Un testigo habló de violaciones en un CCD

Un testigo habló de violaciones en un CCD

Un obrero rural que estuvo en la ex Eudef describió las condiciones de vida en ese centro.

09 Diciembre 2012
Aníbal R. fue uno de los trabajadores zafreros que declaró durante la semana en el marco de la mega causa por delitos de lesa humanidad "Arsenales II-Jefatura II". En un encarnizado relato, el hombre relató las torturas que sufrió mientras estuvo detenido en el Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionó la ex Eudef. Una de las particularidades de sus palabras fue que mencionó la posibilidad de que allí se hayan cometido abusos sexuales en contra de las mujeres que estaban detenidas.

Es el primer testimonio en lo que va de las audiencias en los que se menciona este delito. Sin embargo, a varios de los imputados se los acusa por violaciones y abusos deshonestos.

"Había mujeres y, aparentemente, las violaban. Se escuchaba que ellas se quejaban y que les decían que se queden calladas, que les convenía", reveló mientras detallaba las condiciones de detención.

Aníbal fue secuestrado el primero de junio de 1977, en un campo que el Ingenio Cruz Alta arrendaba La Ramada. Él estaba encargado de las máquinas que allí estaban trabajando. "Fueron a buscarme a mi casa. Dijeron que eran del Correo y mi esposa les dijo que no estaba. La encerraron junto a mis tres hijos chicos en el baño y los amenazaron de muerte para que entregara armas, eso le pedían. A mi familia le destrozaron la vida, los chicos se enfermaron", contó.

El obrero consignó que en el lugar al que lo llevaron le colgaron el número "61" y lo mantuvieron tirado en el piso, con las extremidades atadas y con los ojos vendados. Cuando lo interrogaron y torturaron, le preguntaban si era gremialista, según manifestó. "Peor que a un animal me pegaron, en el estómago. Me han muerto (sic), pero reviví porque me tiraron agua. Después me pusieron electricidad en la boca y en los pies. Mire como tengo", dijo mientras exhibía marcas que tiene en su cuerpo a los jueces. "Estuve siempre en el mismo lugar (20 días), y siempre con torturas. Cuando pedía agua, me pegaban con un látigo de alambre", completó. Antes de ser liberado -de acuerdo con su relato- los captores le pidieron disculpas porque hubo un error. "Esto no era para vos, pero no te dejamos ir porque estabas muy lastimado. Tratá de que tus hijos no nos tengan rencor a los militares y policías", le pidieron.

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