El golpe es sólo la parte visible de las agresiones

El golpe es sólo la parte visible de las agresiones

La labor periodística enfrenta numerosas y diferentes amenazas, que van desde la lesión física directa hasta el hostigamiento a la tarea cotidiana profesional. Cada vez que un trabajador de prensa deja de hacer su labor, se debilita la posibilidad de que los miembros de una sociedad se enteren de lo que pasa. La necesidad de una reacción activa en defensa de su propio derecho.

La primera imagen que se presenta es la del rostro preocupado y/o adolorido, con algún rastro de sangre en el cuerpo. Es la referencia directa de la violación a la Libertad de Prensa, cuya fecha mundial se recuerda hoy. Es la evidencia de la agresión, como la que sufrieron 16 periodistas por la Policía Metropolitana en Buenos Aires, o la amenaza que cumple su efecto y hace que el atemorizado atienda su propia seguridad personal y familiar, como le ocurrió a Maximiliano Pascual, víctima de un atentado incendiario contra su auto en Arroyo Seco (Santa Fe), por sus notas en el periódico local La Posta. Y sólo son dos de los hechos ocurridos hace apenas una semana.

El objetivo buscado siempre es el mismo: que el afectado deje de informar a la gente. Es mucho más profundo que lo que se ve, ya que afecta a la sociedad en pleno, que no se entera de lo que está pasando y no puede disponer de los datos adecuados para decidir qué le conviene hacer. "Cada periodista asesinado o neutralizado por el terror es un observador menos de la condición humana. Cada ataque deforma la realidad al crear un clima de miedo y autocensura", afirmó en 2002 el periodista norteamericano Barry James.

Desde ese año la situación no mejoró, al punto que ayer, en la apertura de la reunión mundial de Unesco (oficina de la ONU) dedicada a este tema en Costa Rica, se cifró en 600 la cantidad de trabajadores de prensa muertos en cumplimiento de su labor informativa. Sólo en 2012, hubo entre 68 asesinatos, según la Asociación Mundial de Diarios (WAN-IFRA) y 94, según Reporteros Sin Fronteras (RSF). La impunidad es una constante, y sólo el 10% de los casos termina en condena "sea por falta de voluntad política para reprimir tales acciones, porque (los Estados) no cuentan con un aparato judicial o se encuentra debilitado, o incluso porque las mismas autoridades son responsables de las agresiones" (RSF).

La Unesco impulsa protocolos y mecanismos de defensa de los periodistas, pensando en su utilidad social. "Sin libertad de expresión, y especialmente sin libertad de prensa, es imposible que haya una ciudadanía informada, activa y comprometida", afirma en sus documentos.

Más que violencia

El marco indicado por Unesco cumplió más de 20 años en haber sido expresada con tanta claridad. En 1991, en la Declaración de Windhoek tras un encuentro de periodistas africanos, se reclamaron medios de comunicación libres de todo control gubernamental, político o económico (incluyó la disponibilidad de la infraestructura esencial para hacer periodismo); cuya labor se sustente en normas profesionales y en el interés público de las noticias; y en un entorno mediático plural, sin monopolios (estatales o privados) y con la mayor cantidad posible de espacios para expresar las diferentes ideas, donde se demuestre la riqueza de opiniones en una comunidad.

Este es el panorama real al que se debe pensar al hablar de violaciones a la libertad de prensa, que abarca pero va mucho más allá del mero ataque físico o psicológico. Alcanza el hostigamiento a los medios; la censura; los juicios por daños y perjuicios injustificados; los allanamientos indebidos; las presiones económicas (como la entrega de la publicidad oficial según la línea editorial, o el retiro de la publicidad privada); la obstaculización al acceso a la información, y las limitaciones al derecho de propiedad o la difusión de noticias, entre otros aspectos.

Teniendo en cuenta ese abanico de casos, el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) relevó 172 agresiones durante 2012 (seis de ellas ocurrieron en Tucumán), un fuerte aumento del 41% respecto del año anterior. La mayoría provino de sectores políticos identificados con el oficialismo en cada lugar, sea cual sea su signo político, porque al poder (independiente de su color) le molesta que lo controlen. Para este año, las cifras apuntan a la continuidad o a la profundización de ese panorama.

El conjunto de la sociedad que se beneficia del periodismo debe comprometerse en su defensa activa, porque es el principal afectado cuando falta la libertad de prensa.

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