A ver quién se burla ahora de este loco

A ver quién se burla ahora de este loco

Jorge instaló la primera emisora de aire de Famaillá buscando información en Google y haciendo publicidad en bicicleta.

DOBLE FUNCIÓN. El estudio de grabación, con reflectores en el techo, hace también las veces de recepción. DOBLE FUNCIÓN. El estudio de grabación, con reflectores en el techo, hace también las veces de recepción.

¿Y qué decían? Que estaba loco, qué iban a decir. Me veían colgado del techo montando una antena a duras penas y decían que era un loco. 

Jorge Romero se aprieta fuerte el índice contra la sien. Loco, repite, y gira el dedo en semicírculos, a un lado y al otro, hasta que en la piel le queda un halo rojo. Está sentado -la camisa negra abierta hasta el pecho- en el único estudio del canal de aire que dice haber levantado de la nada, porque esa sala era el garage de la casa de sus padres. Y antes, el modesto cuarto que lo recibió recién casado. "Faltan cosas, no voy a negarlo -las palabras se le atropellan en la boca, porque Romero quiere dejar en claro que es el primero que conoce sus carencias-. Pero ahora puedo decir que este es un medio que tiene presencia".

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Por presencia quiere decir, más bien, presentable. A puro esfuerzo y collage, él mismo se ha ocupado de que la sala alcanzara esa cualidad: en un telgopor gigante dibujó y recortó cada una de las letras que luego pegó con enduido en el toldo de entrada, "Canal Tres, Z3". El estudio de grabación, que a la vez es la recepción de publicistas y televidentes, está pintado de forma desigual, una pared de aguamarina, otra de turquesa y el resto cubierto con machimbre. Flanquean la mesa dos macetas con coloridas flores de tela, dos sillas, un banco y un plasma con la programación propia. Y aunque pueda parecer básico, ese decorado ha sido para Romero un paso fundamental en la concreción de su sueño de tener una emisora y de darles a los vecinos de Famaillá una tercera posibilidad gratuita en sus televisores, además de los canales 8 y 10.

No ha sido fácil. Como casi todo lo que vale la pena contar, la historia de Z3 comenzó con una idea en la que nadie creía. A excepción de Romero, claro, que antes de jugar a ser el Romay del interior había tenido un paso rasante por los medios de comunicación. "En los 90 había trabajado en radios locales y en alguna de la capital. La locución siempre fue mi vocación, pero ganaba muy poco, unos $ 500, y con ese sueldo debía mantener a mi familia. Así que alrededor de 2000 comencé a trabajar en una fábrica textil de Famaillá para ganar más. No me gustaba, sabía que no era lo mío".

Un accidente laboral lo ubicó de nuevo en el carril de los desempleados, pero también desenterró aquella vieja ilusión de tener un medio a su cargo. "Al principio pensé en instalar una FM, pero en esta ciudad ya había muchas, como siete en esa época, y la mía sería una más del montón. Así que pensé '¿qué le hace falta a Famaillá?' Entonces, con un porcentaje de los $ 65.000 que había cobrado entre el seguro y la indemnización, levanté este canal".

Los que trataban de loco a Romero se habrían convencido de sus acusaciones si lo hubieran visto en el ciber del barrio, googleando cuál era el equipo básico para instalar una emisora de baja potencia. "Empecé con un transmisor, un DVD y una computadora. Lo instalé todo yo, ayudado por mi hermano". La isla de edición de la que ahora presume el famaillense está mucho más evolucionada que ese primer intento: tiene cuatro televisores, dos computadoras, tres DVDs, el transmisor y una switchera. Al costado, una estantería exhibe cientos de DVDs grabados con dibujos animados y videoclips, parte fundamental de la programación de Z3. "Latinos del corazón", "Cuartetos 50 grosos videos", "Full reggaeton" y "Príncipes de la balada" son algunos de los títulos.

Marimar, Tom y "Yeyi"
Romero debe hacer mucho esfuerzo para recordar la fecha de la primera transmisión (19 de octubre de 2009, le dictarán los documentos después), pero sí se acuerda muy bien de lo que hizo ese día: salió en bicicleta a recorrer los barrios aledaños y a pedirles a sus vecinos que movieran la antena hasta enganchar el canal y corroborar que su sueño ya era una realidad. "No podía creer lo que había logrado con tan poco, cuando todos me decían que no podría. Mucha gente que se burló, después me alabó. Pero siento que muchos no reconocen mi sacrificio", se desquita, antes de largar la frase icónica de los mártires: "la que me valora es la gente, que es en definitiva lo que importa".

Fue esa misma gente la que contribuyó con ideas para que Romero confeccionara la programación. Con un radio de cobertura de 15 a 18 kilómetros -se ve bien en Famaillá y con algunas interferencias en los pueblos vecinos-, Z3 inicia su transmisión a las 7 con videos musicales y es ininterrumpida hasta las 3. "Para mí era imprescindible incorporar dibujitos para los chicos porque sentía que no había muchas opciones para ellos. De hecho, cuando paseaba por los vecindarios, los niños me pedían Tom y Yeyi -los imita- y El Chavo del Ocho. Así que los sumé a la grilla".

Completan la programación novelas como "Marimar", "El Zorro: la espada y la rosa" y "El clon", entre otras. También hay ciclos de turismo, deportivos, periodísticos y de sociales realizados por ciudadanos de Famaillá, y unos seis producidos por la Municipalidad. Romero mismo conduce "Mucha Tele" los domingos, pero reconoce que el programa no tiene la constancia que le gustaría porque a veces no tiene qué mostrar y porque, tras la rotura del transmisor hace cinco meses, aún no terminó de acomodarse.

Pese a las dificultades, asegura que, aunque quisiera recibir más apoyo de los comerciantes, hasta ahora el canal ha podido solventarse económicamente. "Nada mal si se considera que empecé con cinco publicidades, ¿no?", inquiere. Nada mal para aquel loquito de la antena.

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