en escuelas y colegios de Tucumán", aseveró Dilascio. Coincidió con Silvina Cohen Imach, al sostener que el acosador impone su poder sobre el otro a través de constantes amenazas insultos, agresiones, vejaciones y lo tiene bajo su dominio a lo largo de meses e incluso años. "Las consecuencias en la víctima pueden ser físicas o psicológicas. Algunas investigaciones reportan daño físico, pérdidas materiales (celulares, tablets) y hasta severas consecuencias en la salud mental a futuro: depresiones, trastornos de ansiedad e incluso suicidio", detalló. 

Considera importante que estudiantes, padres, profesores y directivos tomen conciencia de que el bullying existe. "Es un problema grave. No hay que buscar culpables sino reconocer que el intimidado y el intimidador requieren mucha atención", alertó.

Dilascio exhortó a estar atentos para tomar la decisión de enfrentar el problema. El bullying ocurre cuando los profesores, padres y adultos no están presentes: recreos, cambio de hora, a la salida del colegio, en los baños, en el chat, blog, Facebook, Twitter, etc.

"Para prevenir los efectos del bullying hay que reforzar los pilares de la resiliencia (capacidad de las personas para sobreponerse al dolor emocional). Son muchos. Entre ellos está la personalidad, entonces hay ayudar al niño a afianzar el sentido de valor personal, la confianza en sí mismo y en sus logros. Otro pilar es la familia: se deben fomentar las buenas relaciones en el hogar, inculcar la adopción de valores y tradiciones, la buena interacción con amigos, compañeros, vecinos y grupos de pertenencia, e incentivarlos a que elijan ambientes sin droga, sin alcohol y sin tabaco", concluyó la psicopedagoga.

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