02 Enero 2013
RÍO DE JANEIRO.- El Mundial de fútbol de 2014 en Brasil está en las manos polémicas de un político de 82 años, de temperamento inestable y con históricos lazos con la dictadura militar. Se trata de José Maria Marin, quien asumió la conducción del comité organizador de la competición, en reemplazo del controvertido Ricardo Teixeira, de quien "heredó" también la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y un sueldo por U$S 130.000 mensuales.
Marin no hizo carrera en el deporte, salvo por los dos años en que actuó como delantero juvenil del club San Pablo, en los años 50. Abandonó las canchas para ingresar a la política en un antiguo partido vinculado al fascismo italiano, y recién restableció sus vínculos con el fútbol en la década de 1980, cuando comandó la Federación Paulista y lideró la delegación de Brasil al Mundial de México 1986. El dirigente apoyó con entusiasmo el golpe militar de 1964 y por diez meses, entre 1982 y 1983, fue gobernador del Estado de San Pablo. La izquierda lo acusa de ser responsable del arresto y asesinato del director periodístico de TV Cultura, Vladimir Herzog, muerto bajo tortura en una unidad militar paulista en 1975, poco después de que el entonces diputado Marin demandara "medidas" para poner fin a un supuesto sesgo opositor del noticiero del canal.
Su llegada al poder en la CBF generó manifestaciones de protesta de grupos de izquierda y un discurso airado del diputado Adriano Diogo, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), quien sostuvo que Marin tiene "las manos sucias de sangre de la dictadura", pese a que el dirigente siempre negó todo vínculo con este caso.
La polémica sobre Marin también se debe a su irascibilidad y a incidentes insólitos, como cuando se guardó en el bolsillo una medalla que debería entregar al arquero Matheus Caldeira, campeón de fútbol juvenil, o el despido del entrenador Mano Menezes. (DPA)
Marin no hizo carrera en el deporte, salvo por los dos años en que actuó como delantero juvenil del club San Pablo, en los años 50. Abandonó las canchas para ingresar a la política en un antiguo partido vinculado al fascismo italiano, y recién restableció sus vínculos con el fútbol en la década de 1980, cuando comandó la Federación Paulista y lideró la delegación de Brasil al Mundial de México 1986. El dirigente apoyó con entusiasmo el golpe militar de 1964 y por diez meses, entre 1982 y 1983, fue gobernador del Estado de San Pablo. La izquierda lo acusa de ser responsable del arresto y asesinato del director periodístico de TV Cultura, Vladimir Herzog, muerto bajo tortura en una unidad militar paulista en 1975, poco después de que el entonces diputado Marin demandara "medidas" para poner fin a un supuesto sesgo opositor del noticiero del canal.
Su llegada al poder en la CBF generó manifestaciones de protesta de grupos de izquierda y un discurso airado del diputado Adriano Diogo, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), quien sostuvo que Marin tiene "las manos sucias de sangre de la dictadura", pese a que el dirigente siempre negó todo vínculo con este caso.
La polémica sobre Marin también se debe a su irascibilidad y a incidentes insólitos, como cuando se guardó en el bolsillo una medalla que debería entregar al arquero Matheus Caldeira, campeón de fútbol juvenil, o el despido del entrenador Mano Menezes. (DPA)
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