"Que no se la guarden"

"Que no se la guarden"

El alperovichismo tiene fecha de vencimiento y enfrenta el riesgo de sufrir lo que Miranda hace 10 años: que los líderes territoriales, en octubre, no "inviertan" en la votación federal.

Comenzó el circo de proselitismo oficialista, que abre sus puertas durante cada año electoral. Pero la temporada 2013 ofrece algunas dificultades porque la apuesta mayor de la Casa de Gobierno es un número de prestidigitación que va a ser muy difícil concretar. Y eso se debe a que no consiste en hacer desaparecer algo sino en todo lo contrario: en evitar que se esfume...

En los comicios de diputados nacionales de octubre, el kirchnerismo se juega la gobernabilidad. Y, en la carpa tucumana, el gobernador debe poner en escena a todos sus intendentes, legisladores, concejales y delegados comunales (cabezas visibles de la dirigencia). Y lograr que ellos le obedezcan en una pirueta compleja. El alperovichismo debe, por lo menos, repetir la performance de 2009 y retener las tres (de las cuatro) bancas que renueva. Para conseguir esa gracia, le dará a sus "artistas" cuantos recursos disponga. Y ese es el momento del acto principal, anunciado en las marquesinas de la política con cinco palabras: conseguir "que no se la guarden". Lograrlo puede ser más difícil que -por decir- hacer desaparecer un banco a la vista de todos.

Espejos y reflejos
"Que no se la guarden" es una acrobacia que ya ha fracasado y de manera monumental. Pasó en esta provincia. Hace exactamente 10 años. Cuando la compañía cambiaba de dueño, pero no de cultura circense. El que fracasó en el intento fue Julio Miranda. Pasó justamente en elecciones de octubre. En las que, siendo gobernador a punto de cumplir su fracasado mandato, durante el cual la vida de los niños desnutridos se tronchaban por veintenas, se postuló a senador nacional. Pasó en los comicios que perdió. Obtuvo, apenas, la banca de la minoría, derrotado por Ricardo Bussi, que obtuvo sufragios donde ni siquiera tenía fiscales. Fue la prueba del voto castigo. Pero lo cierto es, también, que el peronismo no ganó en esa elección de 2003 en circunscripciones donde solamente triunfaba. Fue la prueba de que los líderes territoriales sí se la guardaron. Y lo hicieron porque Miranda (al cual Alperovich convocó a su despacho esta semana) ya se iba.

Entonces, el gobernador suelta conjuros. El columnista Marcelo Aguaysol hizo público el primer "abracadabra" del año, directamente destinado a "que no se la guarden". Fue cuando el mandatario hizo trascender la posibilidad de liderar la lista de diputados. Hasta aquí lo descartan, pero -lo cual no es menor- no lo desmienten. Es que si "el cuero" político del jefe del Ejecutivo está en juego, y es él quien encarna la campaña, guardársela va a ser más complicado.

Pero el gobernador de Chaco, otra vez, fue más rápido que el tucumano. Jorge Capitanich sí liderará la lista de senadores. Alperovich duda o pierde reflejos. Como fuere, se queda sin iniciativa. Y, entonces, los acontecimientos adquieren su propia dinámica y él resigna el rol protagónico. Si adviene la hora de los testimoniales, ya no será lo mismo que se haya postulado a que, en realidad, no le quede otra: la posibilidad de que el primer candidato sea el intendente capitalino, Domingo Amaya, no le disgusta a los "K". En especial, con las encuestas que exhibe La Cámpora.

Amor con amor se paga
En el Gobierno, "que no se la guarden" es asunto de Estado. Y no porque vean fantasmas, sino porque advierten los gestos de rebelión que hay en la "compañía" desde que comenzó el año.

Que la Legislatura, donde el oficialismo ocupa 42 de las 49 bancas, aumentara los sobresueldos parlamentarios (también llamados "gastos sociales") en un 36%, justo en vísperas de las paritarias con los estatales, fue un mazazo para la Casa de Gobierno.

Por un lado, "sus" parlamentarios estaban diciendo que les importa un cuerno cuál sea la suerte de las negociaciones del Ejecutivo con los gremios estatales, que ya embanderan el 36% como cifra legítima. Y ese mensaje es toda una devolución de gentilezas. Los parlamentarios que tienen dos y tres mandatos consecutivos le pidieron a Alperovich, a diario, reforma y habilitación de más reelecciones. Por toda respuesta recibieron ninguneo: el gobernador ignora a los históricos y canaliza sus proyectos (y los consecuentes beneficios) mediante los recién llegados. Entonces, amor con amor se paga.

Por otro lado, los legisladores dan por comenzada la temporada de hacer colchón. De guardarla. Las elecciones provinciales de 2015 están cada vez más cerca y no hay certeza de continuidad. Hasta aquí, deben desalojar los despachos en dos años. Así que van a empezar a guardarla para transferir la banca a un familiar, y/o para buscar una intendencia.

Esa incertidumbre de no saber si en dos años hay fecha de vencimiento para la democracia pavimentadora, o si habrá nuevo manoseo de la Constitución (aquí le dicen "reforma") y más reelecciones, es advertida (y padecida) en los camerinos de Casa de Gobierno. Y por eso empezaron a sacar palomas de los pañuelos. El Presentador les tiene fe y las presenta como inéditas obras públicas porque el año pasado no las ensayaron ni de casualidad.

