Violencia para todos
"Es más difícil luchar contra la hipocresía que contra los violentos y corruptos…". Esas fueron algunas de las palabras que utilizó Mónica Nizzardo para argumentar su renuncia a Salvemos al Fútbol, organización no gubernamental que desde hace años intenta ponerle punto final a la violencia que amenaza con asesinar el deporte que tanto dicen amar los argentinos. 

A Julio Biscay lo conocían muy pocos. Pero el sábado su nombre pasó a la historia al ser la víctima número 274 de la violencia en el fútbol en nuestro país en un registro que comenzó a escribirse en 1922. Fue herido el sábado en un enfrentamiento de barras de Gimnasia y Esgrima La Plata antes de que comenzara el encuentro entre el "lobo" y Nueva Chicago, partido que nunca terminó por los incidentes que protagonizó la hinchada del "torito". El jueves falleció Adrián Velázquez, fanático de Tigre que estuvo involucrado en una pelea entre los violentos de ese club, que paradójicamente, es conocido como el "matador". 

El listado de bestialidades de los últimos días no termina ahí. El viernes, Gastón Turus terminó herido porque un policía le pegó un cachiporrazo en el duelo de Belgrano y Newell's. El jugador "pirata" fue golpeado cuando reclamaba a los efectivos por cómo le pegaban a los hinchas que lo alentaban. Desde ese día, Elizabeth Tévez agoniza en un hospital salteño tras haber recibido un balazo cuando ingresaba al estadio de la Liga de esa provincia. El proyectil salió del arma de un uniformado que intentó frenar los incidentes que se produjeron antes de que se disputara un encuentro por el torneo del Interior. 

Julio Grondona, presidente de la AFA, quedará en la historia. Su capacidad para sobrevivir es asombrosa. Inició su mandato en plena dictadura militar y, como ocurrió con muy pocos dirigentes del país, superó sin problemas el alfonsinismo, el menemismo, el delarruismo y el kirchnerismo, con el que mantiene estrecha relación desde que se inventó el Fútbol Para Todos. Por eso no sorprende que Don Julio nunca haya dado ninguna explicación. Y mucho menos sobre este tema. Desde que está al frente de la entidad, murieron 172 personas en casi 34 años.

En esta nueva escalada de violencia, sólo Futbolistas Argentinos Agremiados fijó postura. Y lo hizo en defensa de Turus y a través de la televisión pública. El Estado y la AFA, socios en este negocio que ya lleva tres años, siguen mirando para otro lado, a pesar de que son los únicos responsables de brindarles seguridad a todos los hinchas que siguen comprando las entradas para disfrutar del fútbol, sin importarles que quizás no regresen sanos y salvos a sus hogares. "La perversidad del fútbol argentino es extrema. Todos la reconocen, pero como si se tratara de una enfermedad terminal, sin cura. En vez de buscar un antídoto, tratan de vivir con ella de la mejor forma posible", recalcó Nizzardo en su carta de despedida.

Y en medio de tanta locura, José Alperovich se jugó en serio para salvarse del papelón. Logró que el clásico entre Atlético y San Martín se disputara en la provincia. Lo consiguió con un alto costo: hacerse cargo de la seguridad del encuentro. Por eso decidió desplegar un megaoperativo que contará con la participación de 1.300 efectivos con el que pretende evitar cualquier tipo de incidente como los ocurridos el sábado.

Sin embargo, el gobernador encontró un aliado inesperado. Fueron los simpatizantes los que levantaron las banderas para implorar a través de las redes sociales y de gestos concretos por un clásico en paz. Y la misma Nizzardo había anticipado el año pasado: "la violencia se acabará cuando los hinchas reaccionen y dejen de ir a los estadios".

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