La custodia es una responsabilidad de todos

La custodia es una responsabilidad de todos

20 Marzo 2013
Sencillez, humildad, desapego por las formalidades, firmeza, marcaron los primeros días del pontificado de Francisco que se inició oficialmente ayer en la plaza San Pedro, adonde llegó encaramado en un jeep sin protección y confraternizó con la gente. Seguramente, no sorprendió el tono de la homilía que pronunció el argentino Jorge Mario Bergoglio en una ceremonia sobria. Esta no hizo más que recordar los valores esenciales que pregona el credo católico y que conservan siempre actualidad.

Sus palabras evocaron la figura y la importancia de San José como custodio de María, Jesús y de la Iglesia. Afirmó que la vocación de custodiar no sólo les atañe a los cristianos, sino que tiene una dimensión que es humana y les corresponde a todos. "Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación... Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien", dijo.

Señaló que cuando el hombre falla en esta responsabilidad, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. El Santo Padre sostuvo que en todas las épocas hay Herodes que elucubran planes de muerte y destrucción. "Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos 'custodios' de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para 'custodiar', también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura... Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz", dijo.

Estas palabras simples no hacen más que recordarle a la clase dirigente, en particular, que es la que rige los destinos de su país, que la vocación de servicio es la que debería prevalecer siempre en sus acciones.

Vivimos en un mundo cada vez más convulsionado, con guerras, debacles económicas que hacen zozobrar las sociedades, con una apabullante desigualdad que está aún lejos de erradicarse, con millones de seres humanos explotados, excluidos, perseguidos, con una minoría de naciones que no están dispuestas a ceder un ápice de su poder en pro de un mundo mejor, más justo, con una equitativa distribución de las riquezas.

La homilía del papa Francisco debería hacernos reflexionar sobre el sentido de la vida como un servicio hacia los demás, recordando que el amor es el motor fundamental de las relaciones humanas. Sin amor, lejos estará la esperanza.

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