Francisco llegó y rompió las distancias

Francisco llegó y rompió las distancias

La ceremonia de entronización estableció, hasta en las formas, una ruptura con el concepto jerárquico que ha primado en la Iglesia.

SIN BARRERAS. Francisco desechó el Papamóvil  blindado que solía usar Benedicto y eligió un jeep descapotable para garantizar un contacto más directo con los fieles. FOTOS REUTERS SIN BARRERAS. Francisco desechó el "Papamóvil " blindado que solía usar Benedicto y eligió un jeep descapotable para garantizar un contacto más directo con los fieles. FOTOS REUTERS
20 Marzo 2013
"Una de las cosas que más me ha encantado de Francisco es que ha hecho reír a los cardenales. Nunca los había visto reír antes". Lo dijo hace unos días, en una charla con LA GACETA, la hermana Rita, religiosa de la congregación de las Hermanas Esclavas, en una lectura de cómo los gestos comunican. En este caso es el "estilo Francisco", que ya está dando que hablar en todo el mundo; y, como se sabe, las formas "hablan".

"El entusiasmo que Francisco ha generado entre los católicos al dirigirse a los fieles como si fuera un sacerdote de parroquia más que como un monarca papal revela un anhelo por un líder de la Iglesia Católica que no ha sido visto desde el carismático Juan Pablo II", señala, en consonancia, un periodista de la agencia de noticias Reuters.

En la misma crónica, el periodista compara el "estilo Francisco" con el que cultivó Benedicto XVI. "El papado de Benedicto se remontaba a la larga tradición intelectual de la Iglesia, pero la fe también se basa en la emotividad. En lugar de encarnar a un distante catedrático, el nuevo Papa a menudo hace declaraciones espontáneas, algo que Benedicto hizo pocas veces. Francisco, que sólo ha dicho cosas positivas sobre su predecesor, también ha impresionado a los cardenales al dejar de lado el estilo de monarca que caracterizó al papado anterior".

En el mismo artículo se enumeran múltiples ejemplos de este nuevo estilo: el Papa en ómnibus, junto a los cardenales, tras su elección en el cónclave; su ubicación en un puesto al azar durante la cena, en lugar de tomar la cabecera de la mesa; su recorrido por la plaza San Pedro, ayer, saludando a los peregrinos desde un Jeep abierto, y no ya desde el Papamóvil a prueba de balas que usaba Benedicto XVI; su ruptura del protocolo al bajarse del vehículo para besar en la frente a un hombre con discapacidad motriz.

Las señales del "estilo Francisco" irrumpieron desde el arranque, apenas hubo fumata blanca en El Vaticano, la semana pasada. El papa Francisco apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro ataviado con una sotana blanca, sin estola y con la cruz pectoral negra, propia de los obispos, en lugar de la dorada característica del sucesor de Pedro. Y un dato no menor fue el "Rezad por mí" que le pidió entonces a la multitud.

Se pueden sumar de a docenas los gestos distendidos, que hablan de una ruptura de las distancias: el Papa futbolero y devoto del mate que en su encuentro con periodistas, el domingo pasado, bendijo a un perro lazarillo de un periodista ciego.

El mismo que ayer, antes de la ceremonia en la que fue ungido Papa, se dirigió por teléfono a los miles de fieles que hacían vigilia de oración en la Catedral de Buenos Aires y los instó, entre otros consejos, a "no sacarse el cuero".

Y el que bendijo la cámara de fotos de Víctor Bugge, el fotógrafo de la Presidencia argentina. Los mismos gestos de distensión había mostrado el lunes, en su encuentro con la presidenta Cristina Fernández, a quien saludó con un beso.

Mensaje a los obispos locales

Ese estilo no ha llegado por casualidad al Vaticano, según analizan expertos en el tema. Como ha dicho el teólogo italiano Massimo Faggioli, profesor de la Universidad de Santo Tomás en Minneápolis, "la forma en que el pontífice se presenta envía un poderoso mensaje a los obispos locales".

En consonancia con lo que señalaba en Tucumán la hermana Rita, Enzo Bianchi, jefe del movimiento monástico Bose, de Italia, comparó la atmósfera de la actualidad con el escenario de tensión en la Iglesia hace apenas unos meses. "Cuando hablábamos de la Iglesia, lo hacíamos sin una sonrisa", escribió el domingo en el diario La Stampa.

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