Mabel diseña los "modelitos" que lucen las imágenes religiosas y los sacerdotes

Mabel diseña los "modelitos" que lucen las imágenes religiosas y los sacerdotes

Aprendió a bordar cuando tenía 14 años y luego se recibió de maestra jardinera, pero dejó todo para dedicarse al bordado litúrgico. Comparte la tarea con su familia. El nuevo manto de la Virgen de La Merced es una de sus creaciones.

COMPAÑERA. Después de probar y errar, Mabel encontró la manera de bordar en su máquina con el bastidor.  COMPAÑERA. Después de probar y errar, Mabel encontró la manera de bordar en su máquina con el bastidor.
09 Noviembre 2012
Llanto y oraciones le costó a Mabel Cruz descubrir cómo podía coser con el hilo dorado sin que se le anudara, cortara, enroscara y terminara por romperle la máquina de coser. Cuatro máquinas perdió en el camino, pero ahora ya es una experta.

En el infinito mundo de las actividades prácticas, ella se dedica al bordado litúrgico. Borda manteles, mantos y vestidos para las imágenes, purificadores, casullas, estolas... Todo lo que se puede encontrar en una iglesia o en la vestimenta de sacerdotes.

Con la tela en el bastidor, ella guía las puntadas de la máquina bordadora. Combina los puntos (mas espaciados, en cruz o rellenos) y va definiendo las figuras, las sombras y el brillo. Lo hace por partes hasta completar todo el dibujo. El proceso es artesanal y requiere de mucha paciencia y buen ojo.

Este trabajo la obligó a dejar su cargo de maestra jardinera y también confiesa que fue un camino espiritual y familiar. En su taller escucha radio María y reza el rosario mientras borda. "No puedo trabajar en esto si no creo un ambiente adecuado", explica. Carlos González, su marido, la ayuda con la parte comercial y algo en el taller, donde trabajan todo el día y a veces hasta la madrugada si tienen que entregar algo con urgencia.

Aprendió a bordar cuando tenía 14 años en la escuela de manualidades de las Hermanas Adoratrices. Se enamoró de la técnica, pero nunca imaginó que terminaría dedicada por completo a lo litúrgico. Aunque recibió una buena base, es una autodidacta en el manejo de los hilos y de las máquinas.

Dice que una de las cosas que más la entusiasma es bordar las casullas de ordenación. La vestimenta con la que el seminarista va a ordenarse de sacerdote. "Es comparable al vestido de novia", explica. Junto con Mabel, el futuro sacerdote elige la tela y el motivo que se bordará en la estola. Es tan importante ese atuendo que cuando un sacerdote fallece suelen vestirlo con su casulla de ordenación. Algunos le llevan una estampita para que copie una figura, otros bordan lo que caracteriza a su congregación. La cantidad de bordado también depende del carisma de esa orden. "Los salesianos son más barrocos, llevan más bordados. En cambio los franciscanos son austeros", ejemplifica.

Es una de las pocas que conserva este sistema artesanal. Ahora vienen máquinas de tamaño industrial que bordan en minutos, con dibujos que mandan desde una computadora.

A Mabel, en cambio, una casulla puede llevarle dos semanas enteras. El dibujo lo amplía, lo pasa a papel manteca y luego lo calca con carbónico. Preparar la tela también lleva su tiempo: debe entretelar las partes que van bordadas para que tenga cuerpo, pero sin que pierda la caída, especialmente si se trata de un manto para la Virgen o de un vestido, que suelen ser de crepe de raso, chantú o seda lavada. Los ocho metros de bies de seda que lleva una casulla (que ocupa cuatro metros de tela) los cose a mano.

Las trabas a la importación pusieron en aprietos su labor, ya que el hilo dorado proviene de Brasil. Cada carretel cuesta unos $200 y en Tucumán no lo venden en cantidad, como ella necesita. Una vestimenta de sacerdote o un mantel puede requerir de un carretel entero, que tiene 1.000 metros.

Sus trabajos pueden encontrarse en toda la provincia. El manto de Jesús Nazareno y los dos vestidos de la Virgen Dolorosa que están en la parroquia del Corazón de María, los ocho mantos de la Virgen Nuestra Señora del Valle (que está en La Reducción), el atuendo de la Virgen del Rosario de Monteros... "Pensar que cuando ya no esté mis trabajos seguirán ahí me pone la piel de gallina -confiesa-. Las telas pueden durar 100 años hasta que se pudran, pero el bordado mucho tiempo más".

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