En 24 y Junín se proyectó la primera película

En 24 y Junín se proyectó la primera película

Fue en 1908, y a partir de allí la difusión del séptimo arte no se detuvo, hasta extenderse por todos los rincones de la capital.

EL MAJESTIC. La sala de 24 de Septiembre 666 se inauguró en 1916.  LA GACETA / ARCHIVO EL MAJESTIC. La sala de 24 de Septiembre 666 se inauguró en 1916. LA GACETA / ARCHIVO
La sala -o el ámbito elegido a tal fin- se sumergía en un silencio litúrgico. El sonido de un exquisito piano, como el aroma de un perfume francés, extasiaba a la concurrencia. Las manos del intérprete se esmeraban por sonorizar con acordes precisos y conmovedores las caprichosas imágenes que transcurrían en la pantalla. Eran tiempos de asombro, de descubrimientos, de privilegios, en el inicio de la primera década del siglo pasado. Tiempos parturientos del séptimo arte en la capital tucumana, que se originaron en sesiones privadas.

"En esa época la proyección de películas mudas era un complemento de otros espectáculos artísticos. Por lo general solían ser musicales. Incluso, la orquesta o el intérprete que actuaba en cada ocasión también acompañaba y ambientaba la proyección", destacó el cinéfilo Ricardo Antonio Brunetti.

Características

En aquellos años las películas sin sonido incluían carteles descriptivos para facilitar la comprensión de la sucesión de imágenes en blanco y negro. "Las producciones eran de corta duración. Entre uno y 10 minutos y, habitualmente, de ficción (comedias y aventuras). Se filmaban en estudios muy precarios. En los créditos no figuraban ni los actores ni tampoco el director. Solo se identificaba la compañía que lo había producido", agregó.

El profesor Brunetti también remarcó que más tarde surgieron los documentales locales y nacionales. Las funciones se consideraban, por entonces, un espectáculo solo para gente que estaba familiarizada con los conciertos, el ballet y el teatro. "A este público, sin dudas, las cintas les parecían una curiosa novedad", dijo.

Propulsores

El brasileño Botafogo, un extranjero dotado de fortuna y de espíritu de iniciativa -según consigna LA GACETA del 12 de febrero de 1952-, fue el precursor del cine en Tucumán.

Botafogo, asociado con Manuel Imbert, abrió en un galpón situado en la esquina noreste de Junín y 24 de Septiembre una precaria sala. Allí se concretaron, en septiembre de 1908, las primeras proyecciones cinematográficas de la provincia.

Fue precisamente a este empresario de lengua portuguesa que las autoridades de la Sociedad Italiana -Casa de Italia, por esos años- le ofrecieron el salón de la entidad para las funciones.

Los inmigrantes Ernesto Sábato, en "La memoria de la tierra", incluyó el discurso que pronunció al recibir en 1999 la ciudadanía italiana y la Medalla de Oro a la Cultura Italiana en la Argentina. Allí contó: "yo fui el décimo hijo de una familia de once varones a quienes, junto con el sentido del deber y el amor a estas pampas que los habían cobijado, nuestros padres nos transmitieron la nostalgia de su tierra lejana. Y ese desgarro, esa nostalgia del inmigrante lo he volcado en un personaje de ´Sobre héroes y tumbas´, el viejo D'Arcángelo, que extrañaba su antiguo terruño, sus costumbres milenarias, sus leyendas, sus navidades junto al fuego... A medida que nos acercamos a la muerte nos acercamos también a la tierra, pero no a la tierra en general sino a aquel ínfimo pedazo de tierra en que transcurrió nuestra infancia. Así también mi padre, descendiente de esos montañeses italianos acostumbrados a las asperezas de la vida, en sus años finales, para defenderse de lo irremediable con el humilde recurso del recuerdo, evocaba la Paola de su infancia. Aquella misma Paola de San Francesco, donde un día se enamoró de mi madre". Esa descripción tan emotiva y reivindicante de sus ancestros y de su origen, siempre fue reflejada en el cine. Tanto en el sonoro como en el denominado mudo.

Multiplicadores

Por cierto, fueron las sociedades de inmigrantes, las que ejercieron una acción multiplicadora en el desarrollo y crecimiento del cine en Tucumán, de acuerdo con investigaciones de académicos como Elisa Cohen de Chervonagura. Al respecto la escritora destacó que los 350 inmigrantes que había en 1869 se habían incrementado a 32.570 luego de 45 años. Es por ello que no resulta extraño, sino más bien coherente, que las denominadas Casas de España, Francia e Italia incluyeran en sus actividades recreativas y culturales de fines del siglo XIX y de comienzos del XX, además de la danza, de la música y de la literatura, la proyección de cintas documentales sobre la cultura de los países a los que representaban.

Los espacios

Entre 1908 y 1912 las películas solo se exhibían en salones de clubes o asociaciones, de bares y de confiterías famosas, como las que estaban alrededor de la plaza Independencia: Londres (1908), en Las Heras 401 (hoy San Martín); París (1910) y Café Colón (1916), ambas en la misma acera de esa arteria lateral al principal paseo público urbano.

En esa alborada del séptimo arte en la provincia -de acuerdo con nuestros archivos- la duración de las películas se establecía por metros. Un minuto incluía entre 18 y 22 metros. Y 2.000 m eran alrededor de 90 minutos.

Confiterías y biógrafos

Otros ámbitos de difusión del cine -por entonces se denominaban biógrafos o cinemas- fueron las confiterías: el primer El Buen Gusto (1910, 9 de Julio 27), Royal y luego Boston (1914 y 1915, frente a la plaza Alberdi), Bar Centenario (1914, 25 de Mayo 17), Gesken y Karakachoff (1914, Muñecas 17), Confitería y Billares Buenos Aires (1910, Mendoza 801), Perittore y Micheli (1914, 9 de Julio 537), Polo Norte (1914, Santiago 1.002), San Martín (1914, Mendoza y Junín) y José Tagliomonti (1914, Congreso al 500). Los biógrafos: Universal (1908, 24 de Septiembre y Junín), Tucumán (1909, Muñecas 51), León (1913, Congreso y La Madrid), y Novedades (1917, Mendoza y Junín). Los teatros: Alberdi (1912, Crisóstomo Alvarez 985), Odeón -hoy San Martín- (1912, avenida Sarmiento y Muñecas) y Belgrano (luego de la remodelación de 1913, San Martín 257 -ex Las Heras) y Politeama Argentino (1920, 9 de Julio y Las Piedras). En realidad, este último se había proyectado para ser un teatro, pero como no se terminó de construir lo utilizaron como cinema.

Otros ámbitos


También se pasaban filmes mudos en el Club Social (1915, 24 de Septiembre y 25 de Mayo, allí después funcionó Agua y Energía), los parques de diversiones Mundial Park, de la actual plaza Yrigoyen, y American Park, de 24 de Septiembre y Suipacha y en la confitería de Villa Nougués.

Pero los dos primeros cines o salas céntricas que existieron fueron el Moderno (9 de Julio 76) y el Majestic Palace (24 de Septiembre 666). Se fundaron en 1912 y 1916, respectivamente. Ambos, hasta el advenimiento del cine sonoro, eran llamados biógrafos a pesar de ser salas de cine.

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