Los animales sueltos en la ruta a los valles

Los animales sueltos en la ruta a los valles

04 Abril 2013
Luego de un percance o de una tragedia suelen escucharse expresiones tales como: "nunca pensé que pudiera ocurrir", "pero si todos saben que es así"; "nunca antes pasó nada así, que yo recuerde"; "es una fatalidad". Muchos de quienes regresaron del fin de semana largo de Tafí del Valle lo hicieron con el corazón en la boca como consecuencia de los animales sueltos en una ruta 307 presa de la llovizna y la neblina y por lo tanto, de una escasa visibilidad. El peligro fue aún mayor por la gran cantidad de viajeros que regresaban.

No es una novedad, por cierto, la presencia de vacas y caballos en el camino a los valles; hay sectores donde a través de las señalizaciones se advierte al conductor que puede toparse con estos y que circule con prudencia.

A fines de enero pasado, muchos conductores de automóviles, camionetas y colectivos debieron realizar torpes maniobras para no embestir a los animales. En esas oportunidades, publicamos fotografías tomadas a unos 100 metros de la comisaría de Tafí del Valle, en la zona de La Quebradita, que habían sacado veraneantes indignados por la falta de controles. Este problema es permanente en la 307.

Otras rutas también lo padecen. El 7 de febrero pasado, un lector señalaba en una carta: "Como trabajo en la ciudad de Santiago del Estero, una vez quise retornar a mi domicilio en Monteros por la ruta 308, que une Termas de Río Hondo con La Madrid; y debo reconocer que del lado santiagueño se encuentra impecable, y es seguro y placentero su recorrido; pero del lado tucumano es deplorable la condición en que se encuentra; quizás peor que la ruta provincial 323, con el aditamento de los muchos animales sueltos que representan un peligro para los que la recorren". En diciembre pasado, un motociclista se llevó un susto, cuando un potrillo que estaba suelto sobre la ruta 344, en Monteros, se le vino encima y lo chocó. Como consecuencia del golpe, el conductor sólo sufrió lesiones leves. Nuestra crónica policial del 29 de marzo de 2012 daba cuenta de que una camioneta que se desplazaba hacia el norte chocó de frente contra un caballo, a la altura de la ciudad de Trancas, sobre la ruta nacional 9, a metros del puente sobre el río Salí, en la zona conocida como El Boyero. En la ocasión, falleció una joven de 24 años. Se tomaron muestras de la marca que tenía el animal en un anca para tratar de localizar a su propietario; se desconoce si lo hallaron y si se hizo responsable del luctuoso hecho.

Cuando suceden accidentes por esta causa -haya o no víctimas mortales- los propietarios nunca aparecen y tampoco reciben sanción alguna porque no se investiga. ¿Quién se hace cargo entonces de la irresponsabilidad, de los daños y de las víctimas? En otras oportunidades, hemos propuesto que se lleve un registro de propiedad de animales o identificarlos de algún modo. Por otro lado, se debería patrullar en forma constante las rutas y no esperar que suceda algo para preocuparse. En ese sentido, las municipalidades y comunas deberían involucrarse de un modo activo en el asunto e implementarse desde el Estado una campaña de educación vial justamente en los lugares donde con mayor frecuencia se producen estos episodios.

Afortunadamente, no se registraron percances por esta causa. Sin embargo, no hay que confiarse porque bien señala el siempre vigente refrán cuando ocurre una desgracia que pudo prevenirse, "de nada sirve llorar sobre la leche derramada".

Comentarios