Griselda ya tiene padres, casa, hermanos y sobrinos

Griselda ya tiene padres, casa, hermanos y sobrinos

La nena que vivió dos años y medio en la sala 7 del Hospital de Niños consiguió un hogar adoptivo en tiempo récord. La familia desborda de alegría y ayer se la llevó a su nueva casa, en el barrio Ejército Argentino. Lejos del suero y los catéteres, la nena comienza una nueva y auspiciosa vida llena de afectos.

HOGAR GRIS Y AJETREADO. La cama 24 de la Sala 7 fue la casa de la nena desde que tenía dos meses de edad, cuando la trajeron de Bolivia. HOGAR GRIS Y AJETREADO. La cama 24 de la Sala 7 fue "la casa" de la nena desde que tenía dos meses de edad, cuando la trajeron de Bolivia.
16 Abril 2013
Una mezcla rara de nostalgia precoz y orgullo de misión cumplida se paseaba por los pasillos del Hospital de Niños. Eliana, Natalia, Roxana y Jéssica, las cuatro jóvenes que cuidaron durante dos años y medio a la pequeña Griselda -practicamente desde que nació- vieron ayer cómo una familia la alzaba de la cuna, la vestía como a una princesa, y se la llevaba para darle una vida mucho mejor que la que puede ofrecerle un hospital. "Estoy feliz -confesó Natalia- pero he decidido no venir a cuidar más niños aquí. Me encariño demasiado. Griselda es un encanto: su sonrisa, sus caprichos, su dulzura... nunca me voy a olvidar de ella".

Después de dos años y medio, ayer Griselda volvió a sentir el calor de un hogar. Se fue para el barrio Ejército Argentino, donde una familia de un corazón gigantesco decidió abrirle sus puertas y darle todo lo que esté a su alcance y tal vez más. La pequeña Griselda, de no tener más que cuatro cuidadoras, enfermeras, catéteres y un padre biológico que no podía hacerse cargo de ella, pasó a tener cuatro hermanos, dos sobrinos mayores que ella, una abuela y una infinidad de tíos dispuestos a darle amor.

"Al final, no sé quién va a ganar más, si Griselda o nosotros. El cariño que tenemos para darle es grandísimo, pero la satisfacción que nos dará ella también será enorme. Estamos felices de poder ofrecerle una vida mejor", señaló Raúl, el flamante papá adoptivo.

La generosa familia no quiere que se difunda su apellido. Consideran que la privacidad de la nena y la de ellos mismos es fundamental. A Raúl, quien trabaja como preceptor en dos colegios y da clases particulares por la noche, no le interesan las felicitaciones ni la admiración de nadie. Y aclara: "a mí me interesa que esto se sepa porque la gente tiene que perder el miedo a comprometerse. Si nos medimos a cada paso no vamos a llegar a nada en nuestras vidas. Decir superficialmente que nos comprometemos es muy fácil: lo vemos todos los días con los políticos. No hay que tener miedo de sacrificar buena parte de nuestras comodidades, como de hecho lo tendremos que hacer nosotros, para hacerle el bien a alguien", señaló Raúl, cargando los papeles que, finalmente, le conceden la guarda legal con fines de adopción. Durante los próximos seis meses el Estado realizará controles periódicos en la familia y, si todo marcha como debe ser, les darán la adopción definitivamente.

Tiempo récord
Raúl leyó la historia de Griselda en LAGACETA.com la noche del 25 de marzo. De inmediato sintió la necesidad de hacer algo y se lo dijo a su mujer, Dolores. Ella le prometió que al día siguiente iría al hospital y al juzgado para tratar de adoptarla. "A decir verdad, creía que no teníamos esperanza. Me imaginaba que estábamos llegando tarde, que antes de nosotros habría decenas de familias tratando de adoptar a la nena. Nos llevamos una enorme sorpresa cuando comprobamos que éramos los primeros en presentarnos en el juzgado", contó Raúl.

Las familias que se acercaron a conocer a la nena no terminaron del todo convencidas. Es que la pequeña tiene una traqueotomía por sus problemas respiratorios y trastornos en las piernas y la cadera. Por todo esto, requiere de cuidados especiales y muchísima dedicación. "Es que la gente debe comprender que el hijo perfecto no existe, que cada uno tiene lo suyo -señaló, mientras la cambiaba, Dolores, la nueva mamá de Griselda-. Hay muchísima gente intentando adoptar un hijo, pero no se deciden cuando no cumplen con sus expectativas. Ningún hijo, natural o adoptivo, es el hijo perfecto", insistió la ama de casa. "Estoy feliz de ser la responsable de Griselda, que es una nena hermosa que nos llena de cariño. Estoy contenta de poder darle una oportunidad para su desarrollo, para que sea una nena normal. Dios nos manda a los hijos y este es uno de esos casos", apuntó la orgullosa mamá.

Mientras los nuevos papás y alguno de sus hermanos la preparaban para llevarla, Marcela, de 24 años, partió al barrio a acomodar la habitación de la hermanita que, de seguro, es la más mimada a partir de ayer. Marcela tiene dos hijos -ahora sobrinos de Griselda-, su casa y su pareja, pero está convencida de que a partir de hoy vivirá más en la casa de sus padres que en la suya.

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