Felinos, conejos, galeras
Alperovich estuvo durante todo 2012 yendo y viniendo de la Casa Rosada, pero no pudo convertir los ramos de flores discursivas en los "extras" de otros años. Esperaba $ 750 millones, entre "adicionales" de coparticipación y asistencia financiera para la deuda pública. La Nación nada le mandó. Este año, en cambio, enero aún no termina y el gobernador ya anunció la construcción de 3.000 viviendas, en el interior; y la apertura de las calles Córdoba y Mendoza, en la capital.

El jefe de Estado da esas "novedades" como si sacara conejos de la galera. Pero, tal como se ve hoy en la sección TUcumanos, a esos "numeritos" el pueblo ya los conoce de sobra. Ya se empachó de compromisos incumplidos. Ya no quiere gato por liebre.

Por caso, está fresca la desvergüenza del 18 de junio de 2009. A 10 días de la elección anticipada de parlamentarios nacionales, prometieron la reanudación del servicio de tren de pasajeros entre San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo. Y la dupla "Apolo" hizo el primer trayecto. "Impresionante", manifestó la Presidenta por teleconferencia. "Estamos felices los tucumanos", afirmó el gobernador. Pero era un truco: sólo fue un viaje de ida. El servicio nunca se instrumentó.

El "después" interior
Igual, aunque sean las mismas promesas de siempre, el alperovichismo se maquilla con ellas. Comenzó el show para exhibir al gobernador como un hombre que desborda energía, que siente alegría de gobernar, que le encanta desempeñarse como titular del Poder Ejecutivo, y un montón de etcéteras divorciados del hastío que él enseña bastante seguido. Como cuando manifestó, a modo de balance del exitoso paso del Rally Dakar 2013, que iba a ser difícil que volviese a pasar por Tucumán. Con bríos así...

Pero la propaganda discursiva del funcionariado es otra, precisamente, porque un Alperovich entusiasmado es indispensable para "que no se la guarden".

Es que la promesa hacia adentro del alperovichismo es que si en octubre logran un triunfo inobjetable, nadie podrá objetar que "después" encaren la reforma constitucional. O sea, "que no se la guarden" en octubre, y que la inviertan en conseguir una gran victoria electoral, porque ahí se juega la "continuidad" y "después" habilitarán más reelecciones. "Después", jura el Gobierno que dos veces en 2012, asados mediante, prometió a sus parlamentarios que iba a enmendar la Carta Magna. Y que otras dos veces, a través de los medios, dijo que no era verdad.

CER o no ser
No están funcionando las destrezas desplegadas hasta aquí por el alperovichismo para "que no se la guarden". Y no sólo entre los legisladores. Con los intendentes ocurre otro tanto. Porque también los jefes municipales se le animan a Alperovich, precisamente porque no le creen. El tafinisto Jorge Yapura Astorga se plantó con la decisión de demoler el hotel que se construye a la entrada de Tafí del Valle, aduciendo que transgrede los límites de altura pautados por las normas municipales. No le importó que el alperovichismo defendiera el emprendimiento. De hecho, sólo pudieron frenarlo con la Justicia.

En el llano, la indignación de Enrique Orellana por el trato desigual que recibe su administración se exteriorizó en un destemplado reclamo de obras hídricas, pero su origen puede encontrarse en el Pacto Social 2013.

Famaillá es la única municipalidad departamental del interior (no tiene comunas: la intendencia atiende toda la jurisdicción) y le asignaron $ 48 millones para sueldos. Pero a Aguilares, pese a que el departamento Río Chico tiene cuatro delegaciones rurales (El Polear, Santa Ana, Monte Bello y Los Sarmiento y Las Tipas), le dieron un 40% más. O sea, al terruño del retraído pero influyente senador Sergio Mansilla le tocaron $ 67,5 millones. Así que la capital de la empanada será la primera escala de los peronistas que se le animen al gobernador sin dejar el kirchnerismo. Por ejemplo, del Movimiento de Unidad Popular, desde donde Antonio Guerrero impulsa la candidatura a diputado nacional de Luis Ariel Romano, edil de Alberdi.

Y está la capital. Tras la promesa federal de $ 500 millones para obras públicas de bajo impacto en infraestructura y de alto impacto proselitista (cordón cuneta y pavimento), la preocupación del alperovichismo no radica en que Tucumán reciba esos recursos. La angustia pasa por evitar que esa plata vaya directamente a las municipalidades. Porque el programa nacional se llama "Plan Más Cerca: Más Municipio, Mejor País, Más Patria". Y a la intendencia de Amaya (al que cuando le preguntan si quiere ser gobernador se pone en pose de Scioli), le corresponden $ 115 millones.

Por las dudas, el Gobierno tomó una medida pocas veces vista con esa Municipalidad: la Provincia aplica el CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia) a la deuda pública de la ciudad.

Para el alperovichismo, luego, lo más difícil para conseguir "que no se la guarden" sus cirqueros en octubre será explicar por qué la propia Casa de Gobierno se la está guardando desde ahora.

